EL PAíS › DOS MODELOS Y CINCO HIPOTESIS ELECTORALES
Las elecciones del próximo domingo se definirán en tres distritos: Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza. Allí juegan las eliminatorias para 2011 cinco eventuales candidatos presidenciales: Kirchner, CFK y Scioli por el oficialismo, Reutemann y Cobos por la oposición. El panorama se completa con Macri, que no se expone el domingo, y Carrió, que siempre participa porque es inmune a los resultados.
› Por Horacio Verbitsky
La crítica al escaso debate de ideas y al farandulismo de la campaña electoral se ha convertido en un tópico del que pocos escapan, como si la asistencia a un programa humorístico de televisión descalificara a los candidatos o pusiera de manifiesto la chatura de su pensamiento. Sin embargo, el electorado ha recibido la dosis de información que considera necesaria acerca de las principales ofertas que se encontrarán en el cuarto oscuro el domingo próximo: la tan idealizada discusión de propuestas tuvo una audiencia cinco veces menor que el programa en el que baila Francisco de Narváez, cantan Gabriela Michetti y Felipe Solá y al que se niegan a concurrir Elisa Carrió y Néstor Kirchner.
Los resultados dirán más sobre el estado de la sociedad que acerca de la calidad de los postulantes que la reclaman. El actual sistema requiere reformas urgentes y profundas, sobre las que la Cámara Nacional Electoral viene formulando recomendaciones desde hace varios años. La financiación partidaria sigue siendo el lado oscuro de la política, que desequilibra las posibilidades. Llevan ventaja quienes poseen fortuna propia o consiguen aportes de sectores interesados en obtener beneficios a cambio, porque están en el poder o parecen tener chance de alcanzarlo y no les repugna ese tipo de transacciones. La duración de la campaña es violada en forma grosera y no existen controles que lo impidan. Una rendición imprecisa de cuentas sólo se castiga con el retiro de aportes estatales para la próxima vez, pero no opera sobre el origen del problema, que es el de los fondos que se gastaron. El aburrido sistema chileno es algo más igualitario: prohibición de avisos con fondos privados en televisión, espacios gratuitos durante un período breve, en apenas dos franjas horarias, al mediodía y a la noche, asignados por sorteo a los principales candidatos, para que el poder económico no sea la única razón. Con todo, los pueblos se las ingenian para hacerse escuchar a través de las elecciones y cuando los gobernantes no se dan por enterados entran en zona de turbulencia, como aprendió el último presidente radical. No hay en todo el mundo electorados revolucionarios con dirigentes conservadores, ni a la inversa.
El jefe de gobierno porteño postuló la reprivatización del sistema jubilatorio y de la aerolínea de bandera. Su socio colombiano ratificó que no se trataba de un lapsus de Maurizio Macri sino de una definición política central de UniónPro, que él por supuesto comparte. En el gobierno nacional esa definición causó júbilo porque entendió que sinceraba una posición que hasta ese momento no estaba clara. En realidad sólo ratificó lo evidente: el año pasado Macri y su partido encabezaron la oposición a ambas estatizaciones, que sólo tienen en común el estado de necesidad. Si el Estado no se hubiera hecho cargo de Aerolíneas Argentinas, la empresa creada hace seis décadas por el primer peronismo hubiera desaparecido y sólo las pocas rutas rentables hubieran tenido servicio, brindado por Austral, hacia la que los ex propietarios españoles de AA derivaban material y frecuencias, y por LAN, donde los hijos homónimos de José Alfredo Martínez de Hoz y de Mariano Grondona representan al magnate y candidato de la derecha chilena Sebastián Piñera, a quien algunos gremios aeronáuticos señalan a la vez como fachada de American Airlines. La recuperación de los fondos previsionales frenó la hemorragia de recursos, imprescindibles para su inyección en la economía real en momentos de la peor crisis mundial en casi un siglo y acabó con las corruptas colocaciones de Obligaciones Negociables de grandes empresas privadas, a precios inflados que pocos días después de la emisión se desplomaban, de modo que las cuentas de los jubilados cargaran con el clavo mientras los beneficios se repartían lejos de la vista del público. Sólo en 1995 estuvo tan a la vista como ahora lo que se pone en juego en una elección. Los discursos de la presidente CFK y de su candidato bonaerense machacan sobre la visión que guía sus pasos. Si Macri y De Narváez han elegido confrontar en ese terreno con un enfoque antagónico no es por distracción sino porque creen que ese discurso es más atractivo para el público al que se dirigen en los dos únicos distritos en los que compiten, que concentran casi a la mitad del padrón nacional (46,6 por ciento). Así como decidieron desperonizar al máximo sus fórmulas, también entienden que la mayoría silenciosa ha vuelto al estado de ánimo privatista de hace veinte años. Habrá que esperar una semana para saber si acertaron. Por las dudas, denuncian que el campo de juego está hecho un potrero, como si sus contratos y su análisis psicofísico estuvieran en regla.
