EL PAíS › DE NARVAEZ, MACRI Y MICHETTI REALIZARON VARIAS ACTIVIDADES Y EVITARON LAS DEFINICIONES
Como ya es tradición, en vez de un acto, los candidatos de PRO desplegaron varias actividades. Una protesta de estudiantes.
› Por Werner Pertot
“Pintame, pintate”, cantó un niño que intentaba acercarse a Francisco de Narváez que, rodillo en mano, pintaba de azul una pared para la foto junto con Gabriela Michetti. Los candidatos de Unión-PRO luego se reunieron con el jefe de Gobierno, Mauricio Macri, en medio de un show posmoderno de láseres y música electrónica en Parque Rivadavia. Los tres disimularon sus diferencias entre estatizar y privatizar y debieron terminar el show abruptamente cuando apareció un grupo de estudiantes que los persiguió y les arrojó huevos, al grito de “Macri, basura, vos sos la dictadura”.
“Presencia generalizada de todos los candidatos en todas partes”, fue la consigna de las 24 horas PRO (que, en realidad, fueron 12). Los candidatos PRO empezaron con un desayuno en el comedor del hogar del cura Halil. “¿Vamos a cantar con Gabriela?”, le preguntaban los nenes al jefe de campaña, Martín Borrelli, que les explicaba que Michetti no pudo ir porque la silla de ruedas no pasa por el pasillo de la escuela. Esteban Bullrich y otros candidatos pintaron un aula en un centro cerca de la villa 1-11-14, que se llama (no es broma) Madre Teresa de Calcuta.
A la hora del almuerzo, Michetti y De Narváez se vieron en el programa de Mirtha Legrand, mientras que Macri, con la remera amarilla puesta, les sirvió el almuerzo a los niños del comedor Juanita Laguna, en Saavedra. El candidato de Unión-PRO se subió luego a su jet privado y fue a General Conesa, en el departamento de Tordillo, el más pequeño de toda la provincia. Felipe Solá y Jorge Macri conducían, en tanto, una caravana clásica por el conurbano que terminó con un acto en Avellaneda.
“Esto no es laburar. Cuando me tocaron a mí las 24 horas PRO, me hicieron juntar basura”, bromeaba el legislador Cristian Ritondo, mientras los candidatos de PRO le daban duro al rodillo. Pintaron las paredes de una cancha de fútbol en un club de barrio de Boedo. El primer candidato a legislador, Fernando De Andreis, intentaba esquivar al diputado Julián Obiglio, que terminó por mancharle el pantalón de azul. El vicepresidente primero de la Legislatura, Diego Santilli, daba indicaciones y recordaba el sabor de los asados de la obra en la constructora de su padre.
Michetti y De Narváez entraron en simultáneo, estuvieron cuatro minutos pintando una parte de la pared bajo los flashes, mientras los niños se arremolinaban entre los camarógrafos. El empresario denunció las agresiones que sufrieron en provincia sus candidatas (ver recuadro) y señaló que “el cambio que ya llegó a la Capital va a llegar el domingo a la provincia”. “¡La escuela número 2 todavía no tiene gas!”, gritaron desde la multitud María y Rodolfo, dos padres que fueron ignorados.
Nadie habló de estatizaciones ni privatizaciones. Todo iba a la perfección. Entre la multitud, el gurú ecuatoriano Jaime Durán Barba sonreía. “Es lo que siempre quise: un final con contrastes entre la vieja política y la nueva. Por un lado, Kirchner en un escenario con gente pagada y dando discursos. Del otro, un candidato humano, a la altura de la gente. Soy anarquista y detesto la egolatría y a los candidatos que hacen aplaudir”, sostuvo ante Página/12.
