EL PAíS › OPINION
› Por Esteban Bullrich *
El secretario general de UTE-Ctera, Eduardo López, publicó el último lunes 5 de abril en este diario una columna referida a la gestión que realiza el ministerio que presido. Respecto de la misma, me gustaría realizar algunas aclaraciones, solicitando se me otorgue el mismo espacio.
En primer lugar, quiero expresar que no consideramos un acto de censura velar por los contenidos que llegan a las escuelas de nuestra Ciudad de Buenos Aires, respetando y haciendo respetar la Ley de Educación Nacional. Esta ley defiende en su artículo 67, punto C, el siguiente principio: “Al ejercicio de la docencia sobre la base de la libertad de cátedra y la libertad de enseñanza en el marco de los principios establecidos por la Constitución Nacional”. Los contenidos que en este caso puntual se debaten se encuentran publicados en la web al alcance de todos quienes quieran utilizarlo. Nuestras aulas están abiertas al trabajo ético de toda experiencia educativa que implique reflexión y nuevos conocimientos para alumnos.
En segundo lugar, el Ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, al revisar el material, encontró que el enfoque empleado correspondía a una sola interpretación histórica. Vale recordar que fue Página/12 el que reconociera una amplia visión gramsciana del libro del Bicentenario.
El invaluable aporte de Antonio Gramsci es uno de tantos que han ofrecido muchos importantes pensadores en materia pedagógica. Quiero ser muy claro: brindar a las escuelas este material inspirado –repito– en sus calificadas ideas, como única fuente de datos para los docentes, implica realizar un acto de censura respecto de otras visiones, autores y otros materiales enriquecedores para la labor educativa.
En tercer lugar, lo que estamos defendiendo es la pluralidad de los contenidos curriculares que llegan a las escuelas, dando participación a todas las voces que representan a la Ciudad de Buenos Aires y no sólo a una parte de ellas. No estamos impidiendo que el material sea conocido ni utilizado. Todo lo contrario, lo estamos sometiendo a la prueba democrática del disenso.
El acceso al conocimiento nunca debe suprimirse en virtud de una u otra idea, por importante o valiosa que sea. El éxito del proceso educativo depende de nuestra capacidad de inculcarles a nuestros alumnos que es tan importante desarrollarse personalmente como entender que forman parte de una sociedad plural.
En el ejercicio de la democracia deberíamos ser más cuidadosos en el uso de las palabras. Tengo un profundo respeto por Eduardo López, pero debemos ser cautos al acusar de censura a quienes piensan distinto de nosotros. La actitud de descalificar al disenso con la palabra censura es como un “boomerang” imaginario que regresa a la base y transforma, a su vez, a esta descalificación en censura.
* Ministro de Educación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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