EL PAíS › UN DOCENTE DE LA UBA QUE ES ABOGADO DE REPRESORES
Es defensor de Ricardo Cavallo, entre otros represores, y enseña en Derecho. Un alumno cuestionó sus dichos en clase y pidió su expulsión en una carta al decano de la facultad.
› Por Gustavo Veiga
Alfredo Solari combina sus clases de derecho en la UBA con la defensa de represores. Su verba inflamada es prolífica en metáforas bélicas y en definiciones que impactan. “¿Para qué les pagamos a los militares?”, se preguntó –y les preguntó– a sus alumnos de Garantías Constitucionales en el Proceso Penal durante la primera clase del año. Un instante después interrumpió el silencio sepulcral del aula 233 con una respuesta de dos palabras: “Para matar”. Sus intervenciones posteriores siguieron la misma línea argumental, con alusiones complacientes a la última dictadura y críticas a la política de derechos humanos del Gobierno. El alumno Martín Gerónimo Gianella lo interrumpió varias veces para hacerle preguntas y condensó varios pasajes del contrapunto con el profesor y abogado en una carta que le envió al decano de la facultad, Atilio Alterini. En ella pidió la expulsión del docente de la Universidad de Buenos Aires y sostiene que cuenta con el respaldo de otros estudiantes.
“Siento estupor, dolor, tristeza y una profunda desesperanza al enterarme de que en nuestra facultad un nazista que se autodenomina ‘ultraliberal’ se encuentre dando clases. Y trágicamente paradojal es que esas clases tengan que ver con el Derecho Constitucional. ¿Cómo pudo pasar, doctor Alterini?”, se interroga Gianella en el texto que presentó el viernes por la noche y en el que solicita un juicio académico para Solari (el procedimiento para analizar la destitución de un docente). El letrado de Ricardo Miguel Cavallo, entre otros militares acusados de delitos de lesa humanidad, es también profesor adjunto de la Facultad de Derecho elegido por concurso. La cátedra tiene como titular a Juan Vicente Sola, director del Departamento de Derecho Público I.
La tarde del 9 de marzo, en la apertura del ciclo lectivo 2009, Solari llegó al aula 233 acompañado por su ayudante. Según Gianella, “empezó a cuestionar al gobierno democrático de Venezuela, al ‘bloque soviético’ y al gobierno actual argentino, sin un aparente hilo conductor, hablando una y otra vez de las virtudes del sistema de garantías vigente en los Estados Unidos de Norteamérica”. Estos conceptos o su definición sobre el papel que deben cumplir los militares (no aclaró en qué circunstancias y a quiénes deberían “matar”) se explican por el lugar que eligió Solari para desarrollar su actividad profesional como abogado y las reflexiones que vuelca en sus escritos en el Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires (Ieeba) y la revista Cabildo.
El letrado defiende, además de a Cavallo, a varios ex integrantes de los grupos de tareas de la ESMA como Juan Carlos Rolón, Raúl Scheller, Néstor Omar Savio, Alberto Eduardo González y Pablo García Velasco. Partidario de una amplia amnistía para los militares que cometieron violaciones a los derechos humanos, la justifica en que “el proceso asegurará el fin de todas las mentiras. Saneará la República. Clausurará el pasado, con una decisión racional”, como escribió en su Carta abierta de un defensor a un prisionero político y de guerra.
“Desde mi trinchera en uno de los actuales teatros de operaciones, el ámbito judicial, veo claramente que ninguna de las armas jurídicas que la Constitución te otorga, ninguna, absolutamente ninguna, sirve. Ni servirá, tal como las cosas están planteadas. Y están claras las razones: porque el problema no es jurídico, sino que es político. Y en consecuencia, las armas jurídicas no sirven ni servirán para resolverlo”, le escribió en su carta abierta de ocho carillas a un camarada indeterminado.
Consultado por Página/12, el joven, quien milita en la agrupación universitaria Non Bis in Idem (NBI) –la segunda fuerza en Derecho–, describió cómo vivió la exposición de Solari en el aula: “No puedo explicar la indignación que tenía. Es un profesor que está hace muchísimos años en la facultad y en un momento, cuando explicó que los militares tenían la función de matar, a una pregunta mía, me respondió: ‘Si usted no entiende eso, no entiende nada’”.
Gianella entonces le preguntó: “¿Está usted de acuerdo con que se hayan matado 30.000 personas durante la última dictadura militar?”. Una descripción le bastó para contarle en su carta al decano la reacción de Solari: “Vaciló como hasta entonces no lo había hecho, se vio ligeramente disgustado y dijo que no tenía por qué responder, que yo no tenía autoridad para hacerle aquella pregunta. Pero como si su evidente ocultamiento fuera poco, luego afirmó que la dictadura militar había ‘salvado al Partido Peronista’...”
Al abogado que recomienda leer Cecilia Pando en su página de la Asociación de Familiares y Amigos de los Presos políticos de Argentina (AFyAPPA) puede que le importe poco la denuncia de un alumno. Solari está abocado a metas más elevadas y así lo demuestra en sus Breves reflexiones de actualidad sobre la cuestión militar: “La Nación está en riesgo, y sus hombres de armas también. Y cuando la Patria convoca, nadie debe quedar inactivo”.
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