Dos pantallas gigantes con logos de PRO transmitían imágenes con un software que reaccionaba ante los bits de la música electrónica. Los jóvenes PRO, enfundados en remeras amarillas, se movían al mismo ritmo. Un láser dibujaba en verde el logo del “play” de PRO en el arco del Parque Rivadavia. Se borraba. Lo volvían a pintar. O dibujaban un corazón. En medio del espectáculo posmoderno, con su espada en alto y subido a un caballo listo para la batalla, se erguía la estatua de Simón Bolívar. “En nuestro nuevo perfil estatizador, vinimos al monumento chavista”, se reía el jefe de bloque PRO en Diputados, Federico Pinedo. Las pantallas transmitían lo que “los vecinos” escribían en un panel, bajo la consigna naïf: “¿Cuál es tu sueño?”. Alguien escribió que su sueño era “que el señor Macri nos dé una respuesta en lugar de lanzarnos a la calle”.
“Estuve en prisión / por cultivar marihuana”, decía una canción de fondo, cuando llegaron De Narváez y Michetti, que contó que durante los seis meses que faltan para que asuma como diputada será contratada “probablemente ad honorem” como asesora de Macri para poder ir a las reuniones de gabinete y se ocupará del programa del Bicentenario.
Luego le preguntaron por el contrapunto interno entre las declaraciones de De Narváez a favor de la estatización de las empresas energéticas y las de Macri, de reprivatizar las jubilaciones, AySA y Aerolíneas Argentinas. “Al contestar cada uno lo que le parecía dimos una discusión en la que el Gobierno se sentía cómodo. Tenemos que tener un debate interno sobre qué servicios tienen que ser públicos y cuáles privados, pero no es un tema de fondo”, zanjó Michetti. “¿Por qué no?”, le preguntó este diario. “Porque es una discusión instrumental. Son temas que, en Estados Unidos o Francia, ya están superados. Acá las privatizaciones se hicieron de una manera corrupta y fueron una transferencia del Estado al sector privado”, cargó Michetti, sorpresivamente, contra el gobierno de Carlos Menem.
“Con una victoria, se va a hablar de un Mauricio Macri mejor posicionado como candidato a presidente”, sostuvo la candidata de PRO, al tiempo que llegó –casi en forma guionada– el jefe de Gobierno. “Para eso hay tiempo”, esquivó el tema Macri, mientras se saludaba con De Narváez.
–En 2003, apoyó como candidato presidencial a Menem, que fue quien privatizó Edesur, Edenor, Metrogas e YPF. ¿No es contradictorio que ahora proponga reestatizarlas?–le preguntó Página/12 a De Narváez.
–Eso hay tiempo para debatirlo después –gambeteó el empresario.
En tanto, Macri se cruzaba con un vecino que le gritó: “¡Devolvé la huerta, ladrón!”. “¡Les devolvimos el espacio público a los vecinos!”, contestó el jefe de Gobierno sobre el desalojo de una huerta ecológica en Caballito. “Ahora vamos a festejar con los láseres”, propuso Michetti para descomprimir el clima.
Pero no pudo ser. Minutos más tarde, irrumpió un grupo de estudiantes secundarios de los colegios Fader, Cortázar y Normal 7, entre otros. Se cortaron la música, los láseres, todo. De Narváez, Macri y Michetti se retiraron raudamente en tres direcciones diferentes. El jefe de Gobierno esquivó un huevazo y se subió a un auto, mientras escuchaba que le gritaban: “Se nos cae el techo a pedazos y vos nos recortás fondos para tu campaña”. “¿Dónde están las becas?”, gritaban los estudiantes, que tenían carteles amarillos que decían “el Fader no se termina con PROmesas”. “¡Vayanse con Máximo Kirchner!”, le contestaban los jóvenes PRO, que tuvieron algunos cruces con los estudiantes. “Váyanse a la provincia, zurdos”, les gritó Elsa, una militante PRO enfervorizada. Luego se acercó a Página/12 y le susurró, con una expresión de profundo asco: “Yo a éstos los conozco. Estos... hacen el acto sexual dentro del aula”.
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