EL PAíS › LOS CANDIDATOS MAS JOVENES DE LAS LISTAS K, UNION PRO Y ACUERDO CIVICO Y SOCIAL
Soledad Martínez, de PRO, es la concejal más joven de la provincia y candidata a diputada nacional. Rocío Sánchez Andía va tercera en la lista de legisladores porteños del Acuerdo Cívico. Mariano Recalde y Andrés Larroque representan a la juventud K.
› Por Werner Pertot
Se plantea como una verdad incuestionable: ser joven es un valor positivo en sí mismo. Son “lo nuevo”, “el futuro”, “la renovación”, “la nueva generación”, “la juventud maravillosa”, “divino tesoro”. Etcétera. En campaña, ese valor se traslada a las candidaturas. No es casual que dos de las cabezas de las listas de legisladores porteños lleven a dirigentes de treinta y pico. Ni que en las distintas boletas aparezca al menos un candidato de esa edad. En diálogo con Página/12, los candidatos jóvenes del kirchnerismo, Unión-PRO y el Acuerdo Cívico les desconfían a los lugares comunes.
Al momento de sacarse la foto conjunta, todos se mostraron muy políticamente correctos. No hubo chicanas. “Yo vine en son de paz”, se atajó la joven de Unión-PRO. “Son combativas”, le comentó uno de los juvenilios K a otro al escuchar a la candidata de Acuerdo Cívico discutir por teléfono. Cuando se enteró de que iba tercera en la lista de legisladores, exclamó: “Ah, pero ella sí que no es testimonial”.
Los dos empezaron a militar a la misma edad: 13 años. Y lo hicieron en el mismo secundario, aunque en diferentes épocas. Ambos fueron presidentes del centro de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires. Mariano Recalde en 1990 y Andrés Larroque, en 1995. Desde su paso por el secundario, le dicen El Cuervo porque llevaba una remera de San Lorenzo como si fuera su propia piel y de ese apodo no podrá librarse nunca más.
En ese secundario, Recalde militó en la agrupación “Eva Perón” y su referente era Pablo Marchetti, actual director del periódico Barcelona.
Recalde es hijo del diputado y abogado de la CGT Héctor Recalde, con el que investigó el caso de las coimas de las empresas de tickets canasta. Tiene 37 años y va en el décimo lugar de la lista de legisladores porteños del Frente para la Victoria. Larroque es el secretario nacional de La Cámpora, la agrupación en la que milita Máximo Kirchner. Tiene 32 años y va en el octavo lugar de la boleta de diputados nacionales por la Capital.
“Mi militancia no tuvo que ver con mi viejo”, aclara Recalde, que fue uno de los fundadores de la agrupación NBI en la Facultad de Derecho de la UBA y militó en el sindicato de los judiciales UEJN, que conduce Julio Piumato. Larroque proviene militancia social en las villas y en 2003 formó parte de Juventud Presente (JP), una de las agrupaciones que convergió en La Cámpora. Lo eligieron secretario nacional en pleno conflicto con los ruralistas y fue uno de los impulsores de la campaña “Clarín Miente”.
En las listas anteriores del kirchnerismo, los rostros de los candidatos jóvenes fueron Juan Cabandié y Victoria Donda, ambos hijos de desaparecidos. Tanto Recalde como Larroque tienen una estrecha relación con el legislador porteño. Los dos discuten la idea de ser joven como un valor en sí. Larroque plantea que puede encontrar más coincidencias “con los setentistas” que con la generación que emergió de la dictadura. “Hay jóvenes que se parecen mucho a las generaciones más viejas, con vicios del pasado. Y viejos que tienen intactos los ideales”, sostiene Recalde. “Hace diez años había un descreimiento grande de los jóvenes. Hoy se están sumando más pibes a la política, aunque tampoco quiere decir eso que te atropellan por la calle de tantos que son. Pero sí a través de los blogs, las páginas, te aparecen pibes que se interesan”, sostiene Larroque. “Con mis compañeros del secundario me reúno todos los jueves y hoy se discute de política. Se volvió algo normal como hablar de fútbol y minas”, aporta Recalde.
