El radicalismo está dejando en evidencia que su crisis caló tan hondo que no quedó en condiciones ni de hacer un escrutinio. Pese a que lo había prometido, la junta electoral –pasados tres días desde las elecciones– ayer no pudo informar quién ganó en la interna abierta entre Leopoldo Moreau y Rodolfo Terragno. La excusa para la nueva postergación fue las muchas impugnaciones registradas en algunos distritos, básicamente Santiago del Estero, que favorecía a Terragno, y Formosa, en donde ganó Moreau. El presidente de la UCR, Angel Rozas, confirmó que, faltando contar el 10 por ciento de las mesas, Terragno se imponía por 4 mil votos. Sin embargo, por la noche, en el comando de campaña de Moreau aseguraban que habían terminado de hacer el recuento y que ganaron por 3700 votos. Es decir, pasaron tres días y todo sigue igual.
A lo largo de la tarde, miembros de la junta electoral decían que sí, que ayer sería el día, que a eso de las 21 tendrían los números finales. Pero a medida que se acercó la hora las expectativas se truncaron. “Hoy no, hay demasiadas impugnaciones”, señaló un vocero que había tenido oportunidad de echarle un ojo al trabajo de ese misterioso oráculo en que se convirtió la junta electoral que funciona en el Comité Nacional. La junta escruta datos que nunca terminan de quedar en claro de dónde salen pero siempre aclara que todavía falta mucho más por contar. Hizo un último parte público el lunes a la noche cuando llevaba la mitad de las mesas contabilizadas y luego se llamó a silencio porque los números eran más para la polémica que otra cosa.
Lo que dicen en el Comité Nacional es que, dada la tensión creada alrededor de la elección, no quieren volver a brindar ninguna información parcial y que el próximo parte será el definitivo. Pero se encontraron con una elección tan pareja que cualquier modificación puede resultar decisiva, por lo que no saben cómo resolver el intríngulis de las denuncias cruzadas. Las dos listas impugnaron los lugares en donde perdieron por mucho y parece que encontrar irregularidades no es muy difícil.
Por ejemplo, la lista de Moreau denunció un posible fraude en Bahía Blanca, el distrito del compañero de fórmula de Terragno, el intendente Jaime Linares. El titular del comité bahiense, Oreste Retta, admitió que habían sido computados como buenos “700 votos burdamente corregidos” en las planillas, pero que el problema ya había sido subsanado.
Por la noche, la junta todavía tenía problemas para el recuento en Santiago, Formosa y Salta, debido a que muchas mesas presentaban dudas. En Formosa sucede algo parecido a lo que pasó en Chaco, provincia que se convirtió en el principal punto de discordia. En ambas provincias, Moreau se adjudicó en un primer momento una diferencia de votos muy importante que luego los comités provinciales se encargaron de achicar. Esas cifras que suben y bajan de acuerdo a lo que sucede en otros distritos son el mejor reflejo de la bochornosa imagen que está dejando el radicalismo como desenlace de esta interna.
Por la mañana, el gobernador Rozas sostuvo que Terragno había confundido “libertad con libertinaje” al hablar de sospechas de fraude en Chaco y reiteró su desafío de repetir la elección en su provincia dentro de un par de semanas. Terragno sacó un comunicado con el título “Los votos se cuentan, no se negocian”. “Algunos quieren demorar el resultado hasta acordar un número. Para mí, el único número válido es el que surja de la suma de los votos emitidos”, agregó.
El sector de Moreau se mantuvo en silencio hasta la noche, cuando aseguraron que habían podido tomar nota de la totalidad de las planillas enviadas por las provincias en discordia. “Ganamos por 3773 votos”, puntualizaba un vocero. Como sucede desde el domingo a las 18, en el sector de Terragno sostenían lo contrario. “Nosotros ganamos por 7000 votos, ahora ellos están pensando cómo hacen para presentarlo”, respondía otro vocero. Tal vez la junta electoral hoy pueda aportar algo.