EL PAíS › ORGANISMOS DE DERECHOS HUMANOS REALIZARON LA 28ª MARCHA DE LA RESISTENCIA
Como cada 10 de diciembre, Madres, Abuelas y otras entidades se manifestaron en Plaza de Mayo. Reclamaron “juicio y reclusión perpetua en cárceles comunes a los genocidas, cómplices e ideólogos” y la restitución de los más de 400 chicos apropiados.
A 28 años de aquella primera Marcha de la Resistencia que las encontró reclamando durante un día entero por la vida de sus hijos, las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) acudieron, como cada 10 diciembre, a la histórica plaza. “Sobre la impunidad y la injusticia no podemos construir el país que soñaron, 30 mil desaparecidos: presentes”, fue la consigna principal de una jornada que tuvo un valor agregado al coincidir con los 25 años de democracia, los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el primer año del actual gobierno.
Además de las Madres estuvieron las Abuelas, HIJOS, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, CTA, Libres del Sur, Proyecto Sur y GEN, entre otras entidades y agrupaciones.
La conmemoración empezó al mediodía con un recorrido desde Piedras y Avenida de Mayo hasta la Plaza de Mayo, y concluía a la medianoche con una caminata con antorchas alrededor de la Pirámide y la lectura de un documento redactado en conjunto por las organizaciones de derechos humanos. Cuando la columna llegó a la plaza, se desplegaron dos enormes banderas con los rostros de los desaparecidos. Se reclamó “juicio y reclusión perpetua en cárceles comunes a los genocidas, cómplices e ideólogos”, al tiempo que se exigió la “restitución de la identidad de los más de 400 chicos apropiados por el terrorismo de Estado” y la “aparición con vida de Jorge Julio López”. La música, de la mano de la tanguera argentino-mexicana Liliana Felipe y del grupo Iven, de Venezuela, amenizó el atardecer del microcentro porteño.
Si bien el calor no dio tregua, apenas fue una molestia ante la vitalidad que le impusieron a su aniversario las Madres del pañuelo blanco. Como en aquellas rondas que empezaron a las 15.30 del 10 de diciembre de 1981 y finalizaron 24 horas después, pocos días antes de que asumiera Leopoldo Galtieri, las Madres, pese al paso del tiempo, hicieron sus tradicionales caminatas circulares junto a los adherentes a la marcha. Invitados a la jornada, trabajadores del Indec y del Hospital Francés aprovecharon la circunstancia para manifestar sus demandas salariales y laborales. Mientras, algunos militantes de agrupaciones como Asambleas del Pueblo, Quebracho, Movimiento Independiente de Desocupados Organizados y el MST convergían junto al resto de las organizaciones, convirtiendo a la Plaza de Mayo en un eco de múltiples y divergentes expresiones amparadas alrededor de los derechos humanos. Algunas de las organizaciones montaron carpas en la que expusieron a los curiosos sus directrices políticas.
Nora Cortiñas, referente de Línea Fundadora, afirmó a Página/12 que “este aniversario lo vivimos firmes en nuestra voluntad de lucha porque todavía falta mucho para que haya justicia, aun con los logros que hemos conseguido. La condena no es todavía como la queremos. Hay más de 400 jóvenes que no conocen su identidad. Hubo un avance en la memoria, tanto en el pueblo como en los medios de comunicación y en las distintas formas de divulgación”. Recordó que “nuestros hijos fueron desaparecidos para que el modelo neoliberal arrasase sin oposición alguna”. En cuanto a las deudas de la democracia actual, Cortiñas criticó al gobierno nacional y al bonaerense porque “criminalizan la situación de penuria que viven los niños y los jóvenes intentando bajar la edad de imputabilidad”.
Taty Almeida, también de Línea Fundadora, derrochaba alegría y satisfacción: “Hay que reír y vivir con ganas, mi hijo Alejandro siempre tuvo esa actitud de gozar la vida y estaría feliz de verme así a mis 77 pirulos”. Sostuvo que “hay mucho que festejar. Porque vivir en democracia es lo más positivo que nos puede pasar. Falta todavía, hay desigualdad, pero hay que reconocer las mejorías y hacer una crítica constructiva de lo que falta. Hay que insistir para hacer a nuestra democracia justa e incluyente”.
Informe: Tomás Forster.
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