EL PAíS
› EMILIO MASSERA SIGUE EN ESTADO CRITICO Y CON RESPIRADOR
Se prolonga la agonía del dictador
El ex jefe de la Armada sigue en el Hospital Naval. Según el último parte médico cuenta con asistencia respiratoria mecánica y, aunque detuvieron su hemorragia cerebral, no registra mejoría en su estado.
El dictador Emilio Eduardo Massera sigue agonizante. El último parte médico del Hospital Naval indica que está con “asistencia respiratoria mecánica” y “sin mejoría en su estado neurológico”. Después de sufrir una hemorragia en el cerebro y ser operado de urgencia, el dictador aún se resiste a partir hacia el Infierno.
Massera, de 77 años, sufrió un derrame cerebral el jueves por la mañana y fue trasladado de urgencia al hospital, donde le drenaron la hemorragia. Ayer su estado no había mejorado. De acuerdo con el informe firmado por el capitán de navío médico Héctor Osvaldo Campos, director médico asistencial del Naval, su pronóstico sigue siendo “reservado”.
En mayo del año pasado había sido operado de un by pass en el Instituto Cardiovascular y eso le permitió volver a su casa desde Campo de Mayo. Massera había sido trasladado allí luego de que se descubriera que salía a pasear fuera de su espaciosa quinta en El Talar de Pacheco, donde debía permanecer desde que fue arrestado por la jueza María Servini de Cubría y el entonces juez Adolfo Bagnasco, a fines de 1998. Por eso, el jueves fue
llevado al hospital desde su departamento de Libertador y San Martín de Tours, ya que es allí donde cumple con su arresto domiciliario por su responsabilidad en la apropiación de menores durante la última dictadura.
Massera Nació en Paraná el 19 de octubre de 1925. Fue alumno de la Escuela de las Américas, donde estudiaron los represores de todo el continente. Fue nombrado jefe de la Marina por Juan Domingo Perón y lideró la fuerza al derrocamiento de su mujer, María Estela Martínez de Perón. El 24 de marzo de 1976 se convirtió, junto con Jorge Rafael Videla y Héctor Agosti, en miembro de la Junta que usurpó el poder. Se retiró en septiembre de 1978, después de convertir a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) en el mayor centro de torturas y muerte de la historia argentina.
En 1985, el Almirante Cero, El Negro, fue condenado en el juicio a las Juntas por tres homicidios agravados por alevosía, 12 tormentos, 69 privaciones de la libertad calificada por violencia y amenazas y siete robos. Aunque éstos sólo eran una mínima muestra de los numerosos crímenes aberrantes por los que debía rendir cuentas, alcanzó para condenarlo a reclusión perpetua. Cinco años después, un Día de los Inocentes, el entonces presidente Carlos Menem lo dejó en libertad a través de un Indulto. Salir de la cárcel no le impidió ser repudiado públicamente. La impunidad no alcanzó para concretar sus ambiciones políticas.
Massera no sólo no logró lo que sí pudo Bussi en Tucumán o Hugo Banzer en Bolivia, sino que volvió a prisión el 24 de noviembre de 1998. La jueza María Servini de Cubría ordenó que fuera recluido en el destacamento de Gendarmería Nacional de Campo de Mayo. La magistrada y, luego, su colega Adolfo Bagnasco lo arrestaron por su responsabilidad en las apropiaciones de los menores nacidos en la maternidad clandestina que funcionó en la ESMA y los que fueron secuestrados con sus padres, llevados a ese centro del terror y luego entregados a los amigos del dictador. El juez Claudio Bonadío lo procesó por la apropiación de bienes de los desaparecidos Conrado Gómez, Victorio Cerutti y Horacio Palma pero la Cámara Federal lo sobreseyó porque ese caso ya se había ventilado en el juicio a las Juntas.