Lun 09.11.2009

EL PAíS  › JUAN MANUEL URTUBEY, DE SALTA, HABLA DE SU RELACIóN CON EL GOBIERNO Y DEL FUTURO DEL PJ

“Ni me voy ni me quedo en el oficialismo”

Después de compartir en Harvard un congreso con Duhalde, Michetti y otros políticos locales, Urtubey defiende su “autonomía de pensamiento” y no descarta ser candidato a presidente. Dice que “al peronismo no le hace bien una interna Kirchner-Duhalde”.

› Por Fernando Cibeira

El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, estuvo la semana pasada en Estados Unidos, donde participó de un promocionado encuentro en Harvard que congregó a varias figuras de la política local, empezando por Eduardo Duhalde, justo luego de autopropulsarse a la carrera de 2011. Urtubey asegura que en el encuentro, organizado por el ex ministro brasileño Roberto Mangabeira Unger, sólo se habló del futuro del país y nada de la coyuntura. Con todo, considera que una posible interna entre Duhalde y Néstor Kirchner tendría que haber sucedido “de piso, hace cinco años” y, aunque asegura que no está en sus planes inmediatos, no descarta una candidatura presidencial. “No pienso ni dejo de pensar en eso”, desliza.

–¿De quién se hizo más amigo en el viaje: de Gabriela Michetti o de Prat Gay?

–De Mangabeira. No, sinceramente somos de una generación que parte con menos prejuicios. Tengo desde hace tiempo una muy buena relación con Gabriela, con Alfonso, y con dirigentes de distintos partidos y también peronistas, con los que al final del camino te das cuenta de que hay una cuestión de afinidad generacional. En la política podemos discutir muchas cosas, pero hay una visión parecida respecto de que el pluralismo no es consecuencia de una etapa previa, nosotros ya nacimos plurales, estamos formateados en una sociedad distinta. Nos es mucho más fácil administrar los disensos y trabajar sobre consensos mínimos. Con Fabiana Ríos, con Maurice Closs, con tipos que formamos parte de una misma generación, caminás de otra manera. Esto no quiere decir que con los otros te lleves mal, pero que con ellos hay un mecanismo de relación distinta. Así que no es que ahora hice relación con ellos, ya la tenía. También con Duhalde o Mario Das Neves, que estaban allá y a los que conozco de hace muchos años.

–¿Cómo fueron esas charlas en Harvard?

–Más que una charla es un taller en donde hay un “estimulador”, que fue Mangabeira, que contó muchas experiencias en Brasil y académicas e íbamos conversando en base a eso. Fue un ejercicio para pensar no la Argentina de hoy sino la de dentro de 20 o 50 años.

–Justo antes de viajar, Duhalde anunció que sería candidato a presidente y que quería enfrentar a Kirchner en la interna. ¿Conversó con él de eso?

–No, sinceramente no hablamos de eso. Estábamos en otro contexto.

–En estas últimas semanas, algunos analistas especularon con que usted se había acercado a Duhalde y se había alejado del kirchnerismo. ¿Qué hay de cierto?

–No me engancho en la dialéctica amigo-enemigo. Soy peronista, tenemos un gobierno peronista a nivel nacional, un gobierno que acompaño, lo que no me impide decir si en algo no estoy de acuerdo. Pero, por ejemplo, ahora que se discute la reforma política, yo digo que estoy a favor, ponen: “Volvió al oficialismo”. Si estoy en contra de un proyecto, me fui del oficialismo. Ni me voy ni me quedo. Tenemos que empezar a respetarnos en la posibilidad de tener autonomía de pensamiento. Cuando Duhalde fue presidente hizo las cosas que tenía que hacer y encarriló a la Argentina en una situación de institucionalidad muy baja. Néstor Kirchner igual. Tomó una situación determinada, protagonizó un proceso de crecimiento importante, recuperó el poder articulador del Estado en la sociedad, muchas cosas buenísimas. Pero ya está. No podemos seguir discutiendo porque si no terminamos hablando de la tendencia o la ortodoxia, montoneros o el sindicalismo. Yo participo de una historia, pero todo eso ya está. Ahora, ¿qué vamos a hacer para adelante? ¿Cuáles son las alternativas?

–Más allá de que estén atrás parece que también están adelante. Duhalde ya anunció que será candidato en 2011. ¿Qué le pareció?

–Todo el mundo tiene derecho a ser candidato. En lo personal, me parece que el argentino está buscando ir para adelante, no para atrás. Buscar a tipos que entiendan cómo está funcionando el mundo en el siglo XXI, cuáles son los desafíos de la Argentina para los próximos 30 años, no los de hace 30 años. No es el problema Duhalde porque fue presidente, Kirchner porque fue presidente o Menem porque fue presidente. Se supone que ellos ya dieron todo lo que podían darle al país. Yo estoy preocupado en ver cómo armamos un plan de desarrollo estratégico de la Argentina desde el peronismo que sea sustentable. El drama argentino lo mantienen incólume sus principales dirigentes: primero discutamos candidaturas y después discutamos qué hacemos. Parece que se discute poder, no política. No voy a engancharme en una discusión de poder, yo discuto política. El poder es una consecuencia de la política.

–¿Cómo interpreta entonces la posibilidad de una interna entre Duhalde y Kirchner?

