Por R. C.

“Si acierta, vamos a apoyarlo. Si no acierta, haremos lo que tengamos que hacer. Por ahora, vemos al Presidente con firmeza para enfrentar la presión que los grupos financieros vienen ejerciendo. En pocos días más se comenzarán a ver los frutos de las decisiones que viene tomando el Gobierno, basadas en la reactivación inmediata de la economía”, dijo ayer Hugo Moyano, titular de la CGT rebelde, al término de la reunión que mantuvo en la Casa Rosada con Eduardo Duhalde. Comprensivo con un gobierno “que intenta hacer otra cosa”, Moyano dijo que planteó en la reunión la necesidad de levantar el corralito financiero, revisar el salario mínimo, vital y móvil; salir del modelo de la especulación financiera y reemplazarlo por el de la producción. Encontró receptividad, pero no respuestas concretas. Se enojó con los periodistas que le preguntaron por su patrimonio, pero terminó pidiendo disculpas.
Por la CGT rebelde estuvieron, entre otros, Julio Piumato, 0mar Viviani, Juan Manuel Palacios, Juan Carlos Schmidt. Domingo Moreira, Ricardo Sablich y el abogado laboralista Héctor Recalde. El Presidente los recibió en el salón Sur de la Casa Rosada acompañado por el ministro de Trabajo, Alfredo Atanasof; el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández y el coordinador de la Unidad Presidente, José Pampuro. “El movimiento obrero organizado está en silencio y a la expectativa. Estamos a favor de un gobierno que intenta hacer otra cosa de la que se hizo hasta ahora. Además, somos peronistas”, dijo Moyano a los periodistas. Estuvieron reunidos entre las diez de la mañana y la una de la tarde. Dos rondas de café y agua mineral mediante, unos y otros intercambiaron opiniones. “Hicimos un reconocimiento de la situación, les explicamos cómo estamos implementando los planes laborales y los bonos alimentarios (ayer comenzamos a entregarlos en La Pampa) y volvimos a comprometernos a trabajar para fortalecer la alianza productiva” dijo a Página/12 un colaborador del ministro de Trabajo, Alfredo Atanasof. Por su parte, Héctor Recalde, abogado de la CGT rebelde, se mostró optimista. “Fue una reunión con mucha historia. Conocemos a Duhalde desde hace mucho y hay confianza: es un militante. No es de la Rúa, con quien teníamos reuniones pomposas, solemnes y formales”, dijo el ex secretario de Trabajo de Adolfo Rodríguez Saá.
Moyano le pidió a Duhalde que no tuerza el brazo frente a las presiones del sector financiero y las empresas privatizadas. “Presiones a veces diplomáticas y otras no tanto”, en palabras de Recalde. En esa línea, el Presidente aseguró que seguirá adelante con su proyecto de cobrarles a las empresas petroleras privatizadas un impuesto a la exportación y no, como ofrecieron ellas, un adelanto del impuesto a las ganancias que de todas formas tendrán que pagar más adelante.
Después de la reunión, Moyano volvió a protagonizar lo que se ha convertido en un clásico de sus contactos con el periodismo: la discusión sobre su patrimonio. Cuando empezaron a surgir ese tipo de preguntas, el sindicalista comenzó a desplegar sus habituales argumentos conspirativos. “Los ataques sobre mi persona y la CGT son un invento de los grupos económicos por mi rechazo al modelo que imperó en el país en la última década. Las empresas privatizadas y algunos medios de comunicación intentan desprestigiarme”, dijo. Esas preguntas, dijo, “no tienen nada que ver e intentan desvirtuar el encuentro”. Y agregó: “Si no les gusta la cara mía, si no les gusta la forma en que me dirijo, es una cosa, pero no busquen otro tipo de cosas”. Reiteró además que no presentará su declaración jurada para que la pueda conocer la sociedad “porque yo no soy funcionario y si tengo que rendir cuentas lo haré ante los trabajadores camioneros”. “Si alguien me quiere patotear lo puede hacer en cualquier momento. Si yo me quiero agarrar a trompadas, me agarraré a trompadas”, dijo. Finalmente, pidió disculpas. “No quise ofender a nadie, yo soy así y no lo podemos cambiar, no me puedo poner ojos celestes y cabello rubio. Así me hizo (sic) mi vieja y mi viejo”.