Sáb 02.05.2009

EL PAíS  › EL NEGOCIO PRIVADO Y LAS RESPONSABILIDADES DEL ESTADO EN TORNO DEL CONTROL DE LA INMINENTE PANDEMIA

Una carrera por la vacuna y los antivirales

El gobierno argentino, como otros países, dispuso retirar los antivirales de la venta de las farmacias y administrarlos a través del sistema de salud. La OMS advirtió que se debe garantizar el acceso de los países pobres a los medicamentos.

› Por Pedro Lipcovich

“Piense que en Buenos Aires ya es imposible conseguir barbijos, por la enorme demanda: imagínese si se liberara la venta de antivirales”, comentó a este diario un especialista de la Sociedad Argentina de Infectología, con relación a la medida que en la Argentina, como en otros países, dispuso retirar estos productos de la venta en farmacias y administrarlos a través del sistema de salud. Ayer en Estados Unidos, donde rige un criterio similar, se dispuso no administrar estos fármacos a pacientes con síntomas leves y reservarlos para casos más importantes. Estas situaciones se dan en el marco de un cuadro mundial donde los recursos actuales –antivirales– y futuros –vacuna– son y serán limitados para enfrentarse a la epidemia de gripe A H1N1 (nombre que, de acuerdo con la OMS, reemplaza a “gripe porcina”, ya que la enfermedad se transmite de humano a humano). La OMS requirió “garantizar que los países pobres tengan acceso” a los medicamentos. Mientras tanto, el virus se muestra menos agresivo de lo que parecía inicialmente, aunque “podría venir una segunda oleada más virulenta”, advirtió el infectólogo. El Centro de Control de Enfermedades de Europa prevé que el 50 por ciento de la población se infectará, pero que sólo dos tercios tendrán síntomas y que en la mayoría de los casos éstos no serán graves.

Marcelo Blumenfeld, coordinador de la comisión de enfermedades emergentes de la Sociedad Argentina de Infectología, comentó que, ayer, “en Nueva York se cambiaron las indicaciones para el tratamiento de la gripe A H1N1: como la epidemia se extiende y, a la vez, hay muchos casos leves o sin complicaciones, se decidió no administrar el antiviral oseltamivir a estos pacientes: indicarles el tratamiento habitual para la gripe y reservar el medicamento para los casos más severos. Estados Unidos es probablemente el país con mayor disponibilidad de antivirales: sin embargo, limitan su uso de acuerdo con la evolución de la epidemia”.

En la Argentina, sin embargo, Marcelo Peretta, presidente del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos, reveló que “el Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos hizo una presentación formal para que, de los 610 mil tratamientos disponibles de oseltamivir, el 30 por ciento esté disponible en las farmacias privadas”. De acuerdo con esta propuesta, el medicamento podría ser recetado por cualquier médico: “Sólo se expendería bajo receta, cuando un médico lo indique”. El precio de cada tratamiento oscila entre 132 y 152 pesos, de modo que la facturación, para ese 30 por ciento del total, llegaría a unos 27 millones de pesos.

En cambio Enrique Roca, vicepresidente de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), admitió que “si bien en la Argentina todavía no hay ningún caso comprobado de la epidemia, es acertado que el Estado, en línea con las recomendaciones de la OMS, haga más eficiente el uso de estos medicamentos, para evitar que se acaparen en manos privadas con fines de lucro o que el acceso deje de ser universal”. Y Daniel Alvarado –representante de Farmacéuticos sin Fronteras y ex titular de la COFA– subrayó que “el Gobierno está siguiendo los protocolos de la OMS: ante la epidemia, el Estado debe hacerse responsable de distribuir la medicación”.

Blumenfeld señaló que “ayer ya era imposible conseguir barbijos en Buenos Aires, tanta fue la gente que compró aunque no se los considera necesarios para la población general: permitir que la gente adquiera antivirales con la receta de un médico cualquiera sería fomentar un uso irracional del medicamento”. En cuanto a la forma de acceso a los fármacos, Carlos Soratti, secretario de Políticas, Regulación e Institutos del Ministerio de Salud de la Nación, explicó que “cada caso de gripe A H1N1 debe ser notificado obligatoriamente por los profesionales a la dirección de epidemiología del área correspondiente: en estas áreas cuentan con los stocks de oseltamivir que se administran en todos los casos, pertenezcan al sistema público, privado o de seguridad social”.

La Argentina disponía ya de 500.000 tratamientos de oseltamivir, a los que se sumó una reciente compra de 110.000. “Es lo que el fabricante (Roche, con sede en Suiza) ha ofertado como disponible, en un contexto de demanda mundial y bajo una situación monopólica”, señaló Soratti. La firma Roche anunció que cuenta con una red global con capacidad de producir anualmente hasta 400 millones de tratamientos en plantas de Estados Unidos y Europa. El otro antiviral que se considera apto para atenuar los efectos de la gripe A H1N1 es el zanamivir, producido por Glaxo. “Se están haciendo gestiones para adquirirlo”, afirmó Soratti.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció “consultas con la industria farmacéutica para evaluar la disponibilidad de antivirales” y “garantizar que los países pobres tengan acceso” a ellos. La entidad internacional empezó a distribuir sus reservas de oseltamivir, que se componen de dos millones de dosis más otros tres millones para casos de “emergencia”.

De todos modos, no se trata de que el antiviral sea necesario para curar la gripe A H1N1 en general. Por eso, “cuando la epidemia va avanzando, el tratamiento se reserva para los casos graves o, en forma preventiva, para quienes hayan estado en contacto con un enfermo y tengan factores agravantes, como deficiencias inmunitarias o enfermedades cardiovasculares”, puntualizó Blumenfeld.

El Centro de Prevención y Control de Enfermedades de la Unión Europea (ECDC) estimó ayer que “alrededor del 50 por ciento de la población europea contraerá el virus, pero un tercio no tendrá síntomas y, en los dos tercios restantes, la mayoría serán de carácter leve”. El organismo advirtió que “el término ‘pandemia’ se refiere a la extensión de una enfermedad y no a su gravedad”. Nancy Cox, jefa de la división de gripe del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), se esperanzó en que “no vemos las señales de virulencia que se veían en la gripe de 1918”, que fue la mayor epidemia de la historia. De todos modos –observó Blumenfeld–, “si bien la enfermedad se presenta más leve de lo que se supuso inicialmente, hay que esperar, porque la epidemia puede funcionar en olas sucesivas y la siguiente podría ser más virulenta”.

Entre tanto, el CDC norteamericano inició el trabajo de preparación de una vacuna contra el nuevo virus; una vez encontrada, la producción se trasladaría a laboratorios privados, en un proceso que (como ya estimó la OMS) tardaría varios meses. “La pregunta es: ¿quién la recibirá? –observó Richard Besser, director del CDC–: ¿a quién vacunaremos? Es una decisión más social que científica. Claramente, no podemos vacunar a 300 millones de personas”, explicó, limitándose a la población de su país.

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