Pocas veces ha sido tan evidente, también, la monstruosa arquitectura institucional impulsada en 1994 por el presidente riojano, que al suprimir el Colegio Electoral quitó al interior poder de decisión en una elección presidencial como la de 2011, para la que el domingo se realizará un primer ensayo general. Un factor que cuenta, aunque nadie sabe todavía cómo cuenta, es la situación internacional. Así como nadie puede predecir si el virus A (H1N1) mutará hacia una forma tan letal como la de la tremenda pandemia de 1918, nadie puede decir tampoco de qué modo impactará en la política la peor crisis económica desde 1929. Lo que no merece ni un minuto de duda es que si el transporte aéreo decuplicó la velocidad de desplazamiento de un virus, la instantaneidad de las informaciones permite que los efectos políticos de algún hecho global sean simultáneos en distintos lugares del mundo. ¿Pero cuáles efectos? Las elecciones al parlamento europeo han mostrado una marcada ventaja de los partidos de derecha, que se impusieron en países donde ya gobernaban, como Francia, Italia y Alemania, pero también en otros donde los gobiernos son socialdemócratas, como España. Sí, pero en Estados Unidos ha ocurrido lo contrario. En una entrevista con el semanario alemán Der Spiegel, el historiador británico Timothy Garton Ash recordó el manifiesto firmado hace seis años por Jürgen Habermas y Jacques Derrida, que oponía a Estados Unidos con Europa y sus valores sociales progresistas. “Al descubrir la economía social de mercado”, agrega Garton Ash, los Estados Unidos de Obama que giran hacia la izquierda, “pronto serán más europeos que nosotros”. Su explicación para este fenómeno es que la clase media estadounidense “experimentó de primera mano la brutalidad y la injusticia de la economía de mercado sin control, por ejemplo en el sistema de salud”. Suena familiar, y en sus actos de campaña, Kirchner lo menciona. Dice que él tuvo más suerte que Cristina con su vicepresidente y menos con su colega norteamericano. La cuestión está en saber si la Argentina se parece más hoy a los Estados Unidos, que en medio del caos bancario y la recesión votaron en contra del neoliberalismo de Bush y por la gran esperanza negra, o la Italia de Berlusconi, quien ganó pese a sus relaciones con menores, fotografiadas en la portada del diario El País, igual que el uso de aviones militares para trasladar adolescentes a su residencia de Villa Certosa. Y además, Berlusconi obtuvo ese resultado sorprendente ¿porque la oposición de centroizquierda carece de rumbo y liderazgo o por que ante la obsesión por la seguridad dio una respuesta represiva, con la creación de las Rondas Negras que visten uniformes reminiscentes de las camisas negras del fascismo?
