Vie 21.08.2009

EL PAíS  › A PROPOSITO DEL NUEVO CONVENIO

Todo lo que hay que saber

› Por Gustavo Veiga

¿Qué será del fútbol lejos de casa... esa casa donde vivió de manera promiscua durante 18 años con los antiguos dueños de los derechos de TV? Julio Grondona anunció el advenimiento de “una nueva era” para el juego-negocio y la pregunta se dispara en varias direcciones, una vecina a la otra, como si todas formaran parte del mismo barrio, donde está Canal 7, que vio nacer en los años ’80 a la sociedad entre la AFA y la TV. Qué será del fútbol dependerá en primer lugar del fútbol, pero también del Estado, su nuevo socio en el orden que asoma ya sin siglas que se confundían como TyC y TSC.

Una pregunta que todavía no puede responderse es qué dice el contrato, un acuerdo que quizá tenga una cantidad de hojas semejante al que se rescindió (catorce) o más, ¿quién sabe? Ese vínculo que se extenderá por diez años y que rubricaron el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández –quien alguna vez fue integrante de la asamblea de representantes del club Quilmes–, y la plana mayor de la AFA, tan exultante como incómoda en un ambiente colmado de militantes peronistas. Curiosamente, en una casa más grande, el predio de Ezeiza, donde Diego Maradona conduce a la selección nacional y se presenta apoyando el flamante acuerdo.

La pregunta que sí tiene respuesta, y una respuesta que se desconocía hasta el acto que cerró la Presidenta Cristina Kirchner, es la que se refiere a la distribución de las eventuales utilidades que arroje el contrato. El 50 por ciento de las ganancias será para respaldar económicamente al deporte olímpico o amateur, aquel que las empresas privadas suelen desdeñar como patrocinadores y sólo aparecen cuando se realizan los Juegos, cada cuatro años. Ni siquiera en la Secretaría de Deporte esperaban una medida de este tipo, que sorprendió hasta al propio Claudio Morresi, gratificado porque pueda incrementarse su presupuesto anual de 135 millones de pesos (cuando asumió el cargo en 2003 era de 26 millones).

¿Quién controlará a los clubes quebrados, concursados o mal administrados –salvo pocas excepciones– y que ahora verán incrementados sus ingresos al doble o más? Los primeros son controlados por jueces que administran sus quiebras o convocatorias de acreedores, como Ferro y Huracán, respectivamente. Los que hicieron una política del despilfarro en los últimos años –River, Newell’s o San Lorenzo–, ahora tendrán a sus tesorerías en cuarentena, se supone que observadas con lupa por una AFA de la que dependieron siempre para cobrar los ingresos de los derechos televisivos.

No se puede responder a este interrogante con suficiente certeza porque los antecedentes son negativos. El Tribunal de Cuentas de la asociación que preside Grondona –y que está obligado a auditar a sus entidades afiliadas– es un sello de goma, un órgano casi decorativo, que da informes periódicos, pero no sanciona. El estatuto de la AFA fija que los dirigentes se juzgan a sí mismos. Eso no abona ninguna teoría de transparencia. Alguien debería meter la nariz en las cuentas, y si es el Estado, sería una saludable intromisión en el fútbol, aunque la FIFA que integra el propio Grondona no avala gobiernos intrusos en sus negocios o los de sus asociaciones afiliadas. Una auditoría privada sería una alternativa. El lai-ssez faire, laissez passer que dominó siempre el mercado de la pelota, no es tolerable un día más, si el fútbol es “un bien cultural” o “de los argentinos”, como se le escuchó decir al presidente de la AFA en su discurso.

Otra pregunta que tiene algunos indicios de respuesta es ¿cómo se repartirán el dinero los 61 clubes que juegan los campeonatos de las tres categorías profesionales de la AFA? Los de Primera División dan por entendido que los 600 millones se los distribuirán entre ellos. Pero desde el Ascenso ya les salieron a marcar la cancha a los que integran la elite futbolera. José Lemme, el presidente de Defensa y Justicia y representante de la B Nacional en el Comité Ejecutivo de la AFA, adelantó que con la B Metropolitana pretenden de un 15 a un 18 por ciento de los ingresos totales.

Hay que agregar una cosa: se mantienen todavía vigentes los contratos de la B Nacional (por 28 millones de pesos) y el de la B Metro (14 millones) porque la AFA no los rescindió, como sí el de Primera, que hubiera alcanzado los 212 millones de pesos si se aceptaba la última oferta del Grupo Clarín.

Habrá también una discusión tan ardua como prolongada entre las instituciones de Primera, porque Boca y River cobran mucho más que los dieciocho clubes restantes, divididos en tres segmentos más. El que integran los demás clubes grandes, el de Lanús, Banfield y Argentinos Juniors entre otros y por último, el de los recién ascendidos como Chacarita y Atlético Tucumán.

La publicidad oficial con que el fútbol se cobrará su parte en el contrato e irá pagando sus deudas y cubriendo sus presupuestos, “redireccionada hacia el fútbol” –como gustan decir las fuentes del gobierno nacional–, no debería servir de plataforma para seguir pagando transferencias costosas de futbolistas, porcentajes a intermediarios chupasangres o faraónicos proyectos de remodelación de estadios donde ya abundan por doquier. Esta es una inquietud que formulada en su contexto, parece nihilista, pero se impone por las desastrosas administraciones a que fueron sometidos los patrimonios centenarios de los clubes.

¿Es sustentable el fútbol a largo plazo si se emite sólo por la televisión abierta? ¿Se podrá mantener la excelencia del producto fútbol por TV con los estándares de Torneos y Competencias, una productora reconocida internacionalmente por su capacidad tecnológica y creatividad? ¿Las empresas TSC y TyC desparramarán recursos de amparo por la mayoría de los tribunales comerciales del país para revertir la decisión que anunció la AFA el martes 11 y materializó ayer? Las partes enfrentadas argumentan en uno u otro sentido. Será así por un tiempo que hoy resulta inmensurable.

Aunque todo indica que el próximo jueves 27, con movilización incluida, el gobierno nacional terminará su audaz jugada con la presentación de la nueva Ley de Radiodifusión, también llamada de Servicios de Comunicación Audiovisual. Ese día se cumplirán cinco años de los 21 puntos básicos que le dieron sustento a la norma y que vieron la luz por iniciativa de la Coalición por una Radiodifusión Democrática. El fútbol es un acontecimiento de interés relevante en la Ley que se viene. Queda claro desde ayer.

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