EL PAíS
› SEMANA CLAVE PARA LA DEFINICION DEL PLAN ECONOMCO. PRESION EXTERNA E INTERNA
Remes juega en un laberinto económico
El equipo económico se está quedando sin tiempo para definir el plan. Si mantiene su indecisión, su gestión se evaporará. Presupuesto, acuerdo con el FMI, regla monetaria, pesificación, régimen cambiario forman parte del programa. Remes Lenicov corre el riesgo de presentarse como ortodoxo diciendo que no lo es, estrategia que ya enterró al dúo De la Rúa-Machinea.
› Por Alfredo Zaiat
Va a ser un mes en que se levantó el ancla cambiaria y el barco de la economía está siendo sacudido con violencia en un mar embravecido, sin que su timón circunstancial todavía haya decidido qué tipo de ancla tirar al agua para intentar tener bajo cierto control la situación. No tiene mucho más tiempo para decidirse. En esta semana, Jorge Remes Lenicov deberá definir lo que desde el exterior denominan “un plan económico sustentable”, aunque sin dar muchas precisiones de qué se trata. Si se sigue demorando en la presentación del programa, aumentarán las presiones sobre su gestión. En la city, los economistas del establishment ya empezaron la tarea de desgaste. Que el FMI no le tiene confianza; que el único interlocutor es Mario Blejer, titular del Banco Central; que es indeciso. Los operadores más críticos son más impiadosos: dicen que hasta ahora lo único que hizo fue devaluar e intentar un acuerdo incumplible con el FMI, o sea, concluyen, lo mismo que “De la Rúa, pero ahora con un dólar a 1,40”. Remes tiene que dar respuesta de ortodoxo para que le crean en el exterior, en un contexto interno que le reclama lo opuesto. La economía ha colapsado, con la cadena de pagos quebrada por la recesión y agudizada por el corralito, lo que adelanta quiebras generalizadas, salarios que no se podrán cobrar y niveles de desocupación record. En ese laberinto económico, Remes está buscando la salida.
The Washington Post, en el más reciente artículo dedicado sobre Argentina, da cuenta, a su manera, de ese dilema y cómo lo está resolviendo el gobierno de Eduardo Duhalde. Pasó a “ser más pragmático que populista”, escribió TWP, que traducido significa, más allá de los discursos rebeldes contra bancos y privatizadas, entrar en cauce del consenso internacional. Esto es elaborar un programa que implique estar en línea con Estados Unidos, tarea que el canciller Carlos Ruckauf cumplirá esta semana presentado los lineamientos del plan a parte del gabinete de George W. Bush. También significa definir un acuerdo con metas “creíbles” con el FMI, que ayer empezó a transparentarlo el viceministro de Economía, Jorge Todesca, al reconocer que se estima una caída del PBI del 5 y no del 2 por ciento para este año. Y, además, recomponer relaciones con España, Francia e Italia, fundamentalmente con el primero de los tres países que se manifiestan agredidos por la situación de sus empresas que controlan privatizadas y por sus bancos que operan en el desquiciado sistema financiero argentino.
Frente a ese “corralito” internacional, Remes Lenicov se enfrenta al “corralito” financiero y las consecuencias que derivan de él. El sabe que son incompatibles las cacerolas y los intereses de bancos y empresas, de aquí y de afuera. A medida que extienda la definición sobre aspectos centrales de esa puja, su gestión se desintegrará aceleradamente. Y por lo que ha empezado a trascender Duhalde-Remes corren el mismo riesgo que llevó al fracaso al dúo De la Rúa-Machinea: tomar medidas ortodoxas y presentarse como que no lo son, consiguiendo el repudio de unos y otros.
