EL PAíS › ANETO, UNO DE LOS ACUSADOS POR EL SECUESTRO DE LOS AVELLANEDA, CONFESó
El policía retirado Alberto Aneto lloró al quedarse sin coartadas ante el testimonio de un testigo de su defensa. Admitió que hacía inteligencia en las fábricas donde trabajaba Floreal Avellaneda, el padre del chico torturado y asesinado.
› Por Adriana Meyer
Y cuando su coartada había quedado desbaratada, finalmente lloró. “Soy inocente”, dijo el policía retirado Alberto Aneto, acusado de haber secuestrado y torturado a Iris y Floreal Avellaneda el 15 de abril de 1976. Fue el final de una nueva declaración que ayer pidió hacer en el juicio oral que lleva adelante la Justicia federal de San Martín. Aneto reconoció haber participado en la represión haciendo “inteligencia sobre las fábricas” de la zona de Munro y Villa Martelli, entre ellas Tensa, donde trabajaba Floreal Avellaneda padre. Sin embargo, intentó involucrar a otros represores y al personal de la comisaría de Munro en los hechos de los que fueron víctimas los Avellaneda. “Toda la investigación sobre la fábrica, si el hombre era de una ideología o de otra, lo sabían ellos”, dijo sobre Floreal padre, a quien habían ido a buscar aquella madrugada.
A Julio Celestino Insaurralde lo esperaban el viernes pasado en el juicio oral que está juzgando a seis genocidas, entre ellos Omar Riveros y Fernando Verplätsen. Ese día fue la abogada Elda Berasain, defensora de Aneto, la que tuvo un pico de presión porque le había fallado “su principal testigo”: el supuesto quinielero. Aneto argumenta que esa noche, en la que Iris relató haber sido secuestrada por una patota integrada por él y haber sido torturada bajo su mando, estuvo ocupado con el interrogatorio a Insaurralde por vender quiniela clandestina.
Ayer apareció y las sorpresas siguieron. La primera fue cuando le preguntaron su ocupación. El testigo dijo que era mecánico, que la que se dedicaba a levantar quiniela era su esposa pero que lo llevaron preso a él. Luego de recordar que fue detenido en horas de la tarde o noche y que fue llevado a la comisaría de Villa Martelli, contradijo toda la coartada de Aneto: señaló que sólo estuvo cinco o diez minutos con el policía imputado y que esa noche no comió, mientras que Aneto había sostenido que compartió con el detenido un sandwich de milanesa. Agregó que pudo ingerir algo recién al día siguiente y que fue un pollo con papas que le llevó su suegra. También dijo que debió dormir en un calabozo, “en el suelo y con frío”, y así desmintió a Aneto, que había declarado que él mismo trasladó a Insaurralde a su oficina por tratarse de un contraventor.
Cuando terminó el interrogatorio al que iba a ser el testigo clave de la defensa, Aneto pidió ampliar su declaración indagatoria para tratar de revertir el revés que había sufrido su estrategia. Intentó demostrar que Iris Avellaneda no estuvo en la comisaría Villa Martelli, sino que todo ocurrió en la de Munro. “La inteligencia sobre las fábricas, como lo hacía mi encargado de calle en Villa Martelli, cuando no podía solucionar el problema tenía que acudir a los militares. El coronel Calatayud dijo al esposo de una de las hermanas del querellante que cualquier cosa llamara a la comisaría de Munro”, explicó Aneto. “El comisario mayor Celia no debe ser ajeno al hecho de esa noche, tan grave como la detención de una criatura”, acusó. Ya con la voz temblorosa dijo estar “en una cárcel de máxima seguridad, con cáncer y la familia destruida”. ¿Quiere agregar algo más?”, preguntó la presidenta del tribunal, Lucila Larrandart. “Soy inocente, señora presidenta”, fue la respuesta en medio del llanto.
“Cuando no les queda otra aplican la doctrina Bussi y lloran”, concluyó la abogada querellante Myriam Bregman, de Justicia Ya! Poco antes, la también querellante Sabrina Dentone, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, había rechazado el pedido de la defensa de que las personas mencionadas sean citadas como testigos. “Son posibles imputados, por lo que describió Aneto, y deben ser investigados”, argumentó la letrada, aunque sin éxito, porque fueron convocados como testigos para mañana.
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