El audaz señor Rumsfeld –secretario de Defensa de EE.UU. y padre de la nueva doctrina de los ataques preventivos– ha procurado mostrarse más paloma que halcón en sus expresiones antes del inicio de la V Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas que se realiza a partir de hoy en Santiago, Chile.
“No he venido a presionar a América latina para que se sume a nuestra guerra contra el terrorismo”, dijo, para abrir luego la puerta de sus más recónditos anhelos al decir que “el terrorismo requiere de la cooperación internacional”. Seguramente sus aliados europeos agradecerían efusivamente una proclamación de apego a la multilateralidad a la que no parece muy afecta la administración Bush.
Sin embargo, los amigos de EE.UU. de estas latitudes no podemos dejar de recordarle al señor Rumsfeld que su pedido de cooperación lo está haciendo a los ministros de Defensa, es decir los jefes de las FF.AA. de nuestra región, y eso nos coloca frente a dos reflexiones posibles: una desde el pasado histórico y la otra desde la realidad presente de la región. Si mirásemos el problema con una mirada histórica podríamos preguntarnos:
¿Será que el señor Rumsfeld y sus colegas que también participaron de la administración Reagan –como el vicepresidente Cheney– nunca se enteraron de los costos que tuvo la cooperación antiterrorista de las FF.AA. en las Américas? ¿Tiene idea el señor Rumsfeld de cuál fue el número de muertos y los costos que nuestras sociedades aún están pagando para cerrar las heridas de ese pasado trágico? ¿Qué cóctel final resultará de reconstruir una doctrina de seguridad nacional agregando ahora la doctrina del ataque preventivo?
Si pensamos desde el presente ¿es el terrorismo hoy la prioridad en los problemas de seguridad de una región donde no existe para muchos ni siquiera la seguridad alimentaria? ¿Cuáles serían los costos para las propias FF.AA. de inventarles un enemigo que hoy no tiene ninguna significación militar con la única excepción del particularísimo caso colombiano? ¿Acaso obligarlos de vuelta a perseguir piqueteros, cocaleros y sin tierra?
Mirando hacia el futuro y un modo democrático de cooperar contra el terrorismo lo que seguramente el señor Rumsfeld no sabe (por qué sus colegas de la región no le informan), es que en América existe un organismo de la OEA llamado Comité Interamericano Contra el Terrorismo que funciona no muy lejos de su lugar de trabajo en Washington. Si no sabe lo que pasa en Washington es poco probable que esté informado que en el Mercosur vamos por la XII Reunión de Ministros del Interior y Justicia dedicada a instrumentar y no solo declamar la cooperación antiterrorista en la región. Sabrá que este mecanismo –que al igual que el CICTE ha sido impulsado por Argentina, lo que es lógico pues hemos sido agredidos por el terrorismo internacional– ha desarrollado un Plan General de Seguridad Regional y que cuenta con grupos de trabajo operativos y acaba de aprobar en Brasil un acuerdo para la realización de operaciones policiales combinadas además de contar ya con un sistema de información con reserva criptográfica?
Quizá sería muy útil que el Centro de Estudios Hemisféricos para la Defensa que creó EE.UU. en Washington a solicitud de los ministro de Defensa en la reunión de Bariloche en 1997 para capacitar a los civiles en la conducción de los asuntos de defensa en las Américas, incluya más funcionarios de su propia oficina del Pentágono y eviten tanto desconocimiento. ¿O será que saben?

* Director de Seguridad Estratégica Regional en el 2000.