Jue 18.02.2010

EL PAíS  › BUSSI REPITIO QUE SALVARON AL PAIS DEL “MARXISMO” Y NEGO LA EXISTENCIA DE DESAPARECIDOS

“Son los códigos de la guerra”

En la segunda jornada del juicio por la represión ilegal en la Jefatura de Policía de Tucumán, el represor se presentó como “un protagonista principalísimo” que con sus subordinados “contribuyó a salvar las instituciones de la República”.

› Por Ramiro Rearte

Desde Tucumán

“Hubo una guerra y en ella sólo existen muertos en combate. Los cuerpos que recuperábamos iban a la morgue, pero nadie los buscó, con la única excepción de Julio Alsogaray (sobrino del capitán ingeniero Alvaro). Tenían vergüenza de hacerlo o les aconsejaron que no lo hagan para poder reclamar luego una indemnización. Por cada uno se pagó 250.000 dólares.” El dictador Antonio Domingo Bussi repitió ante el tribunal que lo juzga por 22 desapariciones que no hubo desaparecidos y que las Fuerzas Armadas protagonizaron “una epopeya” para derrotar “el marxismo leninismo”. Condenado ya a cadena perpetua por el secuestro y desaparición del ex diputado Gerónimo Vargas Aignasse, usó casi tres horas para reivindicarse como “protagonista principalísimo” de la lucha antisubversiva, relatar el apoyo de la Iglesia y deslindar responsabilidades en los políticos que ampararon “el accionar” militar. Su ex jefe Luciano Benjamín Menéndez, quien ya acumula tres condenas, seguía el relato desde una sala contigua protegido por sus problemas de salud.

Bussi, quien llegó en ambulancia y fue asistido con dos tanques de oxígeno por personal del Sistema Provincial de Salud tucumano, se jactó de “la calidad institucional y la libertad de expresión”, que había en Tucumán durante su paso como interventor militar, como jefe de la subzona 32. Por otra parte, tildó a Diego Guelar, dirigente del PRO, como “terrorista”, a pesar de que Guelar había pedido una amnistía para represores a fines del año pasado. A pesar de haber comenzado diciendo que “estoy enfermo y me siento enfermo y es de vuestro conocimiento por la documentación médica presentada”, enfatizó en varias oportunidades palabras como “revolución”, “terroristas”, “República”. Varios de los familiares de las víctimas abandonaron la sala como signo de repudio ante la visión fundamentalista del represor.

“Mis médicos me han prevenido de las consecuencias de acudir y someterme a las exigencias de este debate y voy a agotar hasta el último de mis esfuerzos para contribuir a la verdad histórica que rodearon los supuestos hechos, que fue cambiada y distorsionada pero que no se ajusta a la realidad que vivió la Argentina y Tucumán en la década del ’70. Lo hago para contribuir con mi verdad como protagonista principalísimo de la historia”, dijo Bussi.

“A muchos de los muertos fue difícil identificar, porque fueron tragados por la espesura del monte o por las tácticas desplegadas por las propias organizaciones guerrilleras, como los cementerios clandestinos o las fosas comunes, para evitar que se conociera su identidad”, dijo Bussi, sin inmutarse. Los abogados querellantes le pidieron al tribunal que se les prohíba a los imputados agraviar la memoria de las víctimas.

El abogado Bernardo Lobo Bugeau le dijo a Página/12 mientras salía de la sala de audiencias que “no se puede sostener una teoría como la que expresa Bussi, ya que se olvida de qué manera se secuestró a muchas personas y cómo se quedaban con sus casas y sus bienes”.

A sus distorsiones históricas sumó un exabrupto verbal. “Que me disculpen las damas si se sintieron agraviadas por mis palabras. Y también que me disculpen los damos”, dijo Bussi. En ese momento, un puñado de seguidores del represor aplaudieron. El presidente del Tribunal, Raúl Jiménez Montilla, les llamó la atención y el fiscal general Alfredo Terraf dijo que “no se puede permitir que haya gente que se exteriorice y aplauda, porque está prohibido por ley”. Y luego de leer el artículo referido a este tema, agregó: “Si cada vez que alguien diga algo van a aplaudir, esto se va a convertir en un circo y no en un juicio”.

El detenido sostuvo enfáticamente la teoría de los dos demonios, al resaltar que ninguno de los “caídos” en el monte tucumano fue reclamado por sus familiares. “Son los códigos de la guerra”, dijo el represor, que llegó a primera hora a la sala de audiencias para evitar los abucheos de los militantes de los organismos de derechos humanos y partidos políticos de izquierda que se encontraban en la puerta del lugar. “Lo que digo lo hago en resguardo de mis subordinados de todas las jerarquías que con sacrificio y coraje han ayudado a salvar las instituciones de la República, entre ellas la misma Justicia de la época. Me voy a permitir rescatar esta época pero, no de mi boca, sino de la boca de las instituciones de entonces, para que sepan cuál es la verdad”, resumió Bussi.

Al referirse al presidente Juan Domingo Perón, por el “que muchos se rasgan sus vestiduras”, citó una frase del año 1974, “luego del ataque de la guarnición de Azul, en enero de ese año, Perón dijo que estábamos en presencia de verdaderos enemigos de la Patria. Organizados para luchar con fuerza en contra del Estado. Se trata de poner coto a la acción disolvente y criminal que atenta contra la existencia misma de la Patria”.

Cuando leyó la parte referida al apoyo eclesiástico, citó a los capellanes castrenses Adolfo Tortolo (“Tengo la convicción de que las Fuerzas Armadas, aceptando la responsabilidad tan grave y seria de esta hora, cumplen con su deber”) y Guillermo Bolatti (“si este proceso iniciado en nuestra Patria a los seis meses fracasa, terminaremos en el Marxismo”). También expuso la posición del Episcopado Argentino del año 2005, “llama a no callar los crímenes de la guerrilla. Los jóvenes deben conocer también este capítulo de la verdad histórica”, aseveró. Luego pidió un receso por sentirse “descompensado”, repitió esta actitud dos veces más durante la jornada.

En esta oportunidad, a Bussi no lo acompañó casi nadie. Estuvo su hijo José Luis, pero no su hijo Ricardo, ya que atraviesan por una disputa política interna para determinar quién se queda con las migajas que dejó el geronte cuando se alejó de su partido Fuerza Republicana.

El geronte insistió con que “la guerrilla metida en los montes carece de banderas y de sentimientos. No tiene sentimientos porque destruye y no tiene bandera porque es antinacional”. Minutos más tarde fue trasladado en ambulancia hacia el coqueto country de Yerba Buena, donde cumple su condena mientras caía la tarde en la capital tucumana.

En la causa por la represión en la Jefatura de Policía de Tucumán están imputados, además de Bussi y Luciano Benjamín Menéndez, los ex militares Albino Mario Zimmerman y Alberto Cattáneo y los ex policías Roberto “El Tuerto” Albornoz y los hermanos Luis y Carlos de Cándido.

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