–Es una interna que tendría que haber pasado, de piso, hace cinco años. Es como que apretamos la tecla “pause” y quedamos ahí colgados. Lo que tenemos que plantearnos es cuál es la interna superadora que vamos a plantearles a los argentinos. Perón, eso es algo que le debemos, siempre miró más allá. Pero los herederos de Perón tienen el estigma de quedarse a discutir el pasado, yo quiero que discutamos el futuro. El drama de jugar con actores que tienen mucho pasado, aunque admito que en algunos casos ese pasado puede ser glorioso, es que en alguna medida los inhibe para discutir el futuro. Al peronismo no le hace bien una interna Kirchner–Duhalde. Por ahí puede ser para una cuestión interna de organización, pero como oferta a la sociedad es decirle que parecemos más los radicales que están siempre pensando en las cuestiones internas.

–¿Qué le pareció la reacción que tuvo el Gobierno tras las elecciones de junio con la Ley de medios audiovisuales, la reforma política y la asignación universal?

–La asignación universal es una medida interesantísima en el sentido de que efectivamente universalizamos una presencia del Estado que pueda morigerar los efectos de tantos años sin proyecto nacional. Eso es sólo una parte, tenemos que ir por más. Por eso vengo planteando algo que llamo Fondo de Convergencia, porque lo que hay que hacer es parar la fábrica de pobres. Las nueve provincias de menor relación respecto del PBG (Producto Bruto Geográfico) per cápita nacional están en el NOA y el NEA. Si uno toma el NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas), da lo mismo más otras pocas como Entre Ríos, San Juan y La Rioja, que también están por encima del promedio nacional. Si se les suma el Gran Buenos Aires, el Gran Rosario y el Gran Córdoba, ya se tiene focalizado el problema de la pobreza en la Argentina. Generemos inversión para el desarrollo de cada uno de estos lugares. Como hicieron los italianos con ese fondo (la “casa per il mezzogiorno”) que ayudó desde el norte industrializado al sur que estaba muerto, el fondo de cohesión de la Unión Europea, lo que hicieron los portugueses, lo que está haciendo Colombia. Agarrar una base estructurada por afuera de la coparticipación, que es una discusión bizantina que no se resuelve más, y generar un fondo de inversión en infraestructura que permita crecer. Desde caminos pasando por infraestructura aérea, fibra óptica, desarrollo de una matriz energética, creando polos de desarrollo en los mismos lugares donde se genera la pobreza, cuyos hijos y nietos están todos en el Conurbano. Y no significa dar más recursos a los gobernadores para gastos corrientes sino un fondo dedicado a infraestructura.

–¿Lo manejaría el gobierno nacional?

–Habría que hacer un consorcio donde estén el gobierno nacional y los gobiernos de provincia. Tenemos que salir de que todas las discusiones de federalismo son discusiones acerca de si los recursos los maneja la Nación o las provincias. Eso es lo de menos.

–Pero está la idea de que el Gobierno maneja a los gobernadores con la billetera, dando o quitando según lo apoyen o no.

–Eso es una gran construcción que está en el imaginario de los sectores politizados. Puedo hablar por mi experiencia. Todos los recursos que le corresponden a la provincia están, independientemente de si yo acompaño o no un proyecto de ley. Por cierto, no soy legislador, así que no puedo votar una ley.

–Y los diputados y senadores de Salta suelen votar diferenciados....

–Claro, porque jamás les he dado instrucciones para que voten nada. Yo no tengo “mis” legisladores. Soy salteño, voté a candidatos y entraron o no. Fui ocho años diputado nacional y nunca recibí instrucciones de nadie para votar o dejar de votar algo. En la Argentina tenemos que empezar a caminar de esta manera. Nosotros laburamos con la lógica de un River-Boca permanente, y no hay espacio para el de Racing, Independiente, nada. Es un horror. Es cierto que algunos planes de inversión en la provincia van más lento de lo que querríamos, hay algunas obras que no se hicieron, pero es producto de la situación. Soy administrador y lo sé. No creo que esté vinculado con la política y no he sido una persona que ha acompañado todo.

–¿Está a favor de la reforma política?

–También es interesante. Personalmente no comparto la idea de la boleta sábana. En mi provincia estoy impulsando el sistema de voto electrónico que rompe esa idea porque cada uno se arma el voto que quiere. Hay cosas de este proyecto que son buenas porque el sistema gana en previsibilidad.

–¿Es verdad que Alberto Fernández cree que usted podría repetir en la Argentina el fenómeno de Marco Ominami en Chile como candidato presidencial joven?

–Hablo mucho con Alberto Fernández. Coincido en muchas de las cosas que él plantea sobre la necesidad de la articulación de espacios de renovación política. De ahí a lo que opina respecto de lo que yo pueda ser, no me puedo hacer cargo.

–¿No está pensando en una candidatura presidencial?

–Ni pienso ni dejo de pensar. Tengo mi responsabilidad institucional como gobernador, recién estoy por cumplir dos años. Hice mucho menos de las cosas que quería hacer producto de que cuando fui electo vivía en una Argentina que crecía a más del 7 por ciento, eso se desplomó y me obliga a replantear metas. Pero soy un hombre de la política y estoy trabajando en la construcción efectiva de espacios de pensamiento. Ahora, no se puede construir nada diciendo “yo soy candidato a tal cosa”, que es lo que se hace acá tradicionalmente. Quiero ser parte de la construcción de un proceso de renovación política del país. Si en el marco de esa construcción nacional me toca ser el sereno que está en la puerta, el que paga las cuentas o el presidente, hay que aceptarlo. Si un político te dice que no quiere ser presidente, es un mediocre o un mentiroso. Yo no soy ninguna de las dos cosas.

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