Mié 22.07.2009

EL PAíS  › BENEFICIO PARA LOS MIEMBROS DEL OPERATIVO CóNDOR

Con pensión y acceso a obra social

› Por Diego Martínez

El 28 de septiembre de 1966, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, un comando de estudiantes, obreros y sindicalistas peronistas desvió un avión hacia las islas Malvinas, donde hizo flamear banderas argentinas. La CGT los calificó de héroes; el dictador, de facciosos. En la década siguiente, los miembros del Operativo Cóndor tomaron caminos distintos: unos fueron víctimas de la dictadura, otros como Alejandro Giovenco se integraron a la ultraderecha. A 44 años de aquella reivindicación de la soberanía y a casi tres años desde que la Legislatura bonaerense aprobó una ley para otorgarles una pensión y acceso a una obra social, el gobernador Daniel Scioli firmó el decreto que concretará el beneficio.

El núcleo duro pertenecía al Movimiento Nueva Argentina, que se había desprendido de Tacuara en 1961. El jefe era Dardo Cabo, hijo de un legendario dirigente gremial. Cabo militó luego en Montoneros. Fue arrancado de la U9 de La Plata y ejecutado en 1977. El segundo era Giovenco, que después se integró a la CNU, participó como custodio de la UOM en la masacre de Ezeiza y murió desangrado por la explosión de una bomba que llevaba en su portafolios. La tercera, única mujer, fue Cristina Verrier, periodista y dramaturga que en la cárcel se casó con Cabo.

Según una investigación de Roberto Bardini, el Cóndor fue planificado durante tres años. A las seis del 28 de septiembre, Cabo y Giovenco le ordenaron al comandante del vuelo con destino a Río Gallegos desviar el Douglas DC-4 hacia Malvinas. Un radioaficionado registró el aterrizaje a las 8.42. Habían pasado 133 años desde la última presencia oficial argentina en las islas. El objetivo de tomar la residencia del gobernador y difundir una proclama no fue posible. El avión se enterró en la pista y fue rodeado por un centenar de isleños armados. El sacerdote Rodolfo Roel intercedió y a pedido de Cabo dio misa en el avión. A la mañana se formaron frente a un mástil con la bandera argentina, entonaron el Himno y entregaron las armas al comandante, única autoridad que reconocieron. Un buque los trajo de retorno. “Fui a Malvinas a reafirmar nuestra soberanía”, repitieron ante el juez. Quince fueron liberados nueve meses después. Cabo, Giovenco y Juan Carlos Rodríguez estuvieron tres años presos.

No sólo Cabo y Giovenco tuvieron un final violento. Miguel Angel Castrofini fue ultimado por un comando del ERP-22 de Agosto. Rodríguez y Jorge Money fueron asesinados por la Triple A. Pedro Cursi y Edgardo Jesús Salcedo están desaparecidos. Andrés Castillo estuvo secuestrado en la ESMA y desde que volvió del exilio milita en el gremio bancario. La ley provincial 13.808 de noviembre de 2006 los calificó como “ejemplo de entrega, compromiso y patriotismo para las nuevas generaciones, siempre ansiosas y necesitadas de encontrar referentes de desinteresado amor a la Patria”.

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