“Yo disfruto ser joven. Soy joven en la vida y soy joven en la política”, dice la candidata de PRO que va 13ª en la lista de Francisco de Narváez. “Vivimos siempre en democracia. No tenemos la mochila del pasado. Y tenemos la visión de Mauricio de hacer y hablar poco”, sostiene Soledad Martínez, titular de Jóvenes PRO. Con 26 años, es la concejal más joven de la provincia. Asumió en 2007 en Tres de Febrero. “Los otros concejales me miraban raro. La mayoría tienen de 40 para arriba. La primera mitad del 2008 me costó adaptarme”, cuenta. No es la única joven en las listas del PRO: Fernando de Andreis, con 33 años, encabeza la boleta de legisladores porteños. Fue jefe de Gabinete del secretario general del Gobierno porteño, Marcos Peña, otro de los rostros jóvenes de PRO.
Nacida y criada en Barrio Jardín, de Tres de Febrero, el primer recuerdo de la política de Martínez se lo dio su abuelo, que era delegado de la UOM. “Me llevaba a mis clases de tenis cuando era chica. Y a la ida y la vuelta me enseñaba la marcha peronista”, se ríe y aclara que no es peronista. Cuando la conoció el intendente Hugo Curto, le comentó que recordaba a su abuelo.
Martínez se acercó en 2002 a la Fundación Creer y Crecer, que es el think tank del macrismo, y allí conoció a Jorge Macri, que en ese momento presidía la fundación. “Nunca tuve prejuicios sobre Macri. Creí que podía aportar desde lo técnico en soluciones concretas. Llegué y vi gente como yo”, dice. Desde que es concejal, tiene un blog en el que comenta los hechos políticos. Por ejemplo, Mauricio Macri desdobló las elecciones porteñas, posteó: “Calentitos los panchos para Francisco y Felipe”.
Al igual que la candidata de PRO, estudia comunicación social, pero en la UBA y no en la Universidad del Salvador. Rocío Sánchez Andía es la tercera en la lista de legisladores del Acuerdo Cívico. “Es mi candidata”, dijo Carrió esta semana en el acto en que la presentó, mientras la tomaba del mentón con cariño. La líder de la CC reivindicó la lista de legisladores como la que más jóvenes tiene: la encabeza Fernando Sánchez, de 35 años, y en el octavo lugar va Maximiliano Ferraro, de 33.
Sánchez Andía tiene 30 años y es imposible reconocer su tonada: nació en Córdoba, pero por el trabajo de su padre, ella y sus cinco hermanos viajaron por todo el país, de Chubut a Misiones. “Tengo las palabras de todos lados. Soy bien federal”, comenta. Su compromiso político le llegó al mismo tiempo que tomó la primera comunión, a los 17. A esa edad, empezó a militar en una parroquia de Palermo, cerca de Plaza Las Heras. “Ese es el mensaje no de Lilita, sino de Cristo mismo: la solidaridad, pensar en el otro”, sostiene. Es católica practicante: fue catequista desde los 18 hasta los 26, y va a misa regularmente. Su militancia social siguió en un programa de educación no formal del gobierno porteño y luego cerca de la murga “Los guardianes de Mugica” de la villa 31.
Entró al ARI a través de la corriente Jóvenes por la Igualdad (JXI) y empezó a militar en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Quedó fascinada con la figura de Carrió: les discutía a sus amigos cuando la criticaban por llevar al cuello una cruz gigante. Trabajó con el legislador Facundo Di Filippo durante el juicio político a Aníbal Ibarra y luego con la diputada provincial Maricel Etchecoin Moro (otros dos de los rostros jóvenes de la Coalición Cívica). Para ella, ser joven es “un tema totalmente odioso”. “Se puede ser joven en la política y practicar la misma política clientelar de los noventa”, coincide –sin saberlo– con los jóvenes K.
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