Desde 1983 en adelante las elecciones legislativas han sido premonitorias del desempeño de cada fuerza en las siguientes presidenciales. CFK llegó a la presidencia en 2007 con el impulso de su victoria sobre el duhaldismo en las legislativas de 2005. Los sectores sociales que se sienten agraviados por la política populista de los gobiernos kirchneristas plantearon esta elección como un plebiscito. Desde fines del año pasado varios de sus dirigentes lo dejaron saber en forma explícita. Eduardo Buzzi dijo que el objetivo de la Mesa de Enlace de las patronales agropecuarias era desgastar al gobierno. El vaciador de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, agregó este año “les ganamos en octubre y no terminan” y Elisa Carrió vaticinó una muy próxima elección presidencial. El gobierno recogió el guante y se dispuso a resistir esos embates, como lo ejemplifica la candidatura de Kirchner, que es jugar todo a una apuesta. Los empresarios rurales siguen siendo la clave de bóveda que sostiene el conflicto político. No es para nada casual que uno de sus voceros, Alfredo De Angeli, haya propuesto subir los peones a la camioneta, llevarlos al comicio y decirles por quién votar. De Angeli aspira a disputar la gobernación de Entre Ríos en dos años. La reacción de Buzzi se explica por las divisiones internas de la Federación Agraria, donde sus laderos Pablo Orsolini y Ulises Forte se presentan en las listas del radicalismo, mientras De Angeli está haciendo campaña en Buenos Aires junto a De Narváez. Pero la frase de De Angeli es congruente con la práctica de Buzzi y de la Mesa de Enlace. Otro de sus integrantes, Ricardo Buryaile, de Confederaciones Rurales, había propuesto cerrar el Congreso al que ahora aspira a ingresar. A este despliegue del bloque agropecuario se suman ahora las cámaras patronales que responden a la transnacional italiana Techint y al Grupo Clarín. Sus factores de unidad con la Mesa de Enlace son el reclamo devaluatorio y el propósito de poner límites a la intervención estatal en la economía. Hay motivos para pensar que gritan contra expropiaciones que nadie planea pero les preocupan las regulaciones de las que no fueron objeto durante décadas.
Las discusiones acerca de cómo proseguir la escalada contra el gobierno después de las elecciones se realizan en forma cada vez más abierta. Por cierto la forma que adquiera será distinta según sean los resultados. Clarín suministró un involuntario pero excelente ejemplo de las dudas que hay en ese sector, digno de la antología de Barcelona. Tituló “Si pierden el 28, van por los bancos, los depósitos y los medios” una nota en cuyo texto Francisco de Narváez decía que esa abominación ocurriría si Kirchner “gana en la provincia”. Esta semana en la Sociedad Rural de Resistencia, Chaco, miembros de la Mesa de Enlace anunciaron un segundo semestre difícil porque “nos vamos a encontrar con un Kirchner agresivo” (Mario Llambías) y “una actitud revanchista” que lleve a sancionar cosas “que perjudiquen aún más la situación, como la estatización del comercio de granos” (Biolcati). El escenario de la cita fue una exposición ganadera que organizaron La Nación (representada por su mentor ideológico Claudio Escribano, quien en 2003 vaticinó que el gobierno de Kirchner duraría sólo un año y sufre con cada día que transcurre) y por la Asociación Argentina de Brangus. La relación de Kirchner con Clarín es curiosa. El diario ha contabilizado con satisfacción cuatro menciones críticas del candidato en esta semana y Kirchner ha dicho que al Grupo le preocupa la posibilidad de democratización de la comunicación audiovisual. Pero el proyecto de ley de servicios audiovisuales sigue en la misma lista de espera que el comercio de granos. El interventor en el Comfer, Gabriel Mario-tto era uno de los funcionarios que creían que el texto, que fue debatido en doce foros multisectoriales en todo el país, ingresaría al Congreso en el Día del Periodista. Pero ya han pasado dos semanas de esa fecha y es ostensible que no habrá novedades antes de las elecciones. Eso hubiera sido mucho más inteligente que pintar o pegotear consignas contra el diario o consentir ataques a su stand en la Feria del Libro. El gobierno también está largamente en deuda con la ley de acceso a la información y con la despenalización de los delitos de calumnias e injurias contra funcionarios. Poco después de asumir, Kirchner firmó un decreto de acceso a la información, que obliga al Poder Ejecutivo y que ha sido bien utilizado por varios de los medios