EL PAíS › MACRI, DE NARVáEZ Y SOLá SE JUNTARON A COMER PARA MOSTRARSE UNIDOS
› Por Werner Pertot
Tal vez tomaron la idea de almorzar frente a las cámaras de Mirtha Legrand. Lo cierto es que la reunión de la tríada de centroderecha se convirtió en una comida grabada por la televisión en tiempo real. Ante los vecinos que pegaban la nariz al vidrio y los noteros que fiscalizaban cada bocado, Mauricio Macri, Francisco de Narváez y Felipe Solá degustaron diversos platos en un bodegón de San Cristóbal. Algunos transeúntes se acercaron a insultarlos, otros les pidieron autógrafos a la salida. Mientras el jefe de Gobierno se escapaba sin hablar, De Narváez advirtió que “no hay ninguna fractura, lo desmentimos profundamente”.
El almuerzo fue una de las típicas ocasiones pensadas para la foto, para despejar, una vez más, los rumores de ruptura. Eligieron para el almuerzo un bodegón de San Juan y Sarandí, cuya especialidad son los caracoles, la rana y la tortilla de papa. El cubierto no baja de los 60 pesos por cabeza. “A la hora de pagar la cuenta por ahí hay goma. Que vos comiste algo más caro, que vos tomaste más”, bromeó un distendido Solá, que llegó primero y solo. El ex gobernador, que viene siendo relegado tanto en los spots como en las recorridas de su compañero de fórmula, sostuvo que “las diferencias que pueda tener con Francisco son mínimas”. “Cuanto más se especule con nuestra separación, más fuertes nos sentiremos”, estimó.
De Narváez y Macri llegaron juntos y, tras los abrazos y las fotos de rigor, entraron y se sentaron al lado de una ventana. Lo que siguió fue una suerte de reality show del almuerzo. Frente a las cámaras, Macri y De Narváez se pidieron un agua mineral, mientras que Solá se animó a un jerez de aperitivo. Les trajeron jamón crudo y queso, mientras se empezaba a agolpar gente frente al vidrio. Una mujer les mostraba una botella de cerveza, otro comentaba que Macri se había hecho un sanguchito.
Estaban terminando la degustación de fiambres cuando apareció un hombre con un gorro amarillo, que decía “taxi”. Apartó a algunos curiosos y golpeó el vidrio, que estaba a escasos centímetros del rostro de Macri. “¡Acá no vengás más! ¡Este es mi barrio y no la mierda donde vivís vos! ¡Por 45 años laburó mi viejo en el correo para que vos lo rajes! ¡Soy de Boca y siempre te odié!”, le gritó a Macri. Se le acercaron varios asesores que le ofrecieron pagarle un almuerzo a cambio de que se alejara.
Macri primero le hizo un gesto de silencio y luego intentó ignorarlo. De Narváez hizo lo mismo, pero Solá les dijo: “Yo esto no me lo banco”, y se levantó de su silla. “Te estás aprovechando porque hay cámaras. ¡Yo no te voy a molestar cuando almorzás!”, lo cruzó. “Ah, ¿¡jamón crudo comés?! ¿Por qué no les dan de comer a los pibes de la calle, que se mueren de paco?”, insistía el hombre a los gritos, mientras lo rodeaban los custodios del gobierno porteño, todos rigurosamente de traje.
–No tiene derecho a estar acá –le dijo uno de ellos.
–Estoy en la calle. ¿De mi barrio me voy a ir, boludo? –le gritó el hombre. El custodio le susurró algo al oído. Se acercó un policía y el vecino se fue dando grandes zancadas. Tres robustos hombres de traje formaron una sólida valla humana frente al vidrio, a través del que los vecinos seguían viendo y comentando cómo Macri masticaba su salmón rosado con papas y bróccoli y los bonaerenses compartían dos tortillas de papa. De postre, Macri pidió un flan con abundante dulce de leche, Solá una natilla y De Narváez un postre vigilante, del que el jefe de Gobierno le robó un pedazo. “¡Y los pobres nos cagamos de hambre!”, gritó una señora, que se llevó la mano a la boca al ver a los custodios.
Tras el café, concluyeron los 45 minutos de almuerzo televisado –que nadie pagó, la casa invita– y De Narváez y Solá salieron a contestar preguntas, mientras que Macri se escabulló. El empresario-candidato explicó que se reunieron para dividirse “los roles en las distintas visitas que tenemos programadas”. Sostuvo que “hay conversaciones con los intendentes permanentemente” e interpretó que promoverán el corte de boleta a su favor “porque la gente no lo quiere a Kirchner y su presencia en la boleta es un peso que ellos no pueden soportar”.
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