Mar 08.06.2010

EL PAíS  › EL GOBIERNO DE PIñERA RESPALDA A MIGUEL OTERO, QUE HABLó A FAVOR DE LA DICTADURA Y DESCONOCIó EL ROL DE ESTADOS UNIDOS EN EL GOLPE A ALLENDE

En Chile piden la cabeza del embajador pinochetista

La Concertación, hoy en la vereda opositora, exigió al gobierno de derecha que tome “las medidas que corresponden” luego de que el embajador en la Argentina dijera “que con la dictadura gran parte de Chile se sintió aliviada”. Otero pidió disculpas.

› Por Christian Palma

Desde Santiago

“Es una vergüenza para Chile, es algo que indigna a la ciudadanía. Emplazamos al presidente Piñera para que tome las medidas que corresponden.” La dura sentencia pronunciada ayer por el líder de la Democracia Cristiana, Juan Carlos Latorre, sintetiza el sentir de los cuatro partidos de la Concertación (Radical, Socialista y por la Democracia, azuzados –hay que decirlo–, también por su rol ahora opositor) y buena parte del país, que tras las declaraciones del embajador chileno en la Argentina, Miguel Otero, respecto de la dictadura de Augusto Pinochet, abrió una vieja herida que aún dista mucho de cerrarse en este país.

“La mayor parte de Chile no sintió la dictadura, al contrario, se sintió aliviada”, fue una de las frases con que el diplomático se despachó en Clarín el pasado domingo. Dijo además que el gobierno de facto de Pinochet –que llama agradecidamente “pronunciamiento militar”– permitió que Chile ahora no sea una Cuba, del mismo modo que suavizó el accionar de los milicos en temas de derechos humanos, afirmando que no hubo acciones institucionales de quienes lucían las botas y bayonetas con prepotencia en esos años. Su comentario, que además desconoce la intromisión de Estados Unidos para derrocar al presidente Salvador Allende, repercutió fuerte en Chile, casi como una réplica del terremoto de febrero.

El presidente Sebastián Piñera, de gira en el norte del país, conoció la noticia la noche del domingo a través de la blackberry de uno de sus ministros. Hasta ayer prefirió no pronunciarse públicamente, consciente de que el tema es sensible y que la salida de cauce del embajador en un país clave (ya tuvo roces cuando Otero asumió en Buenos Aires por su declarado pinochetismo, lo que no habría caído bien en la Casa Rosada) generó revuelo en Chile y el exterior; más si, en campaña, el propio Piñera aseguró que nadie relacionado con la dictadura de Pinochet estaría en su gobierno. La que sí habló fue la vocera de Gobierno, Ena von Baer. En uno de los patios de La Moneda sostuvo escuetamente que “ésa fue una opinión personal y lo que prima acá es la opinión del gobierno y estas opiniones no son compartidas por el gobierno. No es la línea central del gobierno”.

Tras las recriminaciones transversales que recibió, el diplomático se atrincheró en el piso completo que ocupa su elegante despacho ubicado en un edificio de Las Condes, uno de los barrios más coquetos y elegantes de Santiago. El embajador pidió disculpas y aseguró que el medio argentino (que además estuvo en la pelea por adquirir Chilevisión, el canal de TV de Piñera, valuado en 140 millones de dólares y que aún no vende, lo que ha generado otro dolor de cabeza al mandatario) lo sacó de contexto en la entrevista. “Jamás pensé que podría ser malinterpretado al no reconocer el dolor de tantas familias que han sido víctimas de la violación de los derechos humanos. Vayan a ellos mis disculpas porque tienen todo el derecho de sentirse ofendidos. Siempre he condenado las violaciones a los derechos humanos, cualquiera sea el color del gobierno que las realice”, dijo el embajador.

Ante un salón de conferencias lleno de periodistas, Otero insistió: “Puede haber distintas opiniones y son todas respetables, yo no quiero mirar atrás, no quiero que nos separen con la Argentina las malas interpretaciones. Por eso, disculpas a todas aquellas personas que han sufrido en cualquier dictadura, tienen toda la razón de reaccionar como han reaccionado, yo hubiese reaccionado de la misma forma”, agregó.

Tras ese mea culpa, Otero aceptó sólo tres preguntas de la prensa. La obvia era si renunciaría a su cargo. La respuesta, más obvia aún: “El puesto de embajador tiene la confianza del presidente de la república y hasta donde sé cuento con esa confianza”.

Esto porque el gobierno chileno descartó solicitar su dimisión. De hecho, el canciller, Alfredo Moreno, afirmó que las declaraciones del embajador corresponden a opiniones personales, respuesta que, según trascendió, está en línea con lo que en la interna piensa Piñera.

Miguel Otero, que pertenece al derechista partido Renovación Nacional (RN), donde milita Piñera, insistió en que sus declaraciones fueron hechas a título personal, aclarando, de paso, que respeta a las instituciones argentinas, donde también se han escuchado voces pidiendo su destitución.

Sin embargo, la oposición chilena no entiende que un político viejo haya pisado tan fácil el “palito”. Más bien, sienten que sus declaraciones son el reflejo del verdadero sentir de una porción importante del gobierno de Piñera, que hizo olas a Pinochet cuando no se movía una hoja en Chile sin que él lo supiera.

“En Chile no hay dos opiniones acerca de la violación a los derechos humanos del gobierno militar, pues es una verdad histórica”, añadió Latorre, que criticó las justificaciones y anunció que su partido exigirá a Piñera la renuncia del embajador.

El senador del Movimiento Amplio Social (MAS) Alejandro Navarro dijo que es un error irreparable. “Si éstos son los embajadores que estamos repartiendo por el mundo, la verdad es que vamos a tener problemas. Otero tiene que ser sacado de su puesto”, sentenció.

“Estas declaraciones afectan y dañan gravemente la imagen de nuestra democracia en el extranjero y es un agravio a las víctimas de la dictadura y a cientos de compatriotas que sufrieron las graves violaciones a sus derechos humanos”, añadió el presidente del PS, Fulvio Rossi.

Todas estas reacciones, a las que deben sumarse las quejas y reclamos de las asociaciones de detenidos-desaparecidos o de derechos humanos, no hicieron mella en Otero, que horas antes de su particular arrepentimiento ya había mostrado los dientes. Al ser consultado por el rechazo que causaron sus palabras en varios dirigentes de la oposición, dijo que “eso es problema de ellos, yo no me rijo por lo que ellos digan o piensan, yo dependo exclusivamente del presidente de la república”.

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