EL PAíS › LA LUPA
› Por J. M. Pasquini Durán
Como sucede con algunos chistes, los que comienzan por parecer graciosos a veces terminan por ser aburridos y por demás obvios. Si el que dice el chiste, además, tiene que explicarlo, todo el efecto buscado se perdió. Aunque no era un chiste, el asunto de las candidaturas testimoniales terminó en la misma cantera de frustraciones debido a que la oposición tiene una fuerte tendencia a utilizar el método ladilla, que consiste en vivir de las partes íntimas del otro en lugar de las propias energías. Este malentendido, por ingenuidad o por malicia, gastó una quinta parte del plazo total para la campaña por las elecciones legislativas. Si pudo ser un sustituto eficaz se debió a la campaña mediática, cuya maquinaria suele estar ávida de los costados más frívolos o escandalosos, pero también por la vaciedad del discurso político.
Falta un mes y medio para votar y los ciudadanos apenas si están familiarizados con una docena de nombres, pero ni que hablar de qué piensa cada uno de ellos sobre los temas de la realidad cotidiana. En más de un caso, ese tipo de definiciones es comparable con cualquiera de los enigmas de Agatha Christie.
Aunque los encuestadores opinan que los resultados de sus mediciones actuales no son favorables, o tanto como esperan, a los candidatos oficiales, incluidos los bonaerenses, nadie se atreve a suponer que el Frente para la Victoria pueda perder en el segundo cordón del Gran Buenos Aires. Otros opinan, en cambio, que no hay razones para un éxito del tamaño que necesita el oficialismo para compensar otras derrotas. Una vez más, las encuestas sirven para barrido y para fregado, y están ajadas de tal manera que sólo son eficaces para los especuladores de la política, ya que no anotan ni siquiera las tendencias mayoritarias. En ningún distrito hay quien se anime a apostar sobre seguro a mano de algún candidato.
Al ciudadano común, los comicios le demandan mucho menos tiempo que a los profesionales de la política, pero la intensidad con que toma decisiones es por lo menos equivalente. No existen evidencias serias y responsables que indiquen la existencia del voto descalificado o de menor categoría que cualquier otro. Que los gorilas no soporten la persistencia peronista no quiere decir que votar lista peronista 1, 2 o 3 implique una calidad distinta para la democracia.
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