Esta nota podría llamarse como el ascenso y la ¿caída? de una estrategia electoral para la provincia de Buenos Aires. Una alternativa que el kirchnerismo evaluó con mucha seriedad y que perseguía un objetivo claro: garantizar un triunfo importante en el distrito bonaerense para la coalición oficial. En la Casa Rosada saben que esa victoria se ha convertido en una condición excluyente para preservar la gobernabilidad. La estrategia en cuestión, que se debatió en la quinta de Olivos, consistía en impulsar una reforma constitucional en la provincia de Buenos Aires. Para modificar la constitución bonaerense habría que convocar a una elección de convencionales constituyentes: esa elección sería la única que permitiría al actual gobernador, Daniel Scioli, postularse como candidato sin renunciar a su conducción del Ejecutivo. En el kirchnerismo ya imaginaban el apellido de Scioli en la primera parte de las boletas, lo que haría posible un efecto arrastre. Sin embargo, con el paso de los días el oficialismo recordó que la votación de convencionales constituyentes se hace por sección electoral. Y en ese caso Scioli sería electo sólo por la primera sección, porque tiene su domicilio legal en Tigre.

La hipótesis de reformar la Constitución bonaerense comenzó a circular hace dos semanas en los círculos reservados del kirchnerismo. En algunas de esas charlas, donde se ejercitó la tormenta de ideas, la propuesta llegó a ser comentada por Néstor Kirchner. Scioli estuvo al tanto desde el principio. Concentrado por el estado financiero de la provincia, el gobernador dejó hacer. Su participación en la elección legislativa de 2009 sólo sería posible si se convocara a una reforma constitucional. Uno de los argumentos para elegir convencionales sería plebiscitar la autonomía tributaria para los municipios. También se podrían impulsar otros cambios que respondan a demandas masivas de la sociedad o temas de preocupación bastante extendidos (aunque el riesgo sería correr atrás del humor social, que puede girar a la derecha a partir de la agenda mediática).

Todas estas alternativas se barajaron al analizar una reforma constitucional. Pero el análisis encontró su primer obstáculo a partir de una observación de Felipe Solá. Cuando un dirigente K le pidió su opinión sobre la idea, el diputado recordó que la elección de convencionales se hace por sección electoral. Eso impediría que el nombre de Scioli aparezca en siete de las ocho secciones electorales. Y así se perderían votos. En las últimas semanas, Solá se ha preocupado por desmentir que esté interesado en regresar al redil de Eduardo Duhalde. Por el contrario, el ex gobernador dice que mira con buenos ojos al intendente de Morón, Martín Sabbatella, y que lo ayudará a dar el salto a las grandes ligas.

A un año de los comicios, el kirchnerismo ya les está dedicando tiempo a las alquimias electorales. Pero también hay realismo. En Olivos y en La Plata saben que las chances en las urnas dependen más que nunca de la evolución de la economía. La primera prueba será la interna del PJ bonaerense. Kirchner apoya al vicegobernador Alberto Balestrini pero tampoco le quiere dejar toda la cancha a la liga de los intendentes del conurbano: esta semana advirtió a los miembros del Partido de la Victoria, comandado por Aldo San Pedro, para que se preparen a pelear por un lugar en el justicialismo provincial.