EL PAíS › LAS ENTIDADES AGROPECUARIAS SE MANIFESTARON EN RECHAZO A LAS RETENCIONES EN EL MONUMENTO DE LOS ESPAñOLES
De Angeli y los cuatro dirigentes de la Mesa de Enlace fueron los oradores. El entrerriano dijo que los senadores que no los apoyan “no saben cómo volver al pueblo” y Miguens aseguró que “ganemos o perdamos esta medida no va a poder continuar”.
› Por Werner Pertot
“Y ahora van a subir los cuatro jinetes del apocalipsis”, se divirtió el locutor campestre. Y una vez más, como estrellas de Cosquín, salieron al escenario los cuatro presidentes de la entidades rurales, rodeados de banderas que salían incluso de los edificios altos que balconeaban el acto del Monumento de los Españoles. Frente a una multitud que no llegó a superar la de Rosario –que inflaron hasta 500 mil personas– y ante los aplausos de dirigentes de la oposición, los empresarios del campo le apuntaron a los senadores que votan hoy. El menos sutil fue, como de costumbre, Alfredo De Angeli: “Van a tener que volver a su pueblo”, les recordó. Hubo también varios llamados a una “plaza de la unidad nacional”.
Sobre la fachada del Zoológico, la foto de un mandril presidía la marcha de manifestantes del campo. Una bandera roja con la cara del Che, de la Corriente Clasista y Combativa, resaltaba entre las celeste y blancas que inundaron los bosques de Palermo. “Bienvenida Cretina”, tenía pintada una de ellas, mientras otras le decían “no a la agricultura soviética” o estaban “con el campo hasta la muerte”. Las sostenían mujeres con cruces bien pesadas y hombres de escarapela en pecho vestidos como para un casamiento, lo que generó un fuerte contraste con las columnas del conurbano que llegaron con banderas de la CCC y del MIJD, bajo el sol calcinante. Muchos elegían sacarse fotos con el toro inflable “Alfredito”.
Al igual que en el acto en Rosario del 25 de mayo, les prepararon un palco especial a los dirigentes de la oposición, pero los políticos prefirieron esquivar las vallas y se mezclaron detrás del palco con los ruralistas. Allí anduvieron a los abrazos, entre los globosde Carbap y los gorritos de Cargill (ver aparte). Cerca de las 15, los titulares de las entidades salieron darse un baño... de cámaras. “Que se podría llegar a perder demuestra que teníamos razón”, comentaba un relajado Luciano Miguens. “¿Cómo tomó el apoyo de Luis Barrionuevo?”, le preguntó este diario. “Eh, me extrañó... Pero me parece que hay que hablar con toda la gente”, respondió el presidente de la Sociedad Rural.
Menos incómodo se mostró De Angeli con el abrazo de Barrionuevo. “¿Cómo me va a molestar? El señor Barrionuevo es un diputado nacional”, se enojó el dirigente entrerriano, que portaba una escarapela con la leyenda “jamás de rodillas”. “Ah, vos sos de PáginaI12”, comprobó mientras se le agriaba el rostro. Pero recuperó rápidamente la sonrisa ante varios pedidos de sacarse fotos de chicas rubias con celular.
–¿Tiene levante De Angeli? –le preguntaron a una de ellas.
–No, pero lo queremos igual –se atajó.
Mientras opositores y ruralistas hablaban sin parar ante las cámaras en la parte de atrás del palco, delante se sucedieron los grupos de diverso nivel telúrico, entre quejas del locutor porque “no dejan pasar a 100 micros que venían a este acto”. “¡Permitan la circulación libre de los ciudadanos!”, se despachó el presentador, quien arengaba con diversos números de la concurrencia: “Acá Castells dice que trajo cinco mil. Para mi que se quedó corto: yo lo anoto con diez mil”. A medida que avanzaron las horas, aseguró que había 150 mil, 300 mil y finalmente 500 mil personas. Y la multitud enloqueció. “Senadores, tienen que tener en cuenta este clamor que se extiende como un grito de guerra”, dijo el locutor.
