EL PAíS
› DISTENSION ENTRE LOS SUPREMOS EN EL DIA DESPUES
De pasos al costado, ni hablar
Hubo poco trabajo pero muchas charlas en la Corte. Primó un clima de triunfo y, por ahora, nadie habló de renuncias. Reproches de Moliné y Bossert a los diputados.
› Por Irina Hauser
Como casi todas las mañanas, ayer el presidente de la Corte Suprema Julio Nazareno se reunió con el vice, Eduardo Moliné O’Connor, en uno de los despachos más señoriales del Palacio de Justicia. Pero esta vez casi no hablaron de trabajo. Aliviados, intercambiaron chismes sobre la sesión de Diputados en la que terminaron salvándose por unos pocos votos. El riojano se fumó un habano y recibió a un desfile de jueces y camaristas que se acercaron a saludarlo. Moliné salió airoso de Tribunales diciendo que no piensa renunciar y que “la acusación no tenía sustento”. “Por ahora esta Corte va a seguir igual”, aseguró un colaborador de la presidencia del tribunal desmintiendo que algún ministro vaya a dejar su trono, al menos en estos días.
En tres vocalías de la Corte dijeron que en lugar de “alivio” –una palabra que implicaría asumir alguna culpa– preferían hablar de que es “tranquilidad” lo que recuperaron los supremos. Hasta hace algunos días los que estaban más inquietos por el resultado de la votación en el Congreso eran los de la histórica mayoría automática. A Nazareno incluso casi hasta el final su propia familia, temerosa, le insistió para que diera un paso al costado, pero él se resistió. “Lo que más bronca me da es haber tenido que soportar yo las piñas contra los demás”, le dijo ayer a Moliné O’Connor, en un momento de catarsis.
Entre los supremos, los sentimientos desde el comienzo del juicio fueron variados. Gustavo Bossert declaró por radio que para él todo el proceso del juicio político representó “un dolor muy, muy grande”. “Después de nueve años de recibir comentarios favorables por las cosas que yo venía haciendo acá, que de pronto encontrarme una circunstancia como esa que no se resolviera, que no se resolviera, que pasaran los meses, los meses, los meses y no se resolviera fue un dolor muy grande”, dijo el ministro. Y añadió que ahora “no se puede poner a pensar” si renuncia. Enrique Petracchi, que igual que Bossert es conocido por votar generalmente en disidencia con la mayoría menemista, conservaba ayer el mismo enojo hacia los legisladores que tuvo desde el principio del juicio, aunque estaba satisfecho “porque se aclaró todo”.
Moliné O’Connor, quien jamás habla abiertamente ante los medios, ayer se desquitó con una amenaza. “La Corte –advirtió– nunca ha tomado represalias. Si hubiera querido tomar represalias habría dictado fallos que hubieran afectado al Gobierno, a la gobernabilidad o a la nación en su conjunto a partir del 5 de febrero, que fue cuando se constituyó la comisión (de juicio político) y comenzaron las acusaciones.”
Diga lo que diga, la realidad es que en el Gobierno se llevaron unos buenos sustos, sobre todo cuando el alto tribunal declaró la inconstitucionalidad del corralito en el caso “Smith”. También se aterraron cuando los cortesanos amagaron, hace más de un mes, con fallar contra la pesificación, un tema que aún está pendiente y podría resolverse con la participación de dos conjueces. Y así las cosas, el presidente Eduardo Duhalde, que en un principio había alentado el juicio político, terminó arrepintiéndose –cuestionado además por la Corte por sus malos manejos– y el Congreso archivando la acusación. “Esto no ocurrió por lo hayamos hecho nosotros sino porque es una exigencia del FMI”, se defendió otro encumbrado funcionario de la Corte. “Ahora tampoco tenemos ningún ansia de revancha”, dijo a Página/12 un funcionario cercano a Nazareno.
En la Casa Rosada también se vivió el día de ayer como un respiro. En algunos ministerios había funcionarios que por lo bajo decían que “sería un papelón que Nazareno no renunciara después de haber estado tan cerca de ser acusado”. Pero más allá de ese tipo de comentarios, ya no reinan las especulaciones por la salida de ningún supremo. “En algún momento se habló de que Bossert se quería ir y que Guillermo López también estaba dispuesto a hacerlo, pero ya no, y tampoco interesa”, explicaron a esta diario en la cartera de Justicia. Según el panorama que pintan los rumores dentro de la Corte, no habrá renuncias, por lo menos de manera inmediata. Además, algunos de sus integrantes creen que fuera de ella estarían en una situación de mayor vulnerabilidad frente a posibles denuncias penales. Hay quienes, de todos modos, no descartarían viejos proyectos. Antonio Boggiano, por ejemplo, seguiría pensando en lograr un cargo en algún tribunal internacional. Adolfo Vázquez ha dicho que le tienta la política. Pero en esta Corte nunca se sabe. Como siempre, todo cabe en la cabeza de los supremos. Ayer Moliné O’Connor incluso aseguró que está convencido de que el tribunal “tiene el mejor de los conceptos en el exterior”.
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