EL PAíS › LA PRESIDENTA LLEGó A VENEZUELA PARA PARTICIPAR DE LA SEGUNDA CUMBRE DE AMéRICA DEL SUR Y AFRICA
En el encuentro se analizará el acercamiento entre los dos bloques. La democratización de la ONU y la necesidad de promover la elaboración de drogas y medicamentos genéricos en la agenda. Los miembros de Unasur hablarán sobre la situación en Honduras.
› Por Martín Piqué
Desde Isla Margarita
La Presidenta aterrizó anoche en el aeropuerto de Porlamar, ciudad comercial de la isla, para asistir a la segunda cumbre de países de América del Sur y Africa. El calor tropical del Caribe la recibió con sus 38 grados a la sombra, pero Cristina Fernández se interesó más por el otro comité de bienvenida, el que no dependía de la naturaleza sino de los cambios de los últimos años en la política internacional: al momento de su aterrizaje, en la delegación argentina ya habían recibido solicitudes de reuniones bilaterales por parte de Malí, Togo y República Centroafricana. Era otra muestra del avance de la integración Sur-Sur, un fenómeno que tiende a profundizarse con el fortalecimiento de la multilateralidad y el ascenso de nuevos actores, como Brasil, India y China. Pero en esta cumbre no sólo se debatirá el acercamiento entre dos bloques (cuasi) continentales: en la mañana, antes de la apertura del encuentro, los países miembros de la Unasur podrían reunirse para analizar la situación en Honduras. Por razones obvias, el presidente Lula tendrá un protagonismo ineludible: en la delegación venezolana daban por descontado que hoy tendrá una conversación aparte y a solas con el anfitrión, Hugo Chávez.
La cumbre de naciones de América del Sur y Africa (ASA, según sus siglas) es organizada por Venezuela como país anfitrión, Brasil como país coordinador de Sudamérica, y Nigeria como Estado coordinador por Africa. La mención a los roles de Venezuela y Brasil no es intrascendente, mucho menos caprichosa: sobre todo si se tiene en cuenta que el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, anunció públicamente que no asistirá a la convocatoria. En vez de asistir a la cumbre en Margarita, Uribe permanecerá en Boston, estado de Massachusetts, donde lo retendrán algunos “compromisos”, según informaron desde Bogotá. En la discusión con los países africanos, Colombia estará representada por su vicecanciller. Las tensiones internas de Sudamérica que resurgieron con el anuncio de la instalación de bases estadounidenses siguen a carne viva. Y explican la distancia que muestra Colombia ante una iniciativa que es impulsada sobre todo por Brasil. El gigante verdeamarelho está intentando plantarse como el representante de Sudamérica en las discusiones globales. Mal no le va.
Cualquier liderazgo hay que encarnarlo con hechos. La mejor prueba es el alojamiento del depuesto presidente hondureño Manuel Zelaya en la embajada brasileña en Tegucigalpa. Otra demostración se puede encontrar en recientes declaraciones del canciller Celso Amorim. “Brasil podría haber hecho un acuerdo Brasil-Africa, como fue sugerido por algunos africanos. Pero nosotros hallamos más interesante compartir con América del Sur. No porque seamos buenitos. Es porque solos no vamos a tener la misma fuerza en el mundo”, sentenció Amorim. El ascenso de Brasil en el marco del bloque bautizado BRIC puede explicar la reciente consolidación del G-20 como ámbito de discusión global. También alimenta las esperanzas de los gobernantes del mundo que reclaman una participación más igualitaria de todos los países en la dirección de las Naciones Unidas. Aunque muchos hayan preferido poner el acento en lo estrafalario de su traje ocre, en su turbante y en su cabello azabache ostensiblemente teñido, el libio Muammar al Khadafi dedicó buena parte de su discurso en la Asamblea General de la ONU a denunciar las desigualdades que se mantienen en el seno del organismo. Como el poder de veto de los miembros del Consejo de Seguridad.
Khadafi ya llegó a Margarita. Se espera que repita su denuncia contra las desigualdades en la dirección del organismo que supuestamente dirige los asuntos mundiales. El tema ya había surgido en la primera cumbre de América del Sur y Africa: la exigencia de una democratización de las Naciones Unidas quedó como una de las conclusiones más fuertes de aquel documento. Otro de los temas infaltables que volverá a ser discutido este año será la necesidad de promover desde los organismos supranacionales la elaboración de drogas y medicamentos genéricos que enfrenten el drama que vive Africa con la extensión del VIH y, en menor medida, la malaria. Este punto deberá sortear nuevamente la presión y el lobby que ejercen los laboratorios farmacéuticos de alcance multinacional.
La Presidenta llegará a la cumbre con las naciones africanas tras el éxito que significó su participación en el G-20: en la delegación argentina todavía se comenta el almuerzo con Barack Obama en el que se habló de Honduras; también el abrazo a pura sonrisa que fue registrado por todos los fotógrafos. Como todo presidente argentino (en este caso presidenta), CFK sabe que Africa en principio no figura entre los destinos más comunes para el comercio exterior del país. Tras la última gira presidencial por el norte de Africa, que incluyó Argelia, Libia, Túnez y Egipto, la mandataria felicitó a los funcionarios de Cancillería por los resultados económicos que se habían obtenido a lo largo del viaje. Entonces consideró que la gira significaba “una apertura comercial y política a una región diferente con las que habitualmente se comercia”.
La apertura política hacia Africa se volverá a poner a prueba hoy cuando CFK participe de la cumbre que reunirá a los presidentes de América del Sur con los del continente más pobre, el más olvidado. En el Gobierno han descubierto que de regiones no tan nombradas por los cánones tradicionales de la política exterior pueden surgir iniciativas muy beneficiosas para la Argentina: un ejemplo muy reciente –aunque no involucre a un país africano– era mencionado anoche en el magnífico Hotel Hesperia, donde se alojan todas las comitivas sudamericanas. Se trata de la firma del acuerdo de cooperación nuclear con Jordania. Ese acuerdo firmado por el canciller Jorge Taiana durante la Asamblea General de la ONU permitiría que la empresa Invap pueda venderle un reactor nuclear a ese país de Medio Oriente. Otro antecedente que sí involucra a Africa es el preacuerdo suscripto por el ministro Julio De Vido para comprarle gas a Egipto a cambio de que el gobierno egipcio importe tecnología argentina que permita adaptar los taxis y colectivos de El Cairo al combustible GNC.
Apenas llegó a Margarita, CFK se dirigió al tercer piso del Hotel Hesperia, cuyas instalaciones dan a la playa Puerto Viejo. Allí se preparó para volver a encontrarse con viejos conocidos: aparte de los buenos amigos de esta parte de América, también asistirá a la cumbre el presidente de Guinea Ecuatorial, Obiang Nguema, con quien mantuvo un contrapunto mediático en el propio Salón Blanco de la Casa Rosada. Allí, CFK le pidió a su visitante que aceptara que viajaran a su país “veedores” argentinos para garantizar la transparencia de las elecciones.
No fue ése el único incidente protagonizado por la mandataria en relación con un país africano. A principios de este año, con motivo de la segunda cumbre de países árabes y América del Sur, CFK no quiso participar de la foto oficial en repudio al mandatario de Sudán, Omar al Bashir, a quien la Corte Penal Internacional de La Haya había condenado por crímenes de lesa humanidad. ¿Estará Al Bashir entre los asistentes a esta cumbre en Margarita? Otra de las incógnitas que se revelarán hoy al mediodía.
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