EL PAíS › MOVILIZACIóN CON AIRES RURALES EN CONGRESO CONTRA LA LEY DE SERVICIOS AUDIOVISUALES
El ruralista Alfredo De Angeli, que compartió el escenario con el rabino Sergio Bergman y el líder piquetero Raúl Castells, aprovechó para repetir sus antiguas amenazas a los legisladores, aunque con menos público que el acostumbrado.
La primera frase del locutor, al dar comienzo al acto, fue elocuente. “Queremos agradecer a la gente del campo que nos acompaña”, anunció, seguido por una salva de aplausos. La marcha “Todas las voces”, convocada en contra del proyecto oficial de Servicios de Comunicación Audiovisual, juntó a un variopinto grupo de opositores y contó con una fuerte presencia ruralista. El entrerriano Alfredo De Angeli fue uno de los principales oradores del acto que cerró el rabino Sergio Bergman. Junto a él se encontraba el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, y el vicepresidente de la CRA, Néstor Roulet. Además estuvo el líder del MIDJ, Raúl Castells, que celebró haber “vuelto a encontrar juntos” a los protagonistas de “la heroica huelga campesina de 2008”. Aplausos otra vez. También adhirieron al acto, de manera un tanto particular, un grupo de “periodistas autoconvocados” que llegaron a la Plaza Congreso para luchar por la libertad de expresión con el rostro cubierto por máscaras.
Desde el escenario, Bergman repartía juegos de palabras que hacían maravillar al auditorio. “Así como dibujan los números del Indec, ahora van a dibujar la realidad”, advirtió, antes de pedir a los senadores que “escuchen la voz del pueblo”. Hizo un llamado a la participación a aquellos que “ven la democracia por televisión”, porque si no, “todo lo que van a poder ver será Canal 7”. Apurado porque el viernes se tratará en el recinto el texto de la ley, a lo largo de su argumentación el rabino hizo una ensalada de todas las propuestas que intentaron frenar su avance en los últimos tiempos, sin reparar en que difícilmente sean compatibles entre sí. La gente celebraba cada afirmación como un gol de media cancha.
“¡Ay! ¡Qué bueno que sos!”, le gritó una señora con tapado de piel y lentes oscuros, a pesar de que el sol se había puesto hacía un rato y la temperatura, en la Plaza Congreso, no bajaba de los 15 grados. Desde el escenario, Bergman convocaba a salir a las calles en todos los pueblos y ciudades del país. “Lo único que supimos defender hasta ahora es el bolsillo, hoy es hora de defender los principios”, propuso.
“Qué lindo –terció otra señora–. Tendría que ser presidente.” Las dos llevaban, sobre sus frentes bronceadas, las mordazas coloradas de cartulina que repartían chicas rubias a los cerca de dos mil asistentes a la marcha convocada por las ONG Argentina sin Mordaza, Ojo Cívico y Argentina Ciudadana. Una de ellas, versión local de Venezuela sin Mordaza, fue la que decidió “repartir las mordazas de Chávez que nos quieren poner para demostrarles que no nos quedan bien”, según avisaban desde su web. “No quiero vivir como en Venezuela”, insistían las pancartas que, repetidas, asomaban sobre las cabezas.
Detrás del escenario, un nutrido grupo de hombres entre los que predominaban los pantalones bombacha y los pañuelos al cuello –amén de alguna que otra boina– exageraba los cálculos de asistencia (finalmente se decidieron por siete mil, número reproducido por Bergman en su discurso) y aspiraba a recrear “un clima de 125”, tal como confesaban, en voz no demasiado baja, algunos de ellos. Un rato antes, desde el púlpito, Alfredo De Angeli había amenazado a los legisladores con que “no van a poder caminar en la plaza de su pueblo, porque van a ser señalados” si votan a favor de la ley, en un modus operandi similar al de aquella ocasión, que fue recibido con más aplausos. Se convocó, para el viernes, a una vigilia a la espera de la votación en el Senado. Sin embargo, para el mismo momento y lugar ya estaba anunciada una marcha a favor del proyecto oficialista: consultados por Página/12, los organizadores no pudieron coincidir en si se trató de un error o de una provocación.
“El mal no son los nombres propios sino lo que se apropia de lo nuestro en nuestro nombre”, volvió a parafrasear el rabino Bergman cuando la gente comenzó a chiflar ante la mención del diputado oficialista Agustín Rossi. Mientras se repartían volantes que llamaban al regreso de Carlos Menem, Bergman les recomendaba a los asistentes que “hablen con sus hijos para ayudarlos a defender la libertad”. La gente hacía eco, “Libertad, libertad”. Se levantaban las banderas. “Libertad, libertad”.
Un rato antes, Castells, tras expresar que “los de derecha, los de izquierda y los independientes tienen derecho a expresarse”, había asegurado que “la ley de Videla y la ley de Kirchner son, en esencia, la misma cosa”. Más aplausos.
Informe: Nicolás Lantos.
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