Cristina Fernández de Kirchner y la secretaria de Trabajo de los Estados Unidos, Hilda Solís, se encontraron ayer en el Palacio San Martín, en el marco de la Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo. Según contó la Presidenta, hablaron de lo ocurrido en la reciente Cumbre del G-20 en Pittsburgh y Solís le trasmitió un saludo del presidente estadounidense, Barack Obama. Tanto las fuentes argentinas como las estadounidenses consultadas eludieron precisar si, durante el diálogo, abordaron el conflicto que atraviesa la empresa norteamericana Kraft Foods.

La propia Presidenta no respondió cuando los periodistas le preguntaron si habían hablado del largo enfrentamiento de la compañía con sus trabajadores, y sólo comentó dos puntos de la charla: “Me mandó saludos de Obama y charlamos un poco de lo que pasó en Pittsburgh”, señaló.

La pregunta de los periodistas estaba fundamentada en que la nueva embajadora estadounidense en Buenos Aires, Vilma Socorro Martínez, había hecho trascender que esperaba que hubiese “una solución duradera” del conflicto laboral en Kraft. También Martínez había expresado su deseo de encontrarse “pronto” con la Presidenta.

A propósito de este comentario, los periodistas le preguntaron a CFK si se iba a reunir con Martínez, pero sólo contestó que “el 19 se acreditan esa embajadora y los embajadores de Pakistán y México”.

La reunión entre la Presidenta y la ministra Solís se realizó en un salón de la sede la Cancillería, antes de que CFK ingresara a la conferencia de los ministros de Trabajo del continente, acompañada por el titular de esa cartera, Carlos Tomada, y el canciller Jorge Taiana.

Más tarde, al encabezar un acto en la Casa de Gobierno por la firma de un acuerdo con la Asociación de Facultades de Medicina de la República Argentina, la Presidenta hizo algunas precisiones sobre lo dialogado con Solís. “Me preguntó qué me había parecido Pittsburgh y le dije que desde lo político fue bastante diferente de lo que fue Londres y que expliqué después en el discurso”, dijo.

Eso le dio pie a la Presidenta para destacar “el desarrollo que tuvimos en materia de trabajo decente en Pittsburgh” y señalar que “cambió radicalmente la visión” respecto de la Cumbre de Londres, en abril del año pasado.

“Los resultados sobre la economía real y la destrucción de los puestos de trabajo fueron lo que realmente hizo mirar un poco lo que parecía sólo una cuestión estrictamente financiera en Londres”, amplió la Presidenta.

En ese sentido, Cristina se expresó con fuerza contra la flexibilización laboral y recordó que en Pittsburgh, junto a su colega de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, fijaron una postura común al respecto. “Pasamos de lograr que no se pusiera la palabra flexibilización laboral a la necesidad de discutir el trabajo decente”, dijo.

“En la última cumbre del G20, en Pittsburgh, impulsamos una mirada a la economía real e insistimos en que podíamos salvar a los bancos, pero si no salvamos las empresas, los problemas de los trabajadores y la crisis se acentuarán.”

La Presidenta insistió además con dos ideas que plantea habitualmente: que “se necesita una fuerte dosis de realismo y pragmatismo para entender la necesidad de articular lo público y lo privado” y que, “pese a la globalización, es importante desarrollar el mercado interno”.

Cristina Fernández también vinculó el crecimiento económico con el desarrollo democrático. “El ejercicio continuado de la democracia permitió profundizar procesos en América latina que nos llevaron a un crecimiento económico sin precedentes.”