EL PAíS › EL VATICANO LE OTORGó EL PLACET PARA QUE SEA EMBAJADOR
En tiempo record, la Santa Sede aprobó la candidatura de Cafiero para ocupar la embajada argentina. Ahora resta que el Senado apruebe su pliego. El futuro del Obispado castrense en la agenda.
Con suma rapidez, el Vaticano otorgó ayer el placet a Juan Pablo Cafiero para que se convierta en el nuevo embajador argentino en la Santa Sede. Este paso fue el que aguardó durante meses sin suerte el ex ministro de Justicia, Alberto Iribarne, hasta que quedó claro que nunca obtendría la bendición vaticana por su condición de divorciado. Ahora Cafiero debe esperar que el Senado apruebe su pliego antes de viajar a la Santa Sede a dedicarse a la tarea de restablecer un vínculo bilateral complejo, averiado casi desde su origen.
La confirmación corrió por cuenta del nuncio apostólico, Adriano Bernardini, quien le envió una nota al secretario de Culto, Guillermo Oliveri. A través de canales informales en el gobierno argentino se habían enterado de la noticia un día antes. La comunicación le llegó como un rayo al canciller Jorge Taiana, quien de inmediato se la transmitió a la presidenta Cristina Kirchner, cuando comenzaban ayer su visita a la Neue Galerie (ver aparte).
La Cancillería emitió luego un comunicado expresando su “satisfacción por la celeridad con que la Santa Sede otorgó la aceptación para que Juan Pablo Cafiero se haga cargo de la representación argentina ante el Vaticano”.
“Habrá que fortalecer el diálogo y los vínculos con búsqueda de puntos en común”, dijo el avanzado candidato, enterado de la novedad.
La relación del kirchnerismo con la Santa Sede nunca fue sencilla y terminó de resquebrajarse con aquella declaración del obispo castrense Antonio Baseotto acerca de que al entonces ministro Ginés González García había que ponerle una piedra al cuello y arrojarlo al mar por hablar a favor de la despenalización del aborto.
Tiempo después, la Casa Rosada designó a Iribarne como candidato a ocupar la embajada en el Vaticano y se sorprendió con el veto papal por su condición de divorciado. Al parecer, eso no es tan extraño en tiempos de Benedicto XVI. En la Cancillería contaban que Francia atraviesa una situación parecida. Para terminar con la impasse, luego de meses de tironeo, Iribarne anunció que renunciaba a su candidatura. Dos meses antes de esa noticia, Cristina Kirchner se había reunido en Roma con el número dos del Vaticano, Tarcisio Bertone, y acordaron reencauzar la relación a través de “un diálogo sincero”.
La Presidenta designó personalmente a Cafiero para ocupar la embajada el 19 de septiembre pasado, así que el placet –que si todo está en orden suele demandar 15 días– fue otorgado en tiempo record. Juampi había vuelto a la escena pública poco tiempo atrás, cuando asumió como asesor del gabinete de Daniel Scioli en la provincia de Buenos Aires.
Su principal tarea en el Vaticano será resolver la situación de obispado castrense. Baseotto fue jubilado y la Santa Sede designó como sucesor al obispo de Chascomús, Carlos Malfa. El Gobierno tiene otros planes: quiere que ese obispado no exista más, en honor a la historia reciente de la Argentina y al papel cumplido por quienes ocuparon ese puesto durante la dictadura. Sin embargo, para no volver a estropear un vínculo plagado de contratiempos, podría aceptar un paso intermedio. Por ejemplo, que el obispado castrense se convierta en una simple vicaría y que las Fuerzas Armadas también puedan tener representantes de otras creencias.
Quedará en la muñeca política de Cafiero encontrar la mejor solución al entuerto. Llega con buenos augurios. Apenas se conoció su nombramiento, la Iglesia argentina reaccionó con beneplácito y dieron por descontado que su candidatura no sufriría ningún contratiempo, como luego ocurrió. Integrante del Grupo de los Ocho que acompañó a Carlos “Chacho” Alvarez en su ruptura con el menemismo, la relación histórica de Juampi Cafiero ha sido con los sectores más progresistas de la Iglesia pero ahora aclaró que trabajará “para todos los sectores”. En señal de esta buena voluntad, se sabe que el Papa mandará algún importante representante al acto que cerca de fin de año realizarán Argentina y Chile para conmemorar los 30 años de la mediación por el conflicto del Beagle.
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