EL PAíS › EL AGENTE ADUANERO INSISTIó CON EL CONTROL SELECTIVO DE VALIJAS
Lamastra repitió, a diferencia de la ex agente de la PSA Telpuk, que no se revisó todo el equipaje. Coincidió con que el venezolano se hizo cargo de la valija con 800 mil dólares. La fiscalía indagó sobre los supuestos 4,2 millones de dólares.
› Por Irina Hauser
Un inspector aduanero que estaba de guardia en Aeroparque en la madrugada del hallazgo de los 800 mil dólares aseguró que sólo fue controlada una parte del equipaje del vuelo alquilado por Enarsa en el que llegó Guido Alejandro Antonini Wilson, mientras que otro tanto quedó en un carrito en un pasillo contiguo. Esa afirmación, que escucharon el juez en lo penal Económico Daniel Petrone y la fiscal María Luz Rivas diez, podría abonar la teoría de la existencia de otra valija con dinero. Igual que en sus dos declaraciones judiciales previas, el guarda, Jorge Lamastra, volvió a chocar con la versión de la ex agente de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) María Luján Telpuk, quien había dicho que el control no fue “selectivo” y lo acusó de proponerle no revisar nada. Pese a todo, ambos coinciden en un punto central: que Antonini dijo sin titubear que el maletín era suyo.
Lamastra, de 51 años, ayer estuvo cinco horas respondiendo preguntas, informaron allegados a la causa. En rigor, ya había dicho que la Aduana siempre realiza un control “selectivo” del equipaje, como el que se hizo –insistió– aquel 4 de agosto a la madrugada. Pero ayer la fiscal Rivas Diez multiplicó las preguntas en esa dirección con miras a profundizar si pudo haber existido una segunda valija con 4,2 millones de dólares, como declaró Antonini en el juicio de Miami. Esto, de ser así, podría complicar al ex titular del Occovi, Claudio Uberti –por ahora con falta de mérito– quien autorizó a Antonini a subir al avión. En cambio, lo favorece que dos testigos clave, por más protagonismo que disputen, digan que el venezolano se adjudicó frente a ellos la propiedad de la valija, aunque luego en Estados Unidos se la haya atribuido a Uberti.
Según el relato de Lamastra, cuando llegó el vuelo de Royal Class, una vez que todos los ocupantes bajaron, él le pidió a personal de la aerolínea que le acercara el equipaje. Dio a entender que había dos carritos cargados con unas ocho a diez valijas en total: eligió uno (porque le quedaba ubicado más cómodo) y el otro quedó en el pasillo. No sabe a ciencia cierta, señaló, quién se llevó ese equipaje, aunque suponía que personal de tierra se lo dio a los pasajeros, ya que él no había visto a nadie salir con valijas en la mano ni volver a buscarlas.
Lamastra contó que compartió el control con Telpuk. La joven manejaba el escáner, que de hecho pertenece a la PSA. Desde la máquina, dijo el aduanero, sólo tuvo a dos personas a la vista en esa sala: Antonini y Daniel Uzcátegui, hijo del ex vicepresidente de la petrolera venezolana Pdvsa, a quien el valijero presentó como su sobrino. Cuando aparecieron las imágenes sospechosas en el monitor, añadió, él preguntó “a viva voz” de quién era esa maleta, y ahí se acercó Antonini diciendo que era suya. Era la última en pasar. Fue evidente, comentaron fuentes judiciales, que Lamastra se esmeró en mostrar un papel activo de la Aduana. Destacó que fue él también quien exigió la apertura de la maleta, aunque resultó más confuso sobre lo que pasó a partir de ahí, ya que dijo que se puso a hablar por handy con sus superiores para ver qué hacer.
En el guión de esta historia, según Telpuk, Lamastra le propuso de entrada no revisar nada. La joven interpreta que se lo decía porque era muy tarde, pero ella igual pidió que trajeran el equipaje. Según la ex agente devenida modelo de Playboy, el control no fue selectivo sino que escaneó todas las valijas que tuvo a la vista, aunque no sabe si hubo otras que no vio. Cuando detectó la imagen de rectángulos pidió que llamaran al dueño de la valija y ahí se presentó Antonini, diciendo que le pertenecía. Telpuk siempre testificó que cuando le preguntó al venezolano qué traía, él primero dijo libros, luego “papelitos” y finalmente, con los billetes a la vista, habló de 60 mil dólares, que en el conteo resultaron ser casi 800 mil.
Lamastra dijo que le pareció que mencionaba “papelitos”, pero como coincidió con el momento en que estaba pidiendo instrucciones, no escuchó bien. Aun así, sostiene que no hubo engaño por parte del Gordo. La Aduana, de hecho, dijo de entrada que hubo sólo una infracción aduanera, como figura en el acta de incautación de la plata que el organismo reivindicó la semana pasada en un comunicado con el que le contestó a Telpuk, adjudicándose el hallazgo de los 800 mil dólares. La ex policía, a diferencia de Lamastra, dijo haber visto a Uberti, que la miró fijo, y a su secretaria Victoria Bereziuk, a quien describió como maleducada.
Lamastra y Telpuk ya fueron careados una vez. Mantuvieron sus posturas y, evidentemente, las siguen sosteniendo. Para el abogado de Uberti, Diego Pirota, son meras cuestiones de procedimiento. “Está claro que Antonini esperaba su valija, que era la última”, dijo Pirota. “Si en las otras valijas había algo, no sabemos lo que era”, se jactó. La fiscalía, todavía aspira a encontrar pruebas contra el ex funcionario.
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