EL PAíS
› UNA MISION PERMANECE EN WASHINGTON PARA REDACTAR LA “LETRA FINA”
Un pacto para no quedar eliminado del juego
Todo estaría encaminado hacia un acuerdo de corto plazo. Pero no hubo anuncios. El FMI se limitó a insistir con la necesidad de lograr “consenso político” alrededor del plan. Lavagna volvería a Washington la semana próxima a cerrar trato. Nielsen y Pignanelli se quedan para acordar la “letra chica” del acuerdo.
Cambió el clima, hay un pacto de no agresión verbal y las negociaciones parecen encaminadas. Sin embargo, ayer no hubo anuncio de acuerdo inminente sino que el Fondo Monetario volvió a solicitar, mediante un comunicado, “consenso político interno” alrededor del plan y prometió una firma “tan pronto como sea factible”. El propio Roberto Lavagna prefirió tomar distancia de las entusiastas declaraciones que se virtieron durante el fin de semana desde el ala política: “Ahora se ha expandido la idea de que el acuerdo es inminente. No es cierto. En las negociaciones hay momentos en los que uno encuentra mayor grado de entendimiento, lo que resulta de este viaje es que hemos entrado en una etapa de convergencia”, afirmó, cauto, después de tantos desengaños, antes de emprender el regreso desde Washington. El ministro también negó que esté negociando un acuerdo “de corto plazo”, como él mismo había admitido el sábado, e insistió con que su meta es un acuerdo “que pueda terminar en diciembre de 2003”. Pero lo cierto es que en el equipo económico reconocen que el objetivo ahora es conseguir cuanto antes ese acuerdo de corto plazo, que permita refinanciar los vencimientos de deuda con los organismos por los próximos 6 a 12 meses. La idea, de ambas partes, es apurar los tiempos de modo que Argentina no incumpla los vencimientos que caen a mediados de octubre del Banco Mundial. Como se preveía, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen y el titular del Banco Central, Aldo Pignanelli, permanecerán en Washington para redactar “la letra fina” de la carta de intención. Y si todo marcha bien, Lavagna podría volver el fin de semana o la próxima semana a Washington para firmar el minipacto.
El ministro de Economía tuvo ayer un día intenso. Por la mañana se encontró con el secretario del Tesoro, Paul O’Neill. Tras esa reunión no hubo declaraciones ni comunicado oficial. Sin embargo, Lavagna se habría preocupado por recalcar que ya existe “consenso político” alrededor de las negociaciones, uno de los puntos que más inquieta a Washington. Como sea, fue el ministro de Economía español, Rodrigo Rato, quien, después de reunirse con O’Neill, contó lo que pensaba el secretario del Tesoro de las negociaciones con Argentina: “Ha habido coincidencia en la necesidad de que en las fechas más próximas se pueda cerrar un acuerdo, aunque no sea muy amplio, entre el FMI y Argentina”, dijo Rato.
Por la tarde, Lavagna, acompañado por Pignanelli, se reunió con los máximos directivos del Fondo, Horst Koehler y Anne Krueger. Tras ese cónclave, un vocero del FMI leyó el comunicado que después difundiría el organismo. Lejos las declaraciones amenazantes de Krueger sobre el “castigo económico” que conllevaría el default, el tono volvió a ser el habitual: palabras de aliento, en lenguaje ambiguo y ningún compromiso concreto. “Hemos tenido reuniones intensas y constructivas con las autoridades argentinas en los últimos días en Washington”, sostiene. “Los encuentros se concentraron en resolver los principales asuntos e implementar un programa apoyado por el Fondo lo antes posible”, prosigue. Pero luego insiste con el viejo reclamo de consenso político, aunque sutilmente pone la pelota del lado argentino: “Las autoridades argentinas reconocen la necesidad de asegurar un consenso doméstico sobre el programa”, asegura, en tanto repasa las condiciones ya conocidas: “un ancla monetaria confiable” –es decir, evitar que sigan saliendo depósitos del sistema financiero vía amparos–; un “marco fiscal firme”; y la reestructuración del sistema bancario.
Lavagna, en cambio, contó que “el director Koehler muy enfáticamente ha señalado su voluntad de que haya acuerdo”. Pero como en una partida de poker, tampoco quiso mostrar todas las cartas. Antes de tomar el avión de regreso, se cuidó de no alentar expectativas que pudieran desembocar en una nueva decepción. Así, repitió que las negociaciones habían ingresado en una “etapa de convergencia”, pero desmintió que el acuerdo fuera “inminente”. Más aún, negó que estuviera negociando un “acuerdo de corto plazo”, sino que volvió a subir la apuesta a “un acuerdo que termine en diciembre de 2003, de manera tal que el próximo presidente no tenga queponerse a negociar inmediatamente sino que tenga tiempo suficiente para organizar sus equipos”, explicó.
Sin embargo, como es sabido, el Fondo presiona por arrancarle a los candidatos presidenciales un compromiso de que respetarán las reglas del juego. Y como por ahora no lo pudo hacer, algo de lo que los burócratas de Washington ya tomaron nota, entonces buscará que el próximo presidente deba sentarse a negociar, a más tardar, apenas asumido. De hecho, siguiendo esta idea, en el propio equipo económico admitían ayer que el objetivo es conseguir “cuanto antes” el acuerdo de corto plazo, que significaría la refinanciación de los vencimientos con los organismos (FMI, Banco Mundial y BID) por los próximos 6 o, a lo sumo, 12 meses. Para alcanzar tal acuerdo no habría nuevas condiciones del Fondo, y el consenso político exigido podría ser una mera declaración formal alrededor de ciertos ejes muy generales de la política económica.
Lo que sí ratificó Lavagna fue que no hay demasiado tiempo para cerrar un pacto, por más modesto que fuera, porque no está dispuesto a pagar con las reservas del Banco Central los próximos vencimientos con el Banco Mundial y el BID. “Si va a haber acuerdo, sin duda tendrá que ser antes de fin de año, porque antes de esa fecha hay una serie de vencimientos cuyo tratamiento depende de que haya o no acuerdo”, afirmó. El ministro considera que haber blanqueado públicamente esta situación antes de viajar a Washington fue una jugada importante para acercar posiciones, al dejar toda la responsabilidad de un eventual default del lado del Fondo.
Formalmente, hasta el 15 de noviembre habría tiempo para firmar con el FMI, sin que Argentina caiga en cesación de pagos con el Banco Mundial. Porque aun si el Gobierno no pagara con las reservas los vencimientos por más de 1000 millones de dólares de mediados de octubre, habría posteriormente un mes de plazo hasta la declaración formal de default. No obstante, en Economía dicen que la idea es conseguir el acuerdo mucho antes, de modo tal que esos vencimientos no caigan sin un compromiso previo de refinanciación.
Si Nielsen y Pignanelli logran avanzar por el surco abierto este fin de semana, entonces Lavagna regresaría en los próximos días a Washington para cerrar trato.
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