EL PAíS › LA UNIóN EUROPEA ACORDó UN PLAN DE RESCATE SIN PRECEDENTES POR 750 MIL MILLONES DE EUROS
Persuadidos de que Grecia no es el último de la lista, la Unión Europea toma recaudos. Aporte extraordinario de la Comisión Europea y del FMI, que sólo podrá ser usado en favor de los socios de la zona euro: el fin último es que no desaparezca la moneda común.
En una pelea literalmente sin descanso, los ministros de Finanzas de “los Veintisiete” miembros de la Unión Europea resolvieron, en la madrugada del lunes en el viejo continente, la creación de un fondo crediticio de rescate a países que puedan caer arrastrados por la crisis de Grecia, que podría sumar 750 mil millones de euros. La complicada madeja de apoyos financieros “bi” y multilaterales fue acordada actuando contrarreloj, porque los referentes comunitarios se habían autoimpuesto mostrar “el humo blanco” del acuerdo antes de que abrieran las Bolsas asiáticas, para demostrar “capacidad de reacción” a los mercados luego de una semana funesta. Los primeros indicios dibujaron una sonrisa en los agotados rostros de ministros y asesores: Hong Kong abría la rueda del lunes con una suba del uno por ciento respecto del cierre del viernes anterior, y en Tokio el euro exhibía con orgullo una recuperación del 0,6 por ciento contra el dólar y del 1,7 por ciento contra el yen, siempre respecto del último valor del viernes pasado. No es mucho, pero más que suficiente para quienes saben que están peleando, a la vez, contra la marcha del reloj, contra una ola especulativa manejada por poderosos fondos financieros y, por qué no, contra su propia impotencia.
El plan de rescate a Grecia por 110 mil millones de euros tuvo nuevo impulso con la aprobación en el FMI del préstamo (por los 30 mil millones que le corresponden en aquella suma) y de su primer desembolso. Pero nadie, y los europeos antes que ninguno, está totalmente convencido de que dicho plan funcione. Es por eso que apuraron el viernes la decisión de tender una “malla de protección” que sirva de seguridad para quienes puedan caer después de Grecia. Dicha malla, tal cual quedó dibujado ayer en la larga sesión de ministros en Bruselas (Bélgica), tendrá un ancho de 750 mil millones de euros, a fin de cubrir las necesidades potenciales de los socios con problemas de solvencia y dejar a salvo la supervivencia del euro como moneda común y de referencia en el sistema monetario mundial. Vale señalar que los países de la zona euro no sólo pelean contra sus propios problemas de insolvencia, sino además contra un cada vez más evidente ataque de capitales especulativos que apuestan a hacerse con una fortuna en caso de caer en desgracia la moneda comunitaria. La puesta al borde del default de Grecia ya les rindió suculentos dividendos.
El mecanismo de rescate acordado por los Veintisiete consta de varios elementos. El primero de ellos es una facilidad comunitaria de ayuda a la balanza de pagos por valor de 60.000 millones de euros, con los recursos propios de la Unión Europea como garantía. Dicha facilidad se activaría cuando un país tuviera una necesidad de divisas para cumplir sus compromisos externos, porque los ingresos por exportaciones y entrada de capitales financieros fueran insuficientes para el pago de importaciones y servicios de deuda, por ejemplo.
En caso de que esa cantidad no bastara, porque se viera desbordada por la demanda de los países en problemas de pago, los Estados de la eurozona (son dieciséis, incluido Grecia) se han comprometido a garantizar préstamos bilaterales por un monto de hasta 440.000 millones de euros más.
El gobierno del Reino Unido, a través de su ministro de Finanzas, Alistair Darling, había anticipado antes de ingresar a la reunión que su país no estaba dispuesto a aportar recursos financieros para atender urgencias de otros países con problemas de desequilibrio fiscal. Gran Bretaña, siendo uno de los países más poderosos de la Unión Europea, no utiliza el euro como moneda, sino que mantuvo la libra esterlina. De allí la diferenciación en el aporte de “los Veintisiete” miembros de la Unión Europea (donde sí está Gran Bretaña) respecto del compromiso que asumen “los Dieciséis” de la zona euro, que son los que comparten la moneda común. Estos últimos, sin moneda “propia”, tienen restringida la posibilidad de devaluar para mejorar su posición de balanza de pagos (medida que desalienta la importación, y alienta la exportación y la entrada de capitales financieros).
Hay más condimentos en el paquete. Según anunció el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, el Fondo Monetario Internacional ha confirmado que podría aportar créditos por un valor de al menos la mitad de lo aportado por Europa (250.000 millones de euros). En su expresión máxima (en caso de extrema necesidad), el paquete total que tendrían a disposición los países de la zona euro con problemas de pagos alcanzaría así a 750.000 millones de euros, siempre en programas a tres años y sujeto a las estrictas condiciones del FMI. Tal como fue concedido a Grecia y como exigía Alemania que se hiciera extensivo a todos los casos futuros.
El acuerdo del Consejo de Ministros de Economía y Finanzas de la UE se alcanzó tras casi 12 horas de negociaciones contrarreloj, a tiempo para la apertura de los principales mercados financieros asiáticos. Bajo la consigna “defender el euro cueste lo que cueste”, el mensaje de la propuesta está dirigido a disuadir a los especuladores que vienen apostando en los mercados en contra de cada movimiento de la Unión Europea en favor de sus miembros y apuntando a ver caer en quiebra a algún miembro de la zona euro.
Las deliberaciones en Ginebra estuvieron precedidas por sendos contactos telefónicos del presidente estadounidense, Barack Obama, con la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quienes alentó a adoptar “medidas rotundas” que permitieran retomar el control y recuperar la confianza en los mercados financieros. Estados Unidos no ocultó su satisfacción por la salida propuesta que, además, recoloca al FMI en un lugar estratégico de las negociaciones.
El mecanismo de “protección y seguridad” dispuesto ayer representa un fuerte respaldo a países como España, amenazados por una situación fiscal comprometida. En cambio, vuelve a dejar afuera a otras economías europeas debilitadas pero a las que no se les autorizó el ingreso a la zona euro, por lo que no podrán recurrir a la nueva ventanilla habilitada. Tal es el caso de Rumania, Letonia y Hungría.
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