Para entrar en la universidad hay que pasar entre los albañiles que levantan un entrepiso. Carretillas, escombros, bolsas de cemento que se apilan dejando apenas un pasillo por donde avanzar. El ruido de un taladro retumba en el silencio del feriado. Hebe de Bonafini llega tarde a la entrevista. “¡Pasé!”, festeja al llegar a la oficina, y se sacude de la ropa un polvo hecho de cal. Cuenta que viene de la marcha en la Plaza, pero que se demoró en un bar comiendo algo. “No puedo olvidarme de comer porque soy diabética”, cuenta. La entrevista es sobre la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, que hoy cumple diez años. Junto a Bonafini está Inés Vázquez, la rectora.

Cuando se retomen las clases, esta semana, el edificio estará distinto. El entrepiso servirá para agregar aulas, ya que la sede de la universidad, ubicada en la Casa de las Madres, frente al Congreso, va quedando chica. La universidad tiene un promedio de 1200 inscriptos anuales en diez carreras, más un extra difícil de cuantificar, formado por la gente que asiste a las actividades de tres cátedras abiertas.

Tres de las carreras de la universidad otorgan títulos oficiales –Derecho, Trabajo Social e Historia–, pero las restantes son “carreras de formación” –como cooperativismo o cine documental– y para cursarlas, a la manera de las universidades populares, no se exigen estudios previos. Esa apertura, pasa en limpio ahora Hebe, ha sido un puente para que muchos se acercaran. “Para la universidad fue importante tener carreras en las que la gente no necesita tener la primaria y secundaria terminadas porque son muchos los que vienen, hacen una carrera corta y después se entusiasman para terminar el secundario y seguir con algo más grande. Vienen travestis. Vienen egresados de las universidades públicas, que buscan otra mirada. Ahora empiezan a venir compañeros de los obradores.”

Cuando se fundó, en abril de 2000, la intención central era abrir un espacio de formación de cara a los movimientos sociales. “De la Rúa desautorizó que la llamáramos universidad, pero nosotras la habilitamos igual, por derecho propio –recuerda Bonafini–. Preparamos todo y cuando llegó el momento de la inauguración hicimos una reunión con Osvaldo Bayer y otros compañeros y profesores. Yo quería que viniera gente de otras universidades del mundo. ‘Invitemos a todas –les decía–, ¿por qué no?’ El tema es que invitamos a la Universidad de Salamanca, porque yo había ido a dar una charla y había sido muy bien recibida, y ellos vinieron. Vinieron todos. El tema es que llegaron el rector y el vicerrector de Salamanca, con sus mujeres, para inaugurar una universidad que era ilegal si querés, porque De la Rúa no quería que usáramos el nombre de universidad. Y cuando el rector de Salamanca subió al escenario para hablar, dijo: ‘A mi universidad la abrieron los reyes, y a ésta la abren las reinas’. Estaban todos los embajadores. Había gente afuera, en la calle, que no había podido entrar por falta de lugar, y se quedó en la vereda aunque llovía... porque era una cosa muy nueva que las Madres, sin tener ningún permiso... y vamos a decir más, sin tener tanto conocimiento tampoco, porque muchas de nosotras no habíamos ido a la universidad, ni siquiera a la secundaria... pero abrimos una universidad. Claro, tuvimos el apoyo de los profesores.”

–¿Y por qué De la Rúa les negaba el permiso?

–No se lo pedimos –dice, mientras de algún lugar del edificio llega el ruido de martillazos contra una pared–. Si nos estaba cagando a palos, ¡qué le íbamos a pedir!

“Aprender a hacer política”

–¿Cómo es la relación de la universidad con los movimientos sociales? Hace unos años era común encontrar en las organizaciones piqueteras gente que estudiaba acá. ¿Y hoy?

H. B.: –No tanto, porque a los movimientos piqueteros los coparon los trotskistas y los trotskistas no quieren a las Madres. Están en contra de la Plaza, están en contra de la universidad, en contra de Chávez, en contra de Fidel... están en contra de la vida.

Inés Vázquez: –Tenemos un régimen de becas para las organizaciones. La beca se da a una persona individual, pero en función de su grupo social, es decir, respaldado por su movimiento o agrupación. Son no sólo a movimientos de desocupados, sino para todo tipo de movimiento social.

–¿Y con el Estado?

H. B.: –No tuvimos nunca mucha relación con el Estado, a no ser que invitemos a alguno del gobierno de Kirchner, que es más potable.

–Pero están tramitando el reconocimiento oficial de la Universidad.

H. B.: –Sí, los egresados lo planteaban, porque estudiar tantos años y no tener un título imaginate que no le gusta a nadie.

I. V.: –Y hubo un largo debate interno, no fue una decisión de un día para el otro. Recién en 2005 empezaron las tratativas con la Universidad de San Martín para hacer el convenio que nos permitió en el 2006 dar títulos oficiales en la carrera de Trabajo Social (lo mismo se hizo con la Universidad de Lomas de Zamora, para los títulos de Derecho). Y al año siguiente nos presentamos al Ministerio de Educación por el reconocimiento. Estamos en la última etapa, ya está por salir.

–Una vez con reconocimiento oficial, ¿qué va a diferenciar a la universidad de una estatal?

I. V.: –Hay otra mirada. Además, la universidad estatal está degradada por lo que ha sido la destrucción de la educación pública. Claro que hay sectores muy interesantes que trabajan en la universidad pública con los que nosotros tenemos relación. Nosotros defendemos la universidad pública.

H. B.: –Muchos profesores vienen acá a dar charlas y seminarios. Otra diferencia es que acá damos dos materias obligatorias, formación política y la historia de las Madres. Eso no se da en ninguna universidad. La política no es mierda: los políticos son mierda, pero la política es la mejor acción del hombre. Eso es lo que queremos enseñar a los jóvenes, para que hagan política.

–¿Cómo enseñan formación política?

I. V.: –Se van viendo categorías políticas de distintas escuelas, y se relaciona con la realidad cotidiana. Tiene que ver con lo que querían las Madres al fundar la universidad. Ellas veían que faltaba en la sociedad, sobre todo en los movimientos populares, esa capacidad de interpretación política. El hecho de que las luchas no puedan tener continuidad, el hecho de que los movimientos se fragmenten, sucede en parte por falta de formación política.

H. B.: –Que es también un problema del partido del gobierno, porque el kirchnerismo tampoco hizo la formación política que dijo que iba a hacer con la transversalidad. No la hizo.

Los diez años de la universidad popular se festejarán con un acto, hoy, a las 19, en Hipólito Yrigoyen 1584, donde se entregará un reconocimiento a los docentes que están en la universidad desde su fundación. Será también un día de anuncios, ya que la Asociación Madres de Plaza de Mayo acaba de inscribirse para tener su propio canal de televisión. El jueves, el sociólogo Emir Sader abrirá el seminario “América latina frente a la reacción neoliberal y el imperialismo”; el seminario, de entrada libre, se dictará todos los jueves del primer cuatrimestre.

–¿Hacia dónde va la universidad, qué proyectos tiene?

I. V.: –En lo formal, tenemos un proyecto a seis años para abrir trece carreras, trece licenciaturas. Tenemos un departamento de arte que va a funcionar en el Espacio Cultural Nuestros Hijos. Las carreras de Economía y de Comunicación Social son las primeras que se van a abrir.

H. B.: –La idea es que los que estudian acá salgan presidentes, que salgan jueces y diputados; la universidad hace falta para eso. En los barrios que vayamos haciendo, queremos ver si podemos abrir escuelas técnicas y pequeñas universidades. Esas son las próximas ideas.