Las increíbles irregularidades del juicio a Durán en Miami hacen recordar al viejo chiste del duelo desigual entre un negro y un león. Una lista de espanto que muestra la “creatividad” a la hora de buscar un resultado.
› Por Raúl Kollmann
El próximo martes se escucharán los alegatos de la fiscalía y la defensa en Miami y a partir de ese momento el jurado empezará las deliberaciones para decidir si condena o no al venezolano Franklin Durán por ser un agente no registrado de Venezuela en Estados Unidos. Para que Durán sea declarado culpable, tienen que votar la condena los doce jurados, por unanimidad, pero tal como han ido las cosas hasta ahora en la Florida, sería extraño que Durán escape a una condena. Es más, asombrosamente, la propia jueza insistió dos veces en que “un jurado razonable ya cuenta con elementos suficientes para declarar culpable a Durán”. En casi cualquier país del mundo, lo sucedido en el juicio vinculado con la valija de Guido Alejandro Antonini Wilson provocaría un verdadero escándalo. La oposición en pleno estaría pidiendo juicios políticos y renuncias ante la magnitud de presiones, parcialidades y maniobras que se vieron en la Florida en estas siete semanas.
Esta es una enumeración somera de las anomalías:
El delito que se le imputa a Durán –y del que ya se inculparon otros dos venezolanos, Moisés Maionica y Carlos Kauffmann– es el de actuar como agente sin registrarse de un gobierno extranjero, una legislación dictada en los años ’40 en plena guerra con el nazismo, cuando el objetivo era frenar a quienes pretendieran hacer campaña en Estados Unidos a favor del Tercer Reich, o sea de Alemania. Después, se usó en el marco de la Guerra Fría pero la realidad es que la norma se aplicó apenas cinco veces en casi 70 años.
Si, además, se considera que los supuestos agentes venezolanos actuaron para ocultar el origen y destino de los 800.000 dólares de la valija que vinieron en el avión de Enarsa, ni siquiera incurrieron en un espionaje que tuviera que ver con los Estados Unidos o que haya afectado intereses norteamericanos. El dinero no entró al país del Norte ni salió de allí. Es como si el Gordo Valor y la Garza Sosa roban un banco en Estados Unidos y en lugar de extraditarlos, en la Argentina la Policía Federal les da el status de protegidos y abre un proceso para determinar si aquí cometieron un delito sin envergadura, una riña menor, por ejemplo, excarcelable. Donde se debería juzgar al Gordo y la Garza es en Estados Unidos, donde se produjo el delito principal, el robo del banco. Y lo mismo ocurre con Antonini, imputado y prófugo de la Justicia argentina porque es aquí donde trató de meter en forma ilegal los 800.000 dólares. La realidad es que el juicio de Miami es contra el gobierno de Hugo Chávez. La Casa Blanca no hace más que centrarse en él durante las reuniones del más alto nivel con los cancilleres del mundo. A Chávez lo consideran un aliado de Irán y el promotor de lo que ellos diagnostican como movimientos revolucionarios. Hablan de Evo Morales, las FARC y hasta mencionan una posible expansión al norte argentino, Esa es la única explicación del juicio de la Florida.
Respecto de la fiscalía que actúa en el juicio, esto es lo que recordó en este diario Horacio Verbitsky: “El fiscal general de la zona sur de Florida es Alexander Acosta, un cubano-norteamericano. Sin experiencia judicial previa, su designación como fiscal general de Florida sirvió para apartarlo del escándalo de las elecciones presidenciales de 2004, cuando fue acusado de manipular el diseño de los distritos en Texas y Georgia para excluir a minorías étnicas que hubieran podido comprometer la victoria republicana. Acosta integra el Grupo de Trabajo para el Cumplimiento de las Sanciones a Cuba, junto con otras agencias, como el FBI. ‘Haremos nuestra parte para llevar a cabo el mandato del presidente que persigue acelerar el proceso de transición en Cuba’, dijo. Quien lleva adelante el juicio contra Franklin Durán es su adjunto, Thomas Mulvihill, que antes trabajó en la División de Narcóticos y en la División Criminal bajo las órdenes de Dexter Lethinen, esposo de la diputada republicana Ileana RosLethinen, del lobby parlamentario anticastrista. Su tarea más destacada fue la investigación y detención del hombre fuerte panameño Manuel Antonio Noriega, un ex colaborador de la CIA que dejó de ser confiable”.
