EL PAíS › CRISTINA FERNANDEZ RECIBIRA MAÑANA AL PRESIDENTE DE LA AUTORIDAD PALESTINA
Mahmud Abbas llega hoy a Buenos Aires. Viene desde Brasil, que junto a Argentina ofrecerá mediar en el conflicto entre israelíes y palestinos. La visita se produce una semana después de la que protagonizó el presidente de Israel, Shimon Peres.
› Por Fernando Cibeira
En un estudiado uno-dos, Cristina Kirchner recibirá mañana en la Casa Rosada al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, justo una semana después de haberse reunido con el presidente de Israel, Shimon Peres. La Presidenta subrayará la posición argentina a favor de la creación de un Estado palestino que conviva pacíficamente con Israel y ofrecerá colaborar con Brasil en una posible mediación en el eterno conflicto en Medio Oriente. En el Gobierno señalaban esta intervención de los dos países del Mercosur como la búsqueda de un rol internacional más visible, en buena medida permitido a partir de cierta desilusión internacional con el papel del Estados Unidos de Barack Obama, aún ensimismado en sus propios asuntos.
La visita fue pensada como un espejo de la de Peres. Al igual que el presidente israelí, Abbas llegará hoy a las 18 desde Brasil. Mañana al mediodía se reunirá con la Presidenta en la Casa Rosada, darán juntos una conferencia de prensa y luego compartirán un almuerzo en el Palacio San Martín. Cristina Kirchner y Abbas ya se conocen: tuvieron un encuentro bilateral el 31 de marzo pasado, durante la Cumbre de Sudamérica y los Países Arabes, en Doha. En ese contacto, Abbas le agradeció el gesto argentino de abrir una oficina comercial en Ramalá, un hecho concreto a favor del establecimiento de un estado palestino. En octubre pasado, la Cancillería argentina además elevó el rango de la oficina de la AP en Buenos Aires, que pasó de delegación a misión, con lo que el representante de Abbas aquí pasó a tener jerarquía de embajador plenipotenciario.
Medio Oriente no es un tema que figure como prioridad en la agenda exterior argentina pero –a través de estos gestos– muestra que tampoco le es ajeno, siempre con cuidado de mantenerse en equilibrio y con la prédica de dos estados conviviendo en forma pacífica con fronteras reconocidas internacionalmente. A través de los Cascos Blancos, a principios de año llevó ayuda humanitaria para Gaza, algo que también hizo el Sindicato de Camioneros: está previsto que el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, participe de los almuerzos de Abbas como invitado especial.
Abbas -–también conocido como Abu Mazen, su nombre de guerra cuando en los ’70 integraba el Frente para la Liberación Palestina– realiza esta gira en un momento especial. Acicateado por los radicales de Hamas –que consideran que permanece ilegítimamente en el poder– y hastiado por el nuevo estancamiento del proceso de paz en Medio Oriente, Abbas ya dijo que no se presentará para la reelección. Sin embargo, los comicios previstos para el 24 de enero fueron suspendidos, así que todo quedó en veremos. El mundo considera que no hay muchos dirigentes como Abbas –o como fue durante décadas Yasser Arafat– que puedan mantener cierto control en el polvorín de Medio Oriente.
Uno de sus problemas es Hamas. Por eso le pidió a Lula que cuando mañana reciba en Brasilia al presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, le reclame que deje de enviarle dinero a esa organización ultraislámica. El otro problema es el nuevo avance israelí en los territorios ocupados ante la muda mirada de Estados Unidos. Lula reclamó el viernes que Washington dé un paso al costado y permita que el proceso de paz lo conduzcan las Naciones Unidas. Abbas directamente lo señaló a él. “Brasil puede ayudar a la paz”, le indicó.
Esta centralidad de Brasil en cuestiones tan aparentemente ajenas como Medio Oriente –con Argentina funcionando como asistente “pa’ lo que necesite”– tiene que ver con un par de motivos. Para empezar, el fláccido papel que viene cumpliendo Estados Unidos en el escenario internacional, más allá de los correctísimos discursos de Obama en sus primeros meses de gobierno. Ni Medio Oriente ni Guantánamo, ni siquiera Honduras, todos problemas en los que el jefe de la Casa Blanca prometió avanzar, quedaron en la nada. “Argentina y Brasil están tomando posición en un conflicto muy lejano mientras que Honduras, acá nomás, está a una semana de las elecciones que la mayoría de los países de la región anunciaron que no reconocerían”, marcaban en la Cancillería lo extraño de la situación a la que se llegó, en buena medida por culpa de la inacción del Departamento de Estado.
Otra cuestión es el papel más relevante que buscan adquirir Argentina y Brasil como miembros del G-20, que en septiembre quedó formalizado como el principal grupo de países a nivel internacional. Como representantes de la región –junto a México– en el grupo top existe cierta pretensión de fijar posición en los temas que sacuden al mundo. “Hay que ver si nos da el cuero”, analizaba una fuente de Cancillería.
Por lo pronto, Abbas llegará esta tarde a Aeroparque, donde será recibido por el canciller Jorge Taiana y se le dará el trato de un jefe de Estado. Mañana será el turno de la reunión con la Presidenta y de analizar las posibilidades de cómo Argentina puede ayudar al proceso de paz, de nuevo a punto de volar por los aires.
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