EL PAíS › MURIO JUAN CARLOS ROUSSELOT
A los 75 años, el locutor que alcanzó fama en los ’70 por su sonrisa televisiva y como la voz del líder de la Triple A, murió de cáncer. En los ’90 ganó la intendencia de Morón, de donde fue destituido por corrupción en 1999.
En una clínica privada de la Recoleta, a los 75 años, murió Juan Carlos Rousselot, el intendente que más denuncias de corrupción acumuló en la historia argentina. Chaqueño, había entrado en la política en los ’70 como vocero de José López Rega; acompañó durante los ’80 a toda la parábola menemista como intendente de Morón, cargo del que fue expulsado varias veces, para retornar en sucesivos mandatos hasta que, en 1999, un escandaloso juicio lo dejó finalmente knock out y fuera de la escena pública. Desde entonces, repartía su vida entre Miami y el conurbano.
Aunque en la memoria colectiva quedará como un símbolo del menemismo, el primer contacto con la fama de Rousselot fue como locutor. En la década del ’60 se hizo muy conocido relatando fútbol y boxeo por Radio Colonia. El dueño de la emisora era Héctor Ricardo García, quien le abrió las puertas de su emporio periodístico –por entonces integrado no sólo por Crónica sino además por Canal 11– y su sonrisa empezó a brillar en televisión.
La popularidad le sirvió de trampolín para alcanzar la dirección de Canal 7 en el retorno peronista del ’73. De ahí pasó al Ministerio de Bienestar Social, convertido en vocero de López Rega cuando el Brujo era el hombre fuerte del gobierno de Isabelita. Con más crudeza: fue el portavoz de López Rega en la época de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A).
Con la dictadura, Rousselot se volvió al Chaco. Allí compró el diario Norte y lo dirigió durante cerca de un año. Los militares, sin embargo, intervinieron la publicación y se lo pasaron a la familia Romero Feris. Además le quitaron otros bie-nes, como un piso en Charcas y Agüero y un avión, lo tuvieron preso durante un mes y lo condenaron a “no ejercer el periodismo en el Chaco ni en 500 kilómetros a la redonda”.
Despojado de todo, el locutor se refugió en Mar del Plata, donde su amistad con el entonces jefe de la Armada Eduardo Massera lo mantuvo protegido, pero apenas en la línea de sobrevivencia. Rousselot pasó esos años como portero de un edificio.
El retorno de la democracia en 1983 lo devolvió a la televisión. También retornó a la política, como presentador oficial en los actos de Herminio Iglesias. Al caudillo de Avellaneda no