La jueza federal Joan Lenard protagonizó un cruce curioso con el defensor de Durán, Ed Shohat. “En 37 años de ejercicio profesional de la abogacía, nunca he visto un caso de trampa política tan evidente como éste”, dijo Shohat. La respuesta de la magistrada fue “cualquier jurado razonable ya tiene los elementos suficientes para declarar culpable a Durán”. Esta frase ya la había dicho antes durante el juicio e incluso le sugirió al defensor que contemple la posibilidad de negociar una condena. Es cierto que los sistemas judiciales son distintos, pero este diario consultó con Tirso Pereyra, conocido penalista de Córdoba, donde también rige el juicio por jurados. “No, de ninguna manera un magistrado influiría así al jurado. Se declararía nulo el juicio de inmediato”, señaló el penalista.
Moisés Maionica y Carlos Kauffmann se declararon culpables de ser agentes del gobierno venezolano. La jueza fijó para el 2 de junio la audiencia para leerles la condena, que tiene una amplitud inusitada según la ley de los años ‘40. Podría ir de una multa a diez años de prisión. Sin embargo, la audiencia para leer la condena fue postergada y no se hizo hasta hoy. Es evidente que lo que se pretende es mantener una espada de Damocles sobre la cabeza de los dos venezolanos: la condena que les toque dependía y sigue dependiendo de cuán convenientes sean las declaraciones que hagan en el juicio. Cuanto más declaren contra el gobierno de Venezuela, más cerca estarán de que sólo se les aplique una multa. Por otra parte, ambos dejaron entrever que el FBI les prometió visas y facilidades para sus familias.
La situación de Antonini Wilson es aún más escandalosa. La Justicia de los Estados Unidos no contestó hasta ahora ni un solo exhorto sobre los pedidos de extradición que impulsaron los fiscales María Luz Rivas Diez y Natalio Borinsky, cursados ahora por el juez Daniel Petrone. En la causa argentina está probado que Antonini era el dueño de la valija y ambos fiscales, considerados intachables en Tribunales, le imputaron a Antonini el delito de contrabando agravado porque efectivamente fue la persona que intentó ingresar el dinero en el país. A Claudio Uberti, los fiscales lo señalan como partícipe necesario, es decir cómplice. Lo más asombroso es que desde Miami no sólo no contestan a los exhortos de extradición sino que el FBI y el fiscal Mulvihill pusieron por escrito en sus dictámenes que la valija no era de Antonini. El venezolano, pese a ser protagonista del principal hecho delictivo, es hoy un protegido del FBI y la Justicia norteamericana ni siquiera ha dicho que lo enviará a la Argentina una vez termine el juicio de Miami. Es una evidencia nítida de que lo protegen en aras de su política anti Chávez.
El interrogatorio a María Luján Telpuk en el aeropuerto de Miami provocaría la caída de un ministro en cualquier país: el FBI, una agencia del Ejecutivo, presionó, amenazó e intentó sobornar a quien iba a declarar ante el Poder Judicial. Como Telpuk desvirtuaría la versión de Antonini la amenazaron con imputarle falso testimonio, le ofrecieron asilo político como si fuera una perseguida, y le sugirieron que podían conseguirle trabajo en dos agencias de modelos. Todo, sin siquiera leerle sus derechos ni decirle que podía retirarse cuando quisiera de un interrogatorio que duró dos horas.
¿Cuál es la línea de defensa de Shohat, el abogado de Durán? Por un lado, que su cliente siempre trató de convencer a Antonini de que se presentara a la Justicia argentina, no porque actuara como agente venezolano, sino para preservar los millonarios negocios que compartieron en la última década. En ese marco, Shohat sostuvo que, con el FBI detrás, Antonini todo el tiempo le decía a Durán que hablara con el gobierno de Venezuela para arreglar el caso de la valija. “Es una trampa. Es un patrón creado por el FBI. Fue una inducción al delito”, argumentó Shohat, señalando que el FBI y Antonini actuaron induciendo a Durán. Es como cuando un agente encubierto le pide droga a otra persona y le va a insistiendo en que le va a pagar bien, que no hay peligro. El fiscal Mulvihill contrarrestó ese argumento pidiendo que se le permitiera explayarse, con el testimonio de Kauffmann, sobre los actos de corrupción en los que participaron ambos –Kauffmann y Antonini– en Venezuela. El razonamiento es que todos ellos ganaron fortunas con comisiones ilegales provenientes de distintos arreglos con funcionarios de Chávez y que Durán quería preservar esos negocios sucios. En realidad eso demostraría otra vez que nada tiene que ver el juicio con la valija y con la tentativa de contrabando protagonizada por Antonini. Ni siquiera si Durán fuera agente venezolano se aportaría la menor luz sobre la cuestión de la valija, porque el dinero podría ser producto de la supuesta corrupción en el país del Caribe.
