Mar 29.07.2008

EL PAíS  › UNA COOPERATIVA DE VENTA DE VERDURAS ORGáNICAS, FUENTE DE TRABAJO

Por alimentos de calidad

Asociados con productores que cultivan sin agroquímicos, los trabajadores de Icecoop se organizaron para vender a domicilio en Barracas y La Boca. A partir de esa organización están colaborando con otros emprendimientos.

› Por Laura Vales

Icecoop es una cooperativa que distribuye verduras sin agroquímicos. Asociados con productores de la localidad de Arana (La Plata) cultivan hortalizas y las entregan a domicilio en la Capital Federal. Tienen su centro de operaciones en Barracas y La Boca, barrios en los que centraron su trabajo con la idea de que los alimentos de calidad no deben ser un “consumo caviar”, destinado sólo a los sectores acomodados.

Una vez por semana, un repartidor toca el timbre de quien haya hecho el pedido y baja de la camioneta un cajón con doce kilos de hortalizas. Para que lleguen frescas, los quinteros la cortaron el día anterior y las fraccionaron en bolsas microperforadas para su entrega. En la cadena trabajan veinticinco personas: son doce productores, una empresa familiar de fletes que aporta los vehículos para el reparto y los ocho integrantes de Icecoop, que se ocupan de la venta y la distribución. En el viejo edificio de la calle Hernandarias, donde la cooperativa tiene sus oficinas hay fotos de las quintas, viveros destinados a producir todo el año. Hay también una computadora y un teléfono para tomar los pedidos, un pizarrón con señales de una clase reciente (la cooperativa da capacitación) y una biblioteca con temas de economía social.

José Pablo Sabatino abre la charla con PáginaI12 mostrando una foto en blanco y negro clavada con chinches al pizarrón. “Esta era la feria de la avenida Iriarte”, cuenta, del antiguo mercado de Barracas al Sur que marcó la identidad del barrio y que fue cerrado por la dictadura. “Ojalá algún día podamos recuperarlo.” En la cooperativa están convencidos de que la economía social funciona cuando se logra vincular el trabajo al territorio, dice Sabatino, un especialista en economía social que antes estudió filosofía para darse el gusto.

Sabatino cuenta que llegaron a Barracas por casualidad, porque los locales estaban más baratos, pero se enamoraron de inmediato de esta zona tan cercana al centro en la que se sigue viviendo como en un lugar aparte, con vida de barrio. Los sorprendió encontrarse con una franja de la ciudad donde la historia está viva, como algo cercano y familiar. Cruzando la calle, en la vereda de enfrente, está el conventillo de la huelga de inquilinos de 1907, en la que los huelguistas le ganaron al patrón una rebaja de los alquileres y la impresión de los volantes para la protesta. Sabatino señala un poco más allá, en la esquina, al local anarquista de la FORA. Y a pocas cuadras, agrega, está la antigua hilandería donde se reúne el Circuito Cultural de Barracas, un espacio donde los vecinos hacen teatro callejero. El Casamiento de Anita y Mirko es una de sus obras más exitosas: una fiesta de bodas que se realiza todos los sábados, desde hace ocho años, en la que el público participa como invitado y debe ayudar a resolver los problemas del cruce entre las familias de los novios.

Acompaña a Sabatino en la nota Lalo Botessi, ingeniero agrónomo, el pelo largo y canoso atado en una cola, aire de gringo, y alguna vez, tal vez por eso, actor de El Casamiento.... Lalo se dedica a la producción agrícola. “Trabajamos hace siete años con los productores, haciendo el traspaso de la agricultura convencional a la agroecología”, indica.

–¿Es más caro producir sin agroquímicos?

–No. Se necesita un poco más de mano de obra y hay un rendimiento menor en el primer año del traspaso, pero después los costos se equiparan.

–¿Por qué lo orgánico se vende más caro, entonces?

–Por marketing, yo diría que por nada más.

Botessi cuenta que antes de la entrega a domicilio probaron otras alternativas comerciales que no les funcionaron, como participar de ferias semanales “que sirven para mostrar lo que hacés, pero no funcionan para un productor que tiene que vender todos los días”. Una hectárea rinde 30 mil kilos de batatas, “si no tenés dónde sacar ese volumen estás frito”. Probaron también en el mercado concentrador de las Madres de Plaza de Mayo, pero les falló el vendedor, y finalmente encontraron la venta directa.

Aunque arrancaron en Barracas y La Boca, hoy abastecen también a otros barrios. Llegan a alrededor de doscientas familias, con envíos semanales o quincenales. Botessi dice que se basaron mucho en el boca a boca porque querían empezar con una cantidad acotada y manejable. “Tratamos incluso de ir encontrando a consumidores que tengan nuestra misma sintonía ideológica, que les interese impulsar lo mismo que nos importa a nosotros”.

Los cooperativistas invitan a conocer el lugar donde funcionó la feria de Iriarte, ya que uno de sus proyectos, en el que trabajan junto al Circuito Cultural, es reeditarla. El auto recorre las calles de Barracas. Cuadras de empedrado, frentes de estilo italiano, grandes fábricas cerradas: aquí estuvo Ranchera, que hacía esos fósforos que se prendían contra la pared, acá Medias París, éste fue el edificio del Mercado del pescado... Curiosamente, las pocas fábricas abiertas son empresas recuperadas, como La mocita, de tapas de empanadas, o la imprenta Chilavert. Pero hay bastante construcción: se sabe que estos enormes edificios abandonados, fondeados, son ahora el centro del negocio inmobiliario, se hacen edificios de alta categoría para compradores de alto nivel económico.

Sabatino cuenta que Icecoop está impulsando ahora convenios con organizaciones sociales. La idea es que las organizaciones puedan ofrecer el servicio de verduras naturales a sus integrantes, o incorporarlos a sus comedores. “Sería un gran salto para nosotros.”

La avenida Iriarte tiene la forma de un boulevard, con una plazoleta al medio. El espacio sigue abierto, tal vez no tan ancho como en la época en que se tomó la foto, 1915, pero todavía amplio. Aquella feria franca fue una de las veintiséis que llegaron a funcionar en Buenos Aires, creadas para abaratar los artículos de primera necesidad al poner en contacto al productor con el consumidor. En plan de reabrirla, Icecoop y el Circuito Cultural Barracas se encuentran en el lugar (la esquina de Iriarte y Vieytes) los primeros domingos de cada mes. Allí arman puestos de venta y la murga Los Descontrolados de Barracas hace una pasada para que se arme la fiesta. Los interesados en conocer la cooperativa pueden llamar al 4301-9710 o entrar a la página www.icecoop.com.ar.

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