Los cinco oradores que hablaron desde la puesta de sol hasta que estaba entrada la noche eligieron una vez más que los precediera un payador y un cura, que pidió “un aplauso para la virgen”. Luego le pidió a Dios que “ilumine a los legisladores para que voten con su conciencia recta”. El payador fue Pampa Cruz, que suele amenizar los asados del titular del gremio de peones rurales, Gerónimo “Momo” Venegas. De poncho negro y rojo, repitió unas coplas destinadas a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que había leído en el acto de Rosario. Su momento de verdad está en los versos: “Padecen las poblaciones / porque padece el patrón”.
“Al-freeee-do, Al-freeee-do.” El canto precedió las palabras del chacarero-estrella, quien utilizó un recurso que ya había usado Juan Carlos Blumberg en sus marchas. Cuando mencionó por primera vez a la Presidenta, el aire se cargó con silbidos e insultos. “No les admito. Es nuestra Presidenta. No le faltemos el respeto”, sostuvo. A diferencia de sus discursos anteriores, evitó cuestionarla. En su lugar, vilipendió a los legisladores: “¡No saben cómo volver a su pueblo! ¡Perdieron la libertad!”, justificó los escraches de los últimos días. “Los intendentes, la oposición y parte del peronismo se pusieron del lado del campo y esos se van a poder pasear tranquilos. Es más: los van a agasajar”, comparó.
“Les digo a los senadores nacionales que tienen la responsabilidad de unir al pueblo, al que tienen que representar. ¡Y no al Ejecutivo nacional, y menos a un ex presidente! ¡Ese ex presidente quiere conducir el barco desde la sala de máquinas y lo va a estrellar!”, arremetió. “¡Eeeeesto es democracia! ¡¡Nosooootros somos la patria y acá la estamos representando!!”, bramó mientras se ponía cada vez más rojo. Luego pidió un “programa agropecuario nacional” y dijo que iba a seguir acompañando al Gobierno “con criticas constructivas, como lo venimos haciendo”.
Lo siguió el titular de Coninagro, Fernando Gioino, quien fue el menos aplaudido. Hasta al locutor se olvidó de su nombre. Miguens, en cambio, se mostró más suelto que en otros actos. “Y pegue, y pegue”, le pidió la multitud. “¿Hay que pegar? Escuché las palabras del ex presidente y la verdad es que realmente habría que pegar. Y mucho”, sorprendió el criador de caballos de polo, quien aseguró que “ganemos o perdamos mañana esta medida no va a poder continuar”. Desempolvó un discurso crítico con la disciplina partidaria que pronunció Fernández de Kirchner cuando era legisladora en 1996. “No venimos a presionar a nadie, por eso nos reunimos a una prudente distancia del Congreso”, chicaneó.
Con la luna ya asomando, el titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, se ocupó de correr por izquierda al Gobierno: le exigió que grave la renta financiera y que controle a las exportadoras. “Estamos en presencia de un modelo económico que apunta a la concentración y a un capitalismo de amigos. ¡Así no se resuelve la pobreza!”. “Aunque no se sienta todavía en el bolsillo, estamos mejor. Tuvieron que ir al Congreso y están apretados. Vamos por más calidad institucional”, ironizó.
–Y ya lo ve / y ya lo ve / es para Cristina que lo mira por tevé –coreó la multitud. De Angeli tarareó; Buzzi cantó decidido.
Con la noche ya entrando, le tocó cerrar el acto al titular de CRA, Mario Llambías. “¿Qué quieren los senadores que votan en contra? Que el país siga siendo un unicato”, se preguntó y se contestó. “El que no salta es un pingüino / el que no salta es un pingüino”, cantaron dos rubias de remera blanca y escarapelas de tamaño extra large, y la canción se expandió como un incendio. Llambías saltó decidido, con el resto. Los ruralistas terminaron con una guitarreada. A pedido del público, De Angeli hizo una segunda entrada. Le dedicó su clásico: “¡¡Minga nos van a poner de rodillas!!”.
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