9El defensor de Antonini pidió presentar como testigo al ex presidente de la Corte Suprema de Florida, Arthur England. Este prestigioso jurista iba a declarar que, tras un cuidadoso estudio de las grabaciones presentadas en el juicio, debe acusarse a Antonini y al FBI por extorsión. “Las amenazas de Antonini y las exigencias de dinero y documentos a cambio de su silencio constituyen penalmente una extorsión”, sostiene England. Pero más grave aún es la carta que el FBI escribió y le hizo firmar a Antonini dirigida a Hugo Chávez, exigiéndole dos millones de dólares para mantener su supuesto silencio. Para el ex presidente de la Corte de la Florida, se trata “de una amenaza a un presidente de una nación soberana y es una extorsión muy clara”. La jueza Lenard no permitió que England presentara su testimonio en el juicio.
10Shohat, el defensor de Antonini, afirma que una de las razones por las que Antonini arregló con el FBI fue para acusar a Durán y quitarle bienes que tienen en común. En un juicio civil que existe en la Florida, el piloto Vladimir Abad admitió, bajo juramento, que sacó a Durán de la empresa Fox Delta por instrucciones de Antonini. El dato curioso es que el bien más valioso que posee Fox Delta es la lujosa casa de Durán en Key Biscayne, o sea que quisieron y quieren quedarse con la casa de Durán. Llamado a declarar en el juicio, también bajo juramento, Abad dio otra versión: que sacó a Durán de la empresa a raíz de una carta de la Dirección de Rentas. Es decir que bajo juramento declaró dos cosas opuestas. La jueza no dijo nada. Para redondear, Abad reconoció que estuvo en conversaciones con el FBI dos semanas antes de presentarse en el juicio de Miami. Todo indica, además, que el FBI tiene una vieja cuenta pendiente con Abad, ya que le decomisaron un avión y arreglaron con él que el imponían una multa por registrar mal el avión y no por usarlo para mover drogas y dinero.
11Clarissa López, empleada doméstica de Durán, iba a declarar en el juicio sobre las veces que escuchó a Antonini hablar de sus viajes a la Argentina, es decir que contaría algo de los negocios del venezolano en nuestro país. Pero llegado el momento del juicio todo se diluyó. López no tiene la residencia ni papeles legales en Estados Unidos y fue convocada por el FBI. De allí salió con las ideas cambiadas. Lo mismo que intentaron con Telpuk.
Un viejo chiste cuenta que un grupo de racistas decide hacer pelear a un negro contra un león. Contratan un estadio, pero temen que el negro pueda derrotar al león. Por ello resuelven primero atar las manos y los pies del negro. Aun así, les parece que el negro tiene alguna oportunidad de ganar y por lo tanto resuelven mantenerlo atado y, además, enterrarlo hasta los hombros. Sólo tiene la cabeza al aire libre cuando el león es lanzado al ruedo. El animal, feroz, se lanza al ataque, pero en un descuido, el negro le muerde un testículo. De la tribuna racista sale el grito: “Peleá limpio, negro hijo de puta”.
Está claro que se debe juzgar –y se está juzgando– en la Argentina el ingreso de los 800.000 dólares. Y serán la Justicia y el pueblo venezolano los que deben esclarecer los actos de corrupción de los que habló Carlos Kauffmann, en su declaración pactada con el FBI. No debe olvidarse que Kauffmann siempre vivió en La Florida, al igual que Antonini o Durán, es decir que hacia allí se llevaron, sin que nadie les dijera nada sobre su increíble enriquecimiento, los millones que supuestamente robaron en Venezuela desde antes que asumiera Chávez.
Más allá de que hay que esclarecer los delitos cometidos allá y aquí, lo cierto es que el juicio de Miami se parece bastante al del cuento de los racistas y el negro. Lo protegieron a Antonini, arreglaron con otros dos imputados a los que les van postergando las condenas, pusieron la jueza y el fiscal bien anticastristas, apretaron a Telpuk y los demás testigos. Sólo falta que griten, desde la tribuna: “Peleen limpio, negros hijos de puta”.
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