El Fondo Monetario Internacional aprobó este domingo, horas antes del encuentro de ministros de Finanzas de la Unión Europea, el préstamo por 30 mil millones de euros para Grecia. Un préstamo sin precedentes por su valor, pero no por sus condicionamientos. Tal como recordó ayer Amado Boudou, ministro de Economía, consultado por Página/12: “Son las mismas condiciones que le imponía el Fondo a la Argentina en los ’80 y en los ’90”. La representación argentina en el FMI acompañó la votación del crédito a Grecia, pero se manifestó en contra de las condicionalidades y el programa de recortes que se le imponen. “Va a provocar más dolor y desempleo, y desde el punto de vista del rescate de Grecia como deudor va a ser inútil, porque le va a restar capacidad de pago: con este programa, en dos años, Grecia va a estar peor que hoy”, pronosticó Boudou.

El acuerdo stand by a tres años del FMI para Grecia establece metas presupuestarias que someterán al país a un durísimo ajuste, empezando por recortes al gasto público, a las jubilaciones, a los sueldos de empleados del Estado, incremento de impuestos al consumo y menos partidas para asignaciones sociales. La puesta a disposición de los recursos será “gradual”, a lo largo de los tres años por los que se extiende el programa y sujetos al cumplimiento de las metas programáticas. En caso de incumplimiento, es de prever que se aplicarán “renegociaciones” o “reprogramaciones” que endurecerán las condiciones para el país. Tal como ocurría en la Argentina durante los ’80 y los ’90.

–Si las condiciones son tan severas y negativas para Grecia, ¿por qué la Argentina apoyó el otorgamiento del préstamo en el FMI? –preguntó Página/12 a Boudou ayer, después de conocida la resolución del organismo.

–Porque, aunque no nos parezca adecuado, el préstamo fue solicitado por el gobierno griego y aprobado por su Parlamento. No nos podemos oponer ni trabar un pedido de un gobierno en una situación extrema como la que tienen. Pero no vamos a dejar de señalar nuestra opinión en contra del programa presupuestario que se le impone a cambio. La votación a favor del préstamo fue unánime, pero la Argentina, junto a otros países, como Brasil, hizo eje en esa fundamentación. Y nosotros lo podemos decir a partir de nuestra propia experiencia.

–¿Qué sentido tiene dar un préstamo a un país ahogado financieramente, cuya consecuencia va a ser ahogarlo económicamente y generar un grave conflicto social?

–En nuestra opinión, y lo planteamos en el Fondo, es que el programa (de ajuste) no sólo va a provocar más dolor y desempleo en el pueblo griego sino que, además, desde el punto de vista de la posición del país como deudor va a ser inútil. Su capacidad de pago futuro se va a resentir, porque disminuye su capacidad de inversión, no habrá ningún beneficio para su estructura económica ni social. Y además destruirá las instituciones públicas. En vez de actuar en favor de atender los problemas estructurales de Grecia, se atiende a las necesidades financieras de los acreedores. En dos años, la situación de Grecia va a ser peor que la actual con este programa.

–Si se da este pronóstico, ¿usted cree que la posición que sustentó la Argentina tendrá mayor atención en los organismos internacionales?

–Por suerte, no estamos solos en el planteo. Pero se debe insistir en diferenciar entre financiamiento y condicionalidades del ajuste. Estaríamos dispuestos a apoyar paquetes de ayuda, pero en los que se garanticen programas de protección social y de inversiones para evitar un shock de desempleo, dándole al país deudor la posibilidad de pagar a través de la recuperación de su crecimiento económico. Vamos a seguir discutiendo este enfoque en el G-20, que es conceptual, pero también de consistencia política y económica.