más críticos de su gobierno. La ley sólo extendería ese derecho a los otros poderes del Estado Nacional y a las provincias, por lo que no se comprende su demora desde el punto de vista de la conveniencia política del gobierno central, que ya abrió sus puertas al escrutinio público y no tiene nada que perder. Desde 2003 Kirchner prometió varias veces impulsar la despenalización de calumnias e injurias. Pero el año pasado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló a favor del periodista Eduardo Kimel, quien durante el gobierno de Menem había sido condenado por su investigación sobre el crimen de los eclesiásticos palotinos de 1976. Ahora se trata de una obligación, ya que la Corte dijo que los artículos respectivos del Código Penal no se ajustan a la Convención Americana de Derechos Humanos. La demora genera responsabilidad internacional. Mientras, Chile sancionó una ley de transparencia mediante la cual el Centro de Investigación Periodística creado por Mónica González Mujica está investigando la contratación de parientes de legisladores como secretarios, y Uruguay despenalizó la difamación contra funcionarios. El proyecto de ley de servicios audiovisuales cuenta con amplio apoyo social, porque está inspirado en los 21 puntos de la Iniciativa Ciudadana para una Radiodifusión Democrática, elaborados por una amplia coalición de organizaciones, como la CGT, la CTA, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, el Serpaj, el CELS, las Universidades Nacionales de Buenos Aires, Córdoba y La Plata, las entidades que agrupan a radios comunitarias y universitarias, sindicatos de todo el país de trabajadores de prensa, educación y televisión, centrales de cooperativas, canillitas y actores. Su texto contempla los principios de libertad de expresión y pluralismo contenidos en los tratados internacionales de derechos humanos, reserva un tercio del espectro para personas sin fines de lucro, permite que provincias, municipios y organismos no gubernamentales actúen como radiodifusores; rompe el monopolio de los sistemas pagos para la transmisión de partidos de fútbol, fija cuotas de producción nacional, establece una tarifa social para el servicio básico de cable donde no haya otro, crea un ente regulador colegiado con representación de las dos principales fuerzas de la oposición en el Congreso, cosa que también ocurrirá con el sistema de medios públicos; establece la intervención legislativa en el nombramiento de la autoridad de aplicación, el sistema de medios públicos y el Defensor del Público y la realización de audiencias públicas antes de prorrogar una licencia. También dispone que los titulares de licencias de televisión abierta no podrán poseer al mismo tiempo licencias de televisión por cable y que quienes operen sistemas de cable por suscripción sólo podrán poseer una señal propia, lo cual obligaría a desinvertir en aras de la desmonopolización y desconcentración a Clarín y a De Narváez, asociado con el ex ministro José Manzano y con un empresario mendocino. El punto más discutible es el que autoriza a operar un servicio de televisión por cable a los prestadores de servicios públicos, como las dos grandes telefónicas, cosa que hace dos décadas les prohibió la ley de privatización de ENTel. La propuesta oficial les exige a cambio que abran más de la mitad de su propio mercado a la competencia mediante una serie de duras condiciones, como permitir que otros operadores utilicen para su interconexión las redes de las telefónicas, en cualquier punto y en las mejores condiciones técnicas y de precios; que los competidores puedan acceder a su propia infraestructura de postes, mástiles y ductos, en condiciones de mercado, y a su información técnica y comercial pertinente; la interoperabilidad de redes y la portabilidad numérica, es decir la posibilidad de que el cliente conserve su número telefónico, celular o fijo, aunque cambie de compañía prestadora y/o de domicilio. Si todos estos requisitos se cumplieran, la democratización de las comunicaciones daría un salto impresionante. Pero la portabilidad numérica ya estaba contemplada en el pliego de privatización de ENTel y en dos décadas no se ha cumplido. Los abusos de la posición dominante de Clarín y su manipulación informativa para obtener fines propios, son bien conocidos. Pero nadie interesado con sinceridad en el pluralismo informativo y la cultura nacional podrá creer que los españoles de Telefónica o el mexicano Carlos Slim serían mejores si ocuparan la misma posición en el mercado.
