EL PAíS › MANIFESTACIONES DE CAMIONEROS Y OBREROS DE LA CONSTRUCCION
La movilización de los camioneros y el paro de la rama sumideros de ese sindicato, los trabajadores que se encargan de la limpieza de las bocas de tormenta, amenazaban con paralizar la ciudad. Era una muestra del poder de presión, si se quiere, con que cuenta el Sindicato de Camioneros que dirige Pablo Moyano, el hijo del secretario general de la CGT. “La rama está parada en toda la Capital. Hasta que no se solucione el conflicto, nosotros seguimos manteniendo la medida. Pobre Macri si llega a haber un despido”, advertía Moyano a mediodía, mientras los afiliados del gremio cortaban las calles Caseros y San José. Después llegaron las negociaciones con los ministros porteños Néstor Grindetti (Hacienda) y Juan Pablo Piccardo (Espacio Público) y el anuncio del levantamiento de la medida. El gobierno de Macri se había comprometido a abonar los salarios caídos y a retrotraer suspensiones y despidos que habían motivado la protesta.
El conflicto se desató por el retraso en el pago por parte del gobierno porteño a las empresas privadas que se encargan de la limpieza de los sumideros y bocas de tormenta, que proveen de agua a las villas de emergencia y usan tanques atmosféricos para aliviar cloacas y desagües. “El gobierno de la ciudad no les paga a las empresas desde hace seis meses y éstas empezaron a suspender empleados”, se quejó Moyano ante los micrófonos por la mañana. La amenaza de que el gobierno porteño se viera rodeado de recolectores de residuos, lo que hubiera complicado aún más una jornada que tuvo otro dolor de cabeza para el macrismo, obligó a Macri a buscar un acuerdo rápido y accedió a reguralizar los pagos atrasados a las empresas prestatarias del servicio.
El convenio acordado entre Moyano, Piccardo y Grindetti también incluyó otra mejora para los afiliados de Camioneros. Tras anunciar el levantamiento del paro y las protestas en la calle, Moyano señaló que los trabajadores de la rama sumideros recibirían una bonificación extraordinaria de 500 pesos.
La pulseada con los camioneros no fue el único contratiempo que ayer alteró los nervios de los funcionarios macristas. A medida mañana, la esquina de Avenida de Mayo y Bolívar se vio sacudida por la llegada de una ruidosa columna de la Uocra. Vestidos con sus cascos amarillos, los afiliados de la construcción se manifestaron frente a la Jefatura de Gobierno durante varias horas. La Uocra reclamó por “la paralización de las obras públicas” que está impulsando el gobierno de Macri y advirtió que esa decisión podría dejar sin empleo a unos dos mil afiliados.
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