El acto convocado originalmente por la CGT para el viernes 20 de noviembre en apoyo al Gobierno y en defensa de la democracia tendrá un orador de cierre de peso. La presidenta Cristina Fernández ya le transmitió al secretario general de la CGT, Hugo Moyano, que quiere sumarse a la iniciativa impulsada por la confederación de trabajadores. Aunque la central de Azopardo será responsable de la logística, la Plaza de Mayo recibirá también a columnas de movimientos sociales, municipios y gobernaciones. “Nosotros vamos a movilizar a treinta mil compañeros”, anunciaron anoche a Página/12 desde el Movimiento Evita. El propio Néstor Kirchner realizó ayer una ronda de llamados para impulsar a dirigentes cercanos a sumarse a la convocatoria. La misma tarea cumplió en las últimas 48 horas el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli.

“Tenemos que mantener la calle movilizada”, fue la consigna que comenzó a circular en el kirchnerismo. El calendario de movilizaciones tiene asegurada cierta continuidad. En tres semanas, el jueves 3 de diciembre, el oficialismo se movilizará a La Plata para acompañar a Kirchner en la recepción de su primer diploma como diputado nacional electo.

La convocatoria para el acto del 20 de noviembre se realizará poco después del Día de la Militancia, el 17 de noviembre, cuando se conmemora el retorno de Perón al país de 1972. Es muy probable que ese día el peronismo también realice un acto. En el Consejo Nacional del PJ esperan que para entonces Kirchner ya haya comunicado si acepta reasumir al frente de la conducción partidaria. “La mayoría de los gobernadores está alineada y consideran que Kirchner es el conductor del PJ. Ahora la decisión es de él”, aseguró el apoderado del partido, Jorge Landau.

La eventual reasunción del ex presidente como titular del PJ despertó algunas resistencias en ciertos sectores del oficialismo. Sobre todo en aquellos que pretenden mantener alianzas con los bloques de centroizquierda no K. Hasta ahora, el único funcionario que se hizo eco de esa posición fue el ministro del Interior, Florencio Randazzo. “Randazzo no hizo más que decir lo que le mandó Kirchner”, fue la evaluación que hicieron en la cúpula del PJ. La declaración del ministro fue coherente con el clima de expectativa que el santacruceño está intentando mantener en torno de sus futuros movimientos. En el PJ que no quiere romper lanzas con el kirchnerismo –gobernadores, puntualmente– todavía hay cierta incertidumbre acerca de cuál será la decisión final del ex mandatario con respecto a su regreso a la jefatura justicialista.

Si Kirchner decidiera declinar la invitación de ser nuevamente presidente del partido, el PJ debería convocar a un congreso para elegir nuevas autoridades. Ese escenario abriría un campo de posibilidades para los dirigentes del peronismo disidente que pretenden competir por el control del partido: Eduardo Duhalde, Felipe Solá y los hermanos Rodríguez Saá. Quienes hablan seguido con Kirchner creen que es muy difícil que acepte dejar vacante el PJ –incluso dejarlo en manos del actual vicepresidente que quedó a cargo, el gobernador Daniel Scioli– justo en momentos en que el contexto político viene ganando en conflictividad. Eso explica, en suma, la convocatoria a movilizarse el 20 de noviembre a Plaza de Mayo.

Mientras prepara su contraofensiva, el Gobierno sigue con preocupación la coincidencia de cortes de accesos a grandes ciudades, protestas sindicales y crímenes que provocan conmoción. “Hay una clara intención de generar zozobra de los sectores cuyos intereses fueron afectados por este gobierno. Nosotros no identificamos a nadie en particular, pero hay personajes del pasado y sectores económicos que se han visto afectados por decisiones de este gobierno, como cuando se decidió recuperar los fondos previsionales o con la sanción de la ley de medios audiovisuales”, advirtió ayer Randazzo.