EL PAíS
› FELIPE SOLA SE LANZO A LA CARRERA ELECTORAL PARA CONSEGUIR SU REELECCION
Con varios duhaldistas y otros no tanto
Fue en La Plata. El gobernador bonaerense tuvo el apoyo de varios intendentes del conurbano, muchos duhaldistas de pura cepa y otros alineados con él. El platense Alak llevó gran parte de la concurrencia. La presencia del Gobierno nacional.
› Por Martín Piqué
La caravana ni siquiera avanzaba a paso de hombre. Bajo el sol ardiente del mediodía, que repicaba contra el asfalto de la avenida 137, marchaban camiones, colectivos escolares, micros fuera de línea, ómnibus de larga distancia y autos de todos los modelos. Entre los vehículos, a los costados de la ruta y en las banquinas, caminaban grupos de hombres, mujeres y niños que hablaban del calor –32 grados de sensación térmica– o pedían un trago de agua para aguantar la caminata. Eran quince cuadras ininterrumpidas de gente caminando, mezclada entre el convoy que apenas se movía, como si recién se hubiera levantado de la siesta. La escena encantó al gobernador Felipe Solá y su gente, que se felicitaban por el éxito del acto, convocado para recordar “el día de la militancia”, pero pensado de hecho, como el lanzamiento de la candidatura a gobernador.
El paisaje que se veía ayer en ese rincón de La Plata, donde la ciudad se convierte en campo y se ven baldíos, terrenos sin edificar y muchas calles de tierra, era el de un camino largo repleto de vehículos que se alejaban de la ciudad y marchaban hacia el enorme complejo deportivo de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). El sindicato estatal prestó el escenario para que Solá pudiera largar su proyecto de retener la gobernación. Ese proyecto parecía simbolizado por la imagen del camino, lleno de entusiasmo, pero con un final que no alcanzaba a verse.
El marco era multitudinario. Y sobre el escenario, agrupados en tres filas de sillas, se agrupaba todo el gobierno provincial, varios intendentes del conurbano –Manuel Quindimil (Lanús), Jesús Cariglino (Malvinas Argentinas), Hugo Curto (Tres de Febrero), Andrés Aguirre (Moreno), Alberto Descalzo (Ituzaingó), entre otros– y tres ministros del gabinete nacional: José Pampuro, Aníbal Fernández y Alfredo Atanasof. Todos ellos esperaron sobre el palco, observando a la multitud y haciéndose chistes por lo bajo, hasta que llegó Solá junto con su esposa Teresa González, cuyo pelo rojizo contrastaba con su vestido negro.
Antes de subirse al escenario, Solá habló con los periodistas en una carpa montada a unos metros. Allí dijo, por primera vez en público, que hará lo posible para que las elecciones de gobernador, intendentes y concejales –que estaban previstas para finales de 2003– se hagan en forma simultánea con los comicios presidenciales. “Vamos a acomodarnos también a la fecha que tengamos a nivel nacional, de forma tal que si es muy cercana a la fecha que convenimos para la provincia, igualemos la misma y hagamos todo en un mismo día”, aseguró.
Esta idea ganó espacio desde que la Cámara Electoral derogó la resolución de la jueza Servini de Cubría. “Si las fechas se juntan, nos fortalece todavía más”, afirmó a Página/12 un ministro del gobierno provincial luego de que terminara el acto. Si la decisión se concreta, obligará a todos los intendentes a comprometer toda su estructura para volver a ganar sus comunas. Y para eso deberán involucrarse con una lista, la del PJ, que sería encabezada por Solá. Esa posibilidad entusiasma a los dirigentes encolumnados con el gobernador. Ayer se veían eufóricos mientras se abrazaban con las camisas transpiradas por el calor.
Solá subió al estrado y se sentó entre su mujer y el anfitrión, el intendente de La Plata, Julio Alak. El platense hizo valer su condición de local y aportó la mayor cantidad de gente. La multitud superaba las 10.000 personas –los organizadores hablaron de 15.000–, llenó el enorme y modernísimo anfiteatro, de techo vidriado y recalentado por el sol, y hasta caminaba por los alrededores, buscando algo de sombra por el terreno del cámping. No hubo peleas, ni robos, tal vez por el calor. Los coordinadores daban una botellita de agua mineral a cada manifestante.
La primera expectativa era saber qué apoyo recibiría Solá del PJ bonaerense, que lo aceptó a desgano luego de la huida del actual canciller, Carlos Ruckauf. La intriga se terminó una vez que el locutor del encuentro comenzó a leer una carta, sin decir quién la había escrito.Empezaba “queridos compañeros” y en una parte subrayaba “celebro que en este día estemos junto a nuestro gobernador, Felipe Solá”. El remitente era Duhalde, y la había enviado por fax desde la República Dominicana. El final fue sugerente: “El triunfo depende de nosotros, no lo dejemos escapar”, arengaba Duhalde desde el Caribe. La carta fue recibida con un aplauso moderado, sin excesos de euforia. Y eso se notó aún más ante la ovación con la que fue recibido el gobernador.
Después de unas palabras de Alak y Quindimil, Solá se paró y esperó a que le instalaran una tarima blanca, para apoyarse y de paso disimular un papel que tenía una frase de Evita (“No tengo nada que pedir, ni nada que ofrecer, que no sea trabajo, sudor y lágrimas”). Entonces comenzó una larga pelea con los manifestantes que golpeaban el bombo y portaban las banderas, que se extendió demasiado, pero finalmente pudo sortear con éxito. “Solamente hay un camino, es el de sostener con las acciones y conductas aquello que se sostiene con las palabras. Todo lo demás no sirve para nada”, argumentó Solá, que había preparado un discurso conceptual que revalorizaba el rol de la militancia.
En el discurso no nombró a nadie, pero criticó implícitamente a Ruckauf, a Carlos Menem y a aquellos que “miran encuestas antes de hablar o de actuar”. “¿Juan Perón y su esposa miraban encuestas antes de actuar? O se tienen pelotas o no, y las encuestas eso no lo resuelven”, gritó entre aplausos y vítores. El tema de las encuestas irrita al gobierno bonaerense, donde saben que algunos duhaldistas díscolos se valen de los sondeos para insinuar que Solá no debería ser el único candidato del PJ.
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