Sáb 20.02.2010

EL PAíS  › UN NUEVO PROCESADO EN UN CASO DE SECUESTRO Y MUERTE

La pista fue el recibo

En 1976, un policía militar exigió un recibo al entregar a una detenida que luego fue asesinada. El papel permitió que ahora procesen al oficial que lo firmó en Mar del Plata.

› Por Diego Martínez

El 4 de agosto de 1976, luego de pasar por dos centros clandestinos, Analía Delfina Magliaro fue trasladada a Mar del Plata en un avión del Ejército. El oficial que debía entregarla a la Agrupación de Artillería de Defensa Aérea 601 (AADA 601), capitán Eduardo Berazay, reclamó un recibo, que conservó durante años y entregó en 1984 a un juzgado de instrucción militar. Dos años atrás, el previsor Berazay contó la historia ante el Tribunal Oral Federal 5, que juzgaba al coronel Pedro Barda, jefe del AADA 601. El fiscal federal Félix Crous solicitó entonces la imputación de quien recibió a la mujer de 34 años. Un tercio de siglo después, el juez marplatense Alejandro Castellanos lo procesó. Se trata del coronel retirado Fortunato Valentín Rezett, que hasta 2005 fue profesor en la maestría en Inteligencia Estratégica Nacional de la Universidad Nacional de La Plata.

Magliaro fue secuestrada en La Plata el 19 de mayo de 1976. Su familia no tuvo ningún dato sobre su paradero hasta dos meses después, cuando una voz anónima le informó que estaba en la Comisaría 34ª de Buenos Aires. Delfina Magliaro, la madre, se presentó con ropa y comida. No los dejaron verla, pero confirmaron que estaba allí cuando un policía les transmitió una pregunta sobre la salud de un familiar, que sólo ella conocía.

Berazay, miembro de la Compañía de Policía Militar 101, declaró que su jefe le ordenó trasladar a “una detenida”. Cuando se presentó en la Comisaría 34ª encontró resistencia, porque, le explicaron, “está a disposición del Cuerpo I”. Pero tras varios llamados, el capitán se llevó a la mujer. Pese a que ya había sido torturada en la Comisaría 5ª de La Plata y en el Vesubio, Berazay aseguró que la joven no tenía esposas ni vendas y que “salió caminando”. Antes de partir en una camioneta rumbo a Aeroparque, el militar firmó un registro de detenidos de la comisaría de la Policía Federal.

El oficial, hoy de 69 años, recordó que el avión, con cinco tripulantes, partió desde el área militar de Aeroparque y aseguró que no habló con la secuestrada durante el viaje. “Ella iba a decir que no había hecho nada y le habría tenido que explicar que sí, entonces por respeto no hablaba”, dijo. El avión aterrizó en la pista de tierra de la unidad militar que comandaba Barda. Berazay entregó a Magliaro al capitán Rezett, que previa consulta le entregó un recibo con su firma y la aclaración “Cap S2 AGR ADA 601”, es decir su grado militar (capitán), la sigla que representa la división inteligencia (S2) y el destino, la agrupación que comandaba Barda.

Citado a prestar declaración indagatoria, Rezett negó haber actuado en inteligencia. Dijo que Barda le asignó “tareas administrativas” y que también fue “jefe de turno” de la agrupación. En esa función fue que tuvo que recibir a la secuestrada. Cuando Berazay le pidió el recibo, declaró, fue a ver “al teniente coronel Costa, a quien interiorizó de lo acontecido”. Costa “le ordenó realizar dicho certificado y firmar el mismo, ello desde el área de inteligencia”, explicó ante el juez Castellanos. Rezett reconoció su firma en el papel.

El 2 de septiembre de 1976, Magliaro fue asesinada por el Ejército en un enfrentamiento fraguado en Mar del Plata. Los familiares que fueron a reconocer su cadáver contaron que estaba flaca, con ropas gigantes, y que tenía tres orificios de bala, quemaduras, lastimaduras en pies y muñecas, y marcas de cinta adhesiva en la boca y los ojos. El juez Castellanos procesó a Rezett, hoy de 71 años, como partícipe necesario del homicidio y le concedió el arresto domiciliario.

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