u Presupuesto
El equipo de Remes empezó a trabajar con una hipótesis de caída del PBI de 2,6 por ciento, pronóstico que resultaba irreal y, por lo tanto, rechazado por los técnicos del FMI que estuvieron la semana pasada en Buenos Aires. Ahora, Todesca reconoció que trabajan con una meta de caída del 5 por ciento. El Fondo admitiría ese objetivo, aunque la mayoría de los especialistas hacen sus proyecciones de retroceso del 8 al 15 por ciento. La fijación de esa meta resulta relevante porque se definen a partir de ella las pautas de ingresos y egresos y, por lo tanto, el déficit resultante con su necesario financiamiento que, ante el escenario de ausencia de crédito, se traduce en emisión monetaria. Y ahora las metas de emisión pasan a ser un dato clave para estimar la probable evolución de la cotización del dólar y de la inflación. En última instancia, emisión e inflación servirán para que el ajuste de las cuentas se disimule. En este renacido modelo, la inflación es la herramienta que hará por sí sola la tarea del recorte del gasto en términos reales.
u Regla monetaria
La programación monetaria no es la tarea más fácil para el equipo de Remes. Con más de diez años de convertibilidad, que no requería de política monetaria activa, ahora se tiene que definir una consistente. Se deben definir las necesidades de divisas de importadores y deudores financieros y estimar los ingresos por exportaciones y las necesidades de financiamiento del fisco. Y esa política monetaria tiene que resistir un análisis riguroso del FMI, organismo que todavía desconfía de Argentina por todas las incoherencia que sucedieron durante la gestión de Domingo Cavallo. La emisión prevista por el equipo de Remes se ubica entre 3000 a 3500 pesos en el año.
u Pesificación
Tal como adelantó Página/12 la semana pasada, Economía ya decidió la pesificación de depósitos y deudas en el sistema financiero a una paridad de 1,40 pesos por dólar, excluidas, obviamente, las que ya fueron transformadas a la cotización de 1 a 1. Esa medida ya estaba definida a mediados de la semana pasada, pero se demoró por el accionar de los lobbies (la UIA insistía que la pesificación total se realizara a 1 a 1) y, fundamentalmente, por el miedo al cacerolazo del viernes pasado. Esa iniciativa provocará una licuación de los pasivos empresarios, beneficio que pagarán los depositantes en dólares. Además, los bancos serán compensados con un bono por el descalce que registrarán en sus balances al hacerse esa conversión. Los depositantes perderán porque la suba del dólar y la inflación será significativa y así se deteriorará la capacidad de ahorro. Para amortiguar ese quebranto se instrumentará un índice de actualización financiero similar al que tiene Chile para evitar que los ahorristas que tenían dólares no pierdan poder adquisitivo. Al margen, ese índice servirá, quieran o no los funcionarios, como base para la negociación de las tarifas con las privatizadas. Lo que implica que no habrá rebaja de tarifas, sino que, tarde o temprano, se ajustarán para arriba.
u Régimen cambiario
El Presupuesto, la regla monetaria y la pesificación definirán al poco tiempo de andar el nuevo régimen cambiario: flotación del dólar, con intervención del Banco Central. En el equipo económico saben que el tipo de cambio en esa instancia no será 1,40, y lo imaginan más cerca de 1,70/1,80, en la visión optimista. Esa paridad, que definirá la suerte de este equipo económico, estará condicionada en los próximos meses por las expectativas de los agentes económicos, como así también por la liquidez del sistema. ¿Cuál será la demanda de dinero de la economía? Si se limita mucho por temor a una explosión cambiaria, el nivel de actividad económica seguiría en estado de colapso, estado que haría inviable al Gobierno. Si se relaja un poco, dependería de cuál es el destino de ese dinero adicional. Si esos fondos salen por una mayor flexibilidad del corralito, se reflejará inmediatamente en el precio del dólar. En cambio, si se vuelca al consumo vía planes sociales, en una primera instancia no se irá al dólar.
En definitiva se sabe, y es el mayor temor del equipo de Remes, que largado el plan, el Gobierno tendrá que lidiar con un nivel del dólar más alto que 1,40 y un ritmo inflacionario más acelerado que las leves subas de precios de este mes. En esa instancia, se sabrá si Remes encontró la salida al laberinto.
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