Sáb 19.07.2008

EL PAíS  › LA PRESIDENTA SE REUNIó CON LOS LEGISLADORES OFICIALISTAS

Entre catarsis y contención

El encuentro sirvió para agradecer, arengar y hacer un balance. Hubo críticas a Cobos, pero también a Urquía. Y una comparación con el empresario venezolano Pedro Carmona, que atentó contra Chávez.

› Por Martín Piqué

Lo primero que sorprendió a los diputados y senadores que estuvieron ayer en la quinta de Olivos fue que al bajarse del vehículo se encontraron cara a cara con la Presidenta. Había salido al jardín para recibirlos a cada uno con un apretón de manos, un beso y en algunos casos un abrazo. Era una muestra de reconocimiento por haber votado el proyecto de retenciones móviles contra la presión de una buena parte del establishment económico y mediático. La Presidenta luego los guió a la sala de conferencias de Olivos, en el camino hizo algunos comentarios risueños. Ese salón, bastante grande, nunca había sido usado por el kirchnerismo (todo un indicador de que hasta ahora se manejaron por el famoso sistema radial). La propia CFK reconoció que era la primera vez que entraba a ese sector de la quinta. Luego comenzó una reunión que fue una combinación de monólogo de la Presidenta, arenga con vistas a lo que resta de mandato y catarsis por la dura derrota en el Senado. La expectativa por lo que diría la mandataria sobre Julio Cobos se cumplió cuando analizó la votación. “El vicepresidente es parte del Ejecutivo y su voto impidió que se aprobara lo que estaba en la plataforma electoral”, lo castigó. “Defeccionó”, aseguró José María Díaz Bancalari que dijo CFK en alusión a su vice.

Los legisladores que asistieron a Olivos sumaron más de 140. Habían sido invitados los 129 diputados y 36 senadores que votaron a favor del proyecto de retenciones móviles; algunos estaban de regreso en sus provincias y avisaron que no podrían estar presentes. La Presidenta los recibió acompañada por el secretario legal y técnico, Carlos Zannini; el ministro del Interior, Florencio Randazzo; el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. La reunión comenzó luego de que CFK se ubicara en la cabecera del auditorio, donde también se sentaron los jefes de bloques Miguel Pichetto y Agustín Rossi y el presidente provisional del Senado, José Pampuro. Ex ministro de Defensa, secretario general de la Presidencia durante el mandato provisional de Eduardo Duhalde, Pampuro fue uno de los actores clave en el conflicto con Cobos. “Con el senador Pampuro tengo una excelente relación”, lo elogió el vicepresidente en su viaje triunfal a Mendoza.

Ser elogiado por Cobos no parece ser el mejor favor que puede recibir un hombre del oficialismo. Lo probó ayer el discurso de la Presidenta. Duró casi una hora, se interrumpió sólo para que Zannini leyera en voz alta el decreto que derogó las retenciones móviles. La exposición de CFK tuvo varias expresiones duras. La Presidenta cuestionó a Cobos por no haber votado como parte del Ejecutivo. “No tuvimos el acompañamiento de quien debía cuidar las espaldas del Gobierno, que representaba al Ejecutivo en el Senado”, dijo. Luego trazó una comparación entre el fracaso en el Senado y el fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez que encabezó el entonces titular de la cámara empresarial de Venezuela, Pedro Carmona Estanga. “Ya sabemos quién quiere ser el próximo Carmona”, lanzó la Presidenta. Algunos de los legisladores entendieron el comentario como una alusión a Cobos, otros como una censura a la Mesa de Enlace.

Quien también fue objeto de una dura reprimenda fue el senador cordobés Roberto Urquía. Propietario de la Aceitera General Deheza, una de las principales exportadoras de aceite del país, Urquía votó en contra del proyecto oficial. “Yo esperaba que un senador que fue representante de uno de las más grandes exportadoras de la argentina por lo menos éticamente se tenía que haber abstenido y no lo hizo”, cuestionó aunque sin nombrarlo a Urquía. Cuando terminó el discurso, las diputadas cordobesas Patricia Vaca Narvaja y Cecilia Merchán se acercaron a CFK y le dijeron que ellas nunca habían pensado en que Urquía fuera a abstenerse. “Nosotros lo pusimos ahí”, le recordaron a modo de autocrítica.

El objetivo del discurso fue alinear a los legisladores para que apuntalen la agenda parlamentaria del oficialismo. Para empezar, CFK aseguró que la votación contraria en el Senado no debía ser calificada como “derrota”. La Presidenta les aconsejó a sus invitados que valoraran el triunfo en Diputados y el empate con desempate a cargo de Cobos como la expresión de algo nuevo para la democracia argentina a partir de 1983. “Es la primera vez que una legislación que afectaba la renta extraordinaria de un sector se presenta en el Congreso y está a punto de ser aprobada para avanzar en la redistribución de la riqueza”, valoró. “No debemos sentirnos derrotados, hemos defendido nuestras convicciones”, arengó acto seguido.

Pero CFK también hizo (algo parecido a) un diagnóstico crudo sobre la actual correlación de fuerzas entre el oficialismo y las corporaciones del poder económico concentrado. Se preguntó en voz alta si era posible avanzar en la redistribución del ingreso con este modelo institucional de gobierno. Esa frase podría alimentar las esperanzas de varios gobernadores, que están pidiendo una moderación de la política económica que ponga al kirchnerismo en sintonía con el modelo chileno y uruguayo (a los que se considera más light). Una versión opuesta expresó Rossi en la posterior conferencia de prensa. “La encontramos de muy buen estado de ánimo, con mucho compromiso para seguir trabajando en las ideas centrales de su gestión de gobierno, por una sociedad más justa, solidaria, inclusiva y con movilidad ascendente”, relató.

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