EL PAíS
› MURIO EL REPRESOR DE LA ARMADA FRANCIS WILLIAM WHAMOND
En secreto, se murió el “Duque”
Estaba detenido por su costumbre de tomar como botín las propiedades de sus víctimas. Le gustaba torturar en la ESMA y llegó a ser poderoso en la estructura de los escuadrones.
› Por Susana Viau
En un renovado pacto de unidad, la promoción 77 de la Escuela Naval Militar, la 80 del Colegio Militar de la Nación y la 16 de la Escuela de Aviación Militar se asociaron en el aviso fúnebre que “con profundo dolor” y rogando “una oración en su memoria” despidió al capitán de fragata retirado Francis William Whamond. Whamond, de 72 años, murió el lunes 23 en la Escuela de Mecánica de la Armada; la autopsia consignó como causa el estallido de un aneurisma abdominal. Ni los avisos ni los certificados hicieron mención de que el marino se encontraba en prisión desde agosto de 2001, acusado del robo de los bienes del bodeguero mendocino Victorio Cerutti, del abogado Conrado Gómez y del contador Horacio Palma, secuestrados y asesinados precisamente en la ESMA, sobre estas fechas y en un año cuyos dos últimos dígitos coinciden con los de su promoción. Los jueces federales intervinientes en la causa ignoraban que al desatarse el dolor lumbar que caracteriza la fulminante rotura de la aorta, Whamond se hallaba en el edificio de la avenida del Libertador; lo hacían arrestado en una unidad de Zárate. Tampoco está claro bajo cuál de sus múltiples identidades y alias fue enterrado.
Patente de corso
No debe haber sido un oficial brillante: nacido en 1930, a los cuarenta y seis, cuando los secuestrados probaron su eficacia en otros planos, ya estaba fuera del servicio activo. No obstante, esa afición por las acciones ilegales que lo mantenía en los planteles operativos pese al retiro habla de su contumacia. Durante un tiempo, la escala jerárquica que encabezaba el entonces titular de la armada Emilio Eduardo Massera se prolongaba a nivel de la Escuela de Mecánica con Rubén Jacinto Chamorro, de presencia ocasional en los sótanos y dependencias donde se amontonaban los secuestrados. El poder de uno y otro lo plasmaba en esos sitios el verdadero jefe del campo, el capitán Jorge “el Tigre” Acosta. Por una temporada, Whamond, integrante de los grupos de inteligencia, compitió en importancia con el cacique del Grupo de Tareas, capitán de navío Jorge Raúl Vildoza.
Del fallecido y sus métodos de extracción de información tendrá siempre recuerdo Graciela Daleo: “Ya en la ESMA –relató la sobreviviente– fui torturada en la Sala 13, que estaba en el sótano del Casino de Oficiales. La tortura la llevaron adelante el teniente de navío Antonio Pernía, alias ‘Rata’, ‘Martín’ o ‘Trueno’ y el capitán de corbeta retirado Francis William Whamond, alias ‘Pablo’ o ‘Duque’.” Para Marcelo Hernández, el avistaje del oficial retirado comenzó antes, en el instante mismo de su secuestro: “Puedo recordar que entre los marinos que participaron en el operativo se encontraban, al mando de la operación, el Tigre Acosta. El segundo de él era Whamond”. No fue el único encuentro de Hernández con su captor. Volvió a saber de él en un lugar que a Whamond parecía complacerlo: la mesa de torturas. “En un momento, mientras me estaban aplicando picana, apareció Whamond y me dijo: ‘Te felicito, pibe, tuviste una nena’. Estuve en la ESMA dos años (...). En el sótano seguíamos encapuchados. En ese lugar estábamos nosotros tirados y estaba la sala de torturas que era donde actuaban los del sector de inteligencia comandado por Acosta y conformado por Whamond y Manuel”.
Juan Gasparini, secuestrado en los primeras semanas de enero de 1977 junto a Hernández y al abogado Conrado Gómez en el departamento que éste poseía en Santa Fe y Rodríguez Peña, tuvo asimismo noticias de Whamond: “...El Tigre Acosta era el que daba la orden de hacer los documentos falsos a los marinos (...). Este es el caso de Francis William Whamond y de Alejandro Spinelli. El primero utilizó los nombres supuestos de Mario Rodríguez y de Federico Williams. El segundo utilizaba el nombre de Felipe Pagés”. A Miguel Angel Lauletta también lo capturó el extinto: “Fui secuestrado el 14 de octubre de 1976 por miembros de la ESMA. En mi detención estaba Francis Whamond, a quien le decían ‘Duque’ (...). A Francis Whamond le hice un documento a nombre de Federico Williams. Le hice un D.N.I. No sé si tenía cédula de identidad bajo ese nombre, pero yo no se la hice. Desconozco el uso que le iba a dar al mismo. El documento se lo hice entre el mes de diciembre de 1976 y febrero o marzo de 1977. Esta fecha aproximada se basa en que para esa época Whamond contaba con cierto poder dentro de la ESMA, poder que con el pasar del tiempo se fue desdibujando, entre otras cosas por su condición de retirado. Recuerdo este hecho puntual del DNI por el monograma de la camisa que tenía: FW”.
De socios y sosías
En la descripción, Hernández y Lauletta coinciden: aparentaba los años que tenía –“45 o 50”–, no era alto –“un metro sesenta y cinco o un metro setenta”–, pelo canoso, peinado hacia atrás, bigotes y “un cuerpo armado, pero menudo”, un biotipo que ilustró con perspicacia La Muchachada de a Bordo. Claro, acorde con el paso del tiempo, solía usar el clásico saco azul con pantalón gris. Pero la caza de prisioneros y la obtención de datos no era la única tarea del retirado Francis William Whamond en la Escuela de Mecánica: la otra era la caja negra, producto del despojo, con la que los lobos de mar elevaban su nivel de vida. “En las conversaciones que se mantenían alrededor de los bienes obtenidos o de dinero participaban siempre los mismos, que eran el Tigre Acosta, Whamond, Pernía, Rolón, Menotti y Radice”, contó Hernández ante el juez Claudio Bonadío. Hernández no podría olvidar que los falsos apellidos Williams y Ríos, utilizado este último por el teniente Jorge Radice, formaron WillRi, el apócope con que bautizaron la sociedad mediante la cual despojaron a Cerutti, Gómez y Palma de los terrenos de Chacras de Coria valuados en 20 millones de dólares. Para poder realizar el traspaso obligaron a los cautivos a firmar los papeles de cesión en el sótano de la ESMA. A Francis Whamond o Federico Williams se transfirieron igualmente algunos de los caballos de carrera de los que era propietario Gómez. Del piso de la avenida Santa Fe, el comando que Whamond integraba retiró una fuerte suma que Hernández hace rondar en un millón de dólares. Los ojos del “Duque”, de Acosta, del propio Massera estaban puesto en el rescate pagado a Montoneros por los hermanos Born.
Ayer, un solo aviso se agregó al de los compungidos camaradas de promoción de Whamond, “Williams”, “Rodríguez”, “Duque” o “Pablo”: el del Círculo Naval, en homenaje a su “estimado socio vitalicio”. Enterrado casi en secreto, ni siquiera la familia participó del brevísimo listado con que la gráfica suele dar cuenta de los ritos funerarios.