EL PAíS › LOS ESPECIALISTAS Y EL TRABAJO DEL BNDG
No hay “motivos científicos ni éticos objetivos” para sospechar de los estudios del Banco Nacional de Datos Genéticos, dice el biólogo molecular Alberto Kornblihtt, investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA. Consultados por Página/12, los científicos Alberto Díaz, director del Centro de Biotecnología Industrial del INTI, y Diego Golombek, jefe del laboratorio de cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, también respaldaron la labor del organismo creado para conocer la identidad de los niños, hoy jóvenes, apropiados durante la última dictadura militar.
“Desde el punto de vista científico-técnico, el Banco funciona muy bien”, afirmó Díaz. “Con el tiempo se ha ido perfeccionando hasta desarrollar unas técnicas que no existían cuando se fundó. Hoy exhibe enormes capacidades para abordar y conservar las muestras genéticas”, detalló el químico, consultor de la Unesco y del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “Sus científicos cooperan con varios de los mejores investigadores del mundo, lo que lo vuelve reconocido nacional e internacionalmente”, agregó Díaz, para quien “gente así no regala la seriedad de su trabajo”.
Golombek aseguró que el prestigio del BNDG “ha sido validado por diversos controles de calidad” y explicó las condiciones del proceso que, según lo previsto, se realizará mañana: “Uno de los componentes de la identidad de una persona es lo que trae de fábrica: su genética, que ofrece diversos marcadores para comprobar con un altísimo grado de seguridad el nivel de parentesco entre dos familiares cercanos. Para eso hay que tener una enorme colección de datos para comparar y el Banco viene cumpliendo ese rol con excelencia desde hace más de diez años, con peritajes certeros e imparciales”.
“Me parece que la desconfianza es un pretexto para retrasar o impedir el análisis de filiación. El mismo debe practicarse en todos los casos donde haya presunción de apropiación, sin excepciones, por el principio de igualdad ante la ley”, dijo Kornblihtt. El biólogo recordó que cuando el inglés Alec Jeffreys desarrolló por primera vez los métodos de identificación de personas por análisis de secuencias de ADN, en la década del ochenta, la sola negativa del presunto implicado a practicarse el estudio era tomada como prueba de responsabilidad en el hecho.
“Si algo define a la ‘ciencia aplicada’ es la posibilidad de que las investigaciones científicas aporten soluciones y herramientas para la sociedad –argumentó Golombek–, y el esclarecimiento de la identidad de personas desaparecidas así como de sus descendientes es uno de los ejemplos más claros que tenemos a mano”. Kornblihtt comparte estos argumentos y concluye que la verdad sobre este caso “no es patrimonio de los Noble sino de toda la sociedad”.
El argumento del abogado de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, el ex camarista Gabriel Cavallo, es que el desplazamiento de Ana María Di Lonardo como jefa del BNDG en 2006 por un conflicto administrativo “hace dudar fundadamente sobre las condiciones en las cuales se llevarán a cabo los peritajes”. Para Kornblihtt, este reclamo –así como todas las dudas sobre la supuesta confiabilidad del BNDG– no tienen razón de ser ya que una vez obtenido un resultado (“es decir, si hay una probabilidad de parentesco entre los hermanos Noble y algún familiar de desaparecidos”) se podrá repetir y corroborar con nuevas muestras. “Todo experimento necesita verificación, pero el peor experimento es el que no se hace –explicó el biólogo molecular–. Nada impide que el resultado del Banco sea verificado o comprobado luego por otros laboratorios, pero sembrar desconfianza de antemano sólo revela negativa a conocer la verdad.”
Informe: Federico Poore.
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