EL PAíS › DESPUéS DEL DISCURSO DE RAMóN SAADI
El voto de Ramón Saadi disparó la concentración en Callao y Santa Fe, epicentro de la protesta chacarera. Los hijos de los paisanos, mayoría de estudiantes, veinte años promedio, bajaron de sus departamentos a cacerolear contra las retenciones. “¡Qué se vayan!”, grita una rubia a los saltos con cartel de Bahía Blanca. “Saadi. Has perdido la oportunidad de pasar a la historia honrosamente. Corrupto”, escribió a las apuradas una señora. “Senadores. No sean kagones”, “Los K son ladrones”, “Bienvenida, Cre-tina”, otros. Dominan la escena chicas rubias excitadas de verse en una manifestación popular. Mucha boina, bombacha, perros de buen porte. La protesta se calmó luego de que el escenario empezara a complicarse para el Gobierno en el Congreso. Y, entrada la madrugada, los mismos que se quejaban salieron a festajar.
–Queremos libertad. Que se termine el clientelismo. Que todo sea como era antes –toma la posta una señora mayor, labios pintados.
–¿A qué época se refiere?
–¡Cuando éramos el granero del mundo! –grita. No lo vi, me lo contaron mis abuelos. ¡Qué se vayan!
–Está debatiendo el Congreso...
–Pero los presionan, con plata. Antes también, sí, pero el país iba para adelante. Ahora hay una miseria espantosa, están terminando con la clase media.
“¡Se va a acabar... La dictadura de los K!”, cantan muchachones que bajan por Santa Fe. En el medio, desorientada, una bandera: “Trabajadores desocupados. MTD La Matanza”. “¿Vamos al Congreso?”, plantea un pibe. No hay quórum. Optan por el obelisco. Tres 4x4 cierran la caravana. Un señor disfrazado de jinete, altas botas, filma lo nunca visto.
“Tiene que haber retenciones pero razonables”, explica un productor de Entre Ríos. “Autoconvocado”, aclara. “¿Qué pasa si se aprueban? Se van a levantar los pueblos. Si el campo no puede reinvertir, los pueblos desaparecen”, explica.
“¡Estamos acá por los vendidos, por tipos como Saadi!”, dice un joven. “No puede decir que quince minutos antes estaba indeciso. Nunca hubo tanta corrupción. Que el Gobierno sepa: no somos corderos.”
“Es una vergüenza, les meten la mano en el bolsillo”, reniega un uruguayo de Canelones, bandera oriental en mano. “Allá no hay retenciones y si comprás un tractor no pagás IVA. Se respeta a los campesinos.”
“Los campos los están comprando tipos que ganan fortunas. Ellos sobrevalúan las tierras, pero nosotros vamos a desaparecer”, explica un arrendatario de Villa Ramallo. “Perón expropió los campos a los tres propietarios y los repartió a pequeños productores. Hoy Bunge se está quedando con toda esa zona. Quiero un nuevo Perón, claro que sí.” Poco después, ante la incertidumbre del resultado de la votación en el Senado, las cacerolas se aplacaron. Y después de las cuatro de la madrugada, aparecieron las banderas y los aplausos.
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