De los 24 distritos electorales del país es probable que en forma directa o a través de aliados locales el partido del gobierno se imponga en 17 y pierda en 4. De modo que todas las especulaciones se concentran en los tres restantes, donde todos cantan victoria. Buenos Aires representa el 37,1 del padrón nacional, Santa Fe el 8,6 y Mendoza el 4,2 por ciento. En total el 49,9 de todos los votantes del país. Lo notable es que en ellos se juega el destino de cinco eventuales candidatos a la presidencia en 2001: Daniel Scioli, Carlos Reutemann, Julio Cobos, Kirchner y la presidente. Reutemann y Cobos han dicho que de ganar en Santa Fe y Mendoza prepararían su lanzamiento nacional. Los Kirchner y Scioli no han hablado de tema, pero ni falta que hace. Si los candidatos de Cobos se imponen a los del justicialismo en Mendoza, el vicepresidente competirá por la candidatura del neorradicalismo con Elisa Carrió, que le presentará batalla con independencia de los resultados de esta semana, porque en medio de tanta brutalidad sus miras son más elevadas, lo cual le permite explicar con mayor seriedad que nadie qué trampa hizo la gente horrible para que no ganaran los bellos, buenos e inteligentes. Si Cobos cosechara un voto no positivo, ingresaría en un cuarto menguante difícil de revertir. Hay cuatro combinaciones entre los resultados de Santa Fe y Buenos Aires. El panorama sería diferente si ganaran Kirchner y Reutemann que si uno se impusiera y el otro no o si los dos cayeran. Una quinta hipótesis depende de los porcentajes que cada uno obtenga en caso de victoria. Un kirchnerismo triunfante por amplia diferencia, en caso de fracaso de Reutemann, recuperaría la centralidad deteriorada en el último año y sólo debería acordar parcelas de poder con Daniel Scioli, para lo cual hay varias combinaciones posibles. Kirchner podría ocupar su banca en la Cámara de Diputados, pero tampoco debería excluirse que la presidente lo designara jefe de gabinete de ministros, dado que la libertad le sienta mejor que el encierro en Olivos. De todos modos deberían plantearse una política de alianzas más amplia, ya que la elección presidencial en primera vuelta requiere entre el 40 y el 45 por ciento de los votos, según sea el desempeño de la segunda fuerza y el próximo domingo no es esperable que las listas del gobierno lleguen a esas cifras. Una victoria bonaerense por escaso margen preservaría la gobernabilidad pero complicaría la sucesión, porque los vencedores en los otros 17 distritos intentarían reconstruir la liga de gobernadores y generar en torno de ella un nuevo liderazgo. La derrota, por cualquier margen, abriría un nuevo escenario en el país y en el PJ. La continuación del mandato de CFK se tornaría problemática, porque no es imaginable que aceptara las condiciones humillantes que intentarían imponerle, de abandono de las líneas centrales de su política. Reutemann quedaría posicionado como candidato presidencial pero De Narváez se propondría como jefe partidario, tal como ya anunció, y esto a su vez obligaría a una redefinición de su vínculo con Eduardo Duhalde, quien también aspira al cargo, y a Macri, quien busca la presidencia. En sus filas la discusión pasa por los consiglieri José Torello y Nicky Caputo, quienes creen que basta esperar que un justicialismo sin candidato lo unja su salvador, y aquellos como su primo Jorge Macri que consideran imprescindible un mayor activismo peronoide.
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