EL PAíS › HEBE DE BONAFINI Y HORACIO GONZALEZ EN LA PRESENTACION DE LA OTRA LUCHA, DE ULISES GORINI
La historia de las Madres de Plaza de Mayo desde el retorno a la democracia hasta 1986, momento en que se divide la organización, es contada y analizada por Gorini en el segundo libro sobre la lucha inclaudicable de esas mujeres.
¿Cómo adecuarse a los cambios repentinos que supusieron el fin del Proceso y la reapertura institucional? ¿Qué hacer para mantener la intensidad y la continuidad de las reivindicaciones luego de finalizados los años dictatoriales? ¿De qué forma mantener la visibilidad, ante la sociedad, de los gestores del terrorismo de Estado que se replegaban y rápidamente, al augurio de los apóstoles de la complicidad y el olvido que nadaban sin mayores remordimientos entre las olas de aquel renaciente fervor democrático? Cómo sobrellevar las crecientes contradicciones internas, muchas de ellas, consecuencias de pertenencias de clase e influencias y tradiciones ideológicas distantes que afloraban con la vuelta de la vida política y la primavera alfonsinista? Con este tipo de interrogantes se encontraron las Madres de Plaza de Mayo durante aquellos años “posdictatoriales”, así calificados por ellas mismas tal como lo refleja Ulises Gorini en La otra lucha, voluminoso libro publicado por el grupo editorial Norma.
El escrito, a partir de una exhaustiva recopilación de documentos novedosos, grabaciones inéditas y entrevistas, busca dar cuenta de las permanencias y cambios que vivieron las Madres desde 1983 hasta el verano de 1986, momento donde se escinden en las dos ramas que llegan hasta el día de hoy: Asociación Madres de Plaza de Mayo y Línea fundadora.
Acompañado de la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, y del director de la Biblioteca Nacional, el autor presentó el libro en el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi) que las Madres recuperaron en la ex ESMA. Ante la atenta mirada del secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, Gorini se explayó sobre la trascendencia de “hablar de la historia de lucha de las Madres en este lugar tiene un valor simbólico impresionante, no sólo por ser un centro del terror, sino porque acá se organizó el operativo que se llevó a algunas Madres y a las monjas francesas de la iglesia de la Santa Cruz”, recordó.
Hijo de Floreal, histórico dirigente del cooperativismo y el PC, Ulises es titular de la cátedra Historia de las Madres de Plaza de Mayo en la Universidad Popular de las Madres y director del periódico Acción. Bonafini, en diálogo con este diario, no se ahorró elogios para su trabajo. “Es un libro con más de 15 años de laburo, lo que se nota por lo minucioso que es. También se deja leer de forma muy fluida. Es invalorable lo importante que es por su divulgación. Las Madres estamos muy contentas.” González, por su parte, señalo que La otra lucha “tiene la particularidad de contar con material y documentos que cualquier historiador quisiera tener. Es como si cayeran en manos del historiador panfletos inéditos de la revolución francesa, de los debates entre girondinos y jacobinos. Pero además es un libro que entrecruza el trabajo historiográfico con la pasión del que se siente interpelado. La pasión del militante”.
Gorini continúa la senda trazada en La rebelión de las Madres, su anterior y primer libro que transcurre durante el Proceso, para inmiscuirse en una época por demás convulsionada para la organización. Resalta uno de los momentos más dramáticos y menos difundidos de la historia de las Madres de Plaza de Mayo que en La Rebelión... no es mencionado.
Transcurría 1980 cuando María Adela Antokoletz, una de las integrantes del grupo fundador, informó a la comisión directiva que le había llegado un mensaje de las Fuerzas Armadas en el que se pedía que armaran una lista de veinte desaparecidos a los que harían “aparecer”. La condición era que no estuvieran ya muertos o implicados en delitos de sangre. El número veinte, sugestivamente, coincidía con la cantidad de integrantes de la comisión. Ahí surgió un intenso y doloroso debate entre ellas acerca de si debían o no responder a esta “oferta”. La mayoría de las integrantes de la comisión la rechazó, pero algunas pocas Madres dijeron que iban a presentar la lista porque, al menos, tendrían la satisfacción de salvar a algunos de sus hijos. Gorini explica los pormenores del hecho. “Todas ellas estaban siendo víctimas de la más terrible de las extorsiones. Ahí se vio el pasaje de la maternidad biológica a esa maternidad socializada de las Madres de Plaza de Mayo, que ya sentían que eran madres de los treinta mil desaparecidos. Fue el pasaje de lo individual a lo colectivo, de lo familiar a lo social. Y se vio la dignidad enorme de esas mujeres que rechazaron la extorsión, que no sólo estaba destinada a torturarlas psicológicamente sino a desestructurarlas como movimiento.” Esta bisagra en la historia de las Madres refleja un elemento común en el recorrido de la organización que el propio Gorini se encarga de explicitar a lo largo de su obra: la osadía discursiva de las Madres, logrando construir un lenguaje novedoso que confrontó con los sentidos y representaciones sociales dominantes.
Informe: Tomás Forster.
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