De paso por Buenos Aires para presentar Cérebro Sexo, una muestra de caligrafías, Arnaldo Antunes realizó una de sus célebres performances polimorfas –poesía, música, actuación– y ratificó un envidiable y ya clásico privilegio brasileño: el desprejuicio para cruzar las culturas populares con las osadías de la vanguardia. Entrevistado por Radar, Antunes surfeó por sus múltiples identidades artísticas y explicó en qué el mundo contemporáneo está cada vez más brasileño.
Es hija de Dario Argento, el rey del gore italiano, y de una bruja romana. Vio Freaks de Tod Browning a los 5 años y poco después la filmografía completa de su padre, que no tardó en incorporarla a sus ficciones. Actriz de culto con vocación de rock star, es bellísima y agorafóbica, tiene el cuerpo tatuado y un largo historial de escándalos, y es la chica que Vin “Triple X” Diesel debería soplarse si realmente fuera un émulo de James Bond. Con ustedes, Asia Argento: la última mujer fatal.
En Situaciones postales (finalista del XXX Premio Anagrama de Ensayo), Tomás Abraham reconstruye dos legendarias amistades intelectuales del siglo XX (Vladimir Nabokov-Edmund Wilson, Hannah Arendt-Mary McCarthy) para explorar cómo las chispas del pensamiento arden más cuando nacen de una tensión entre dos. Y también –de paso– para empezar a talar a machete limpio el monte de los prestigios literarios.
Nacida en una favela carioca, madrina del
seleccionado campeón del mundo en 1962, expulsada del Brasil por los militares, redescubierta por Caetano Veloso en los ‘80 y considerada la cantante del milenio por la BBC,
su flamante Da cóccix até o pescoço ha sido celebrado unánimemente en Brasil como el disco del año. Hija de Louis Armstrong por un día y mujer de Garrincha por tres lustros, Elza Soares es un mito que recorre –de la gloria a la tristeza, y viceversa– cuatro décadas de música brasileña.
La galería Ruth Benzacar convocó al premio Currículum cero para jóvenes artistas visuales sin currículum, de entre 15 y 30 años. El resultado revela varias cosas –utopías privadas, ensoñaciones infantiles, sobredosis televisiva, abundante narcisismo– pero especialmente revela las fotografías de una nueva generación de artistas.
Entrelazando en escena las vidas reales de tres personas nacidas en la misma fecha, Los 8 de julio (de Beatriz Catani y Mariano Pensotti) apuesta a una osadía inquietante: liberar al teatro de la ficción para convertirlo en un juego de cajas chinas con un protagonista excluyente: el tiempo.
Fue su fan durante años. Hasta que en 1989 se coló en su estudio y se convirtió en su doble, su interlocutor, su lenguaraz musical. Después de tocar juntos en el Colón, a días de repetir en el Coliseo un concierto que repasa 30 años de canciones, el bajista Javier Malosetti cuenta la intimidad de su relación con Luis Alberto Spinetta.
El primer Bond made in USA no es –como alardean por ahí– Xander Cage, el protagonista de Triple X, sino el olvidado Barry Nelson. Un oportuno ciclo de la señal MGM exhuma al actorzuelo sin carisma que en 1954 se puso en la piel del 007 en una versión televisiva de Casino Royale, cuando Bond era rústico, poco sensible al glamour, se vestía como un heladero y a duras penas brillaba en las mesas de baccarat.
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