EL PAíS
› REPROCHES CRUZADOS ENTRE LOS SENADORES DEL PERONISMO
Pase de facturas entre compañeros
El miércoles algunos senadores acusaron a ciertos banqueros de traidores a la patria. Ayer, en una reunión de comisión, sus compañeros de bancada les recriminaron haber sido, con su actitud escandalosa, funcionales a los financistas. Los diálogos, los reproches. Las broncas.
› Por Eduardo Tagliaferro
Los banqueros faltaron a la cita. Carlos Giovanelli del Citibank era el único de los cuatro hombres de finanzas citados por la Comisión de Asuntos Constitucionales al que los senadores esperaban ayer para preguntarle por los presuntos nuevos sobornos en el Senado. “Las inaceptables imputaciones (de los legisladores que calificaron a los financistas de traidores a la patria) ...han tratado de convencerme no ya de la inutilidad de mi presencia en dicho recinto, sino de la improcedencia de la misma”, fue parte de la respuesta que por escrito el citibanquer le hizo llegar a la titular de la comisión parlamentaria, la santacruceña Cristina Fernández de Kirchner. “Lamento que los banqueros no estén aquí”, respondió la salteña Sonia Escudero. Para la legisladora el culpable de ese faltazo “es el mismo Senado”. Por las dudas concluyó su posición diciendo: “creo que no fue intencional”. No todos son tan bien intencionados.
La frase resume por sí sola el espíritu de la reunión de comisión. La mayoría de sus integrantes coincidió en que las expresiones del día anterior habían sido la excusa necesaria que los miembros de los bancos necesitaban para no concurrir y hasta para sentirse ofendidos por la escalada de los legisladores. Básicamente los del oficialismo. En la crítica a sus compañeros de bancada se alinearon además de Escudero y Kirchner, la catamarqueña María Colombo y la tucumana Malvina Seguí.
A la hora de las disculpas, Emilio Cárdenas del HSBC, acudió a argumentos similares a los del citibanquer. Calificó a los dichos de los senadores en el recinto como “expresiones calumniosas”. Luego de sentirse agraviado, declinó la citación. Lo hizo a los pocos minutos de comenzada la sesión. Momentos más tarde, y cuando los legisladores estaban en pleno debate, ingresaba a los tribunales de Comodoro Py la querella de Cárdenas contra el titular del bloque justicialista en la Cámara alta, el sanjuanino José Luis Gioja. Cárdenas reclamó judicialmente tres años de cárcel para Gioja, el máximo de la pena en delitos contra el honor.
Cierto es y así lo consignaron sus colegas, que los dichos de los legisladores del justicialismo, concretamente los de Gioja y los del salteño Marcelo López Arias, habían sido fuertes. También destacaron que no eran tan graves como para sentirse agraviados. Claro que las declaraciones fueron funcionales para el enojo de los banqueros. Y aquí precisamente comienzan las suspicacias por el ataque de patriotismo que inundó ayer a los legisladores oficialistas. Precisamente los mismos que votaron con las dos manos alzadas y sin emitir ninguna queja, ni denuncia, las principales iniciativas parlamentarias reclamadas a voz en cuello y públicamente por los funcionarios del Fondo Monetario Internacional. Tal el caso de la derogación de la ley de Subversión Económica y de Quiebras. En esa ocasión, ninguno de los que anteayer alzaron su voz en el recinto, criticaron las definiciones de la mandamás del organismo de crédito, la inefable Anne Krueger. Hoy los arrestos nacionalistas no alcanzan para justificar la reacción por un artículo periodístico que fue publicado hace más de 30 días y que según le confió a este diario en la última sesión un destacada miembro de la bancada del PJ fue leído recién hace tres días.
Para Kirchner, los dichos de sus compañeros en el recinto formaron parte de expresiones “altisonantes, histriónicas y conventilleras que sólo pueden satisfacer los requerimientos del momento”. Para Seguí estuvo presente “la intención de algunos para que la verdad no se conozca. Y esto se expresa en hechos”. Los hechos eran ni más ni menos que las definiciones utilizadas como excusa por los banqueros. La tucumana incluso lo había afirmado durante la sesión. Había calificado como crucial la audiencia en la que tenían que estar presentes los cuatro banqueros que ayer faltaron a la cita y les pidió a sus colegas que suspendieran para luego de que finalizara la frustrada testimonial de los financistas, la cuestión de privilegio en la que se los calificaba de “traidores a la patria”. El chaqueño Jorge Capitanich tuvo tiempo para repasar todo el Código Penal y enumerar todas las figuras que podrían encuadrar la denuncia por los presuntos sobornos. Claro que entre los posibles infractores sólo ubicó a los banqueros o al periodista Thomas Catán. Después de hacer un repaso lógico de los datos acreditados en el expediente, Capitanich poniendo en juego su agudeza, afirmó: “Las fuentes del periodista o son los banqueros o son los diplomáticos”. El ex jefe de Gabinete también tuvo tiempo para criticar a sus colegas de la Cámara baja. “A pesar de que el artículo sólo hablaba de legisladores, los únicos que hemos planteado una cuestión de privilegio somos los senadores”. Por si alguno no había entendido, aclaró: “La Cámara de Diputados no está haciendo absolutamente nada para garantizar la transparencia de las instituciones”. A pesar de ser consultado por este diario, el titular de Diputados, Eduardo Camaño optó por no responderle al chaqueño. El también tenía su propio frente de tormenta (ver pág. 6).
El lobbysta
La nota de Página/12 de ayer en la que se difundió la primicia de la doble contratación de Carlos Bercún, el lobbysta sobre el que los senadores sospechan que pudo haber tenido una participación en el escándalo, tuvo fuerte impacto entre los miembros de la Cámara alta. Así fue que Kirchner puso a consideración de los integrantes de la comisión parlamentaria un pedido de informes en el que le reclama mayores datos al Ministerio de Economía. Precisamente este punto generó un nuevo duelo verbal entre Kirchner y Seguí. La tucumana informó a la comisión que el 19 de setiembre le había pedido informes a Roberto Lavagna sobre la situación contractual del lobbysta. En esa ocasión Economía respondió que no existía ningún vínculo laboral con Bercún. Algo que quedó demostrado como inexacto, cuando menos (ver aparte). No son pocos los senadores que se preguntaban ayer si la actuación del consultor no podía encuadrarse en el Código Penal. Concretamente en la figura de “administración infiel”. Más allá de lo legal, las relaciones y labores de Bercún ponen al descubierto un engranaje y una máquina que funcionó de manera muy aceitada durante casi toda la década menemista. Algunos habían sido iluminados en la anterior denuncia de sobornos. Precisamente quienes parece que nunca salen en la foto, son los que ahora están quedando cerca de los reflectores. Por cierto, pocos dudan de los estrechos vínculos que han unido durante años a muchos legisladores con los banqueros. Que hoy se encuentren en veredas opuestas es sólo un dato de un país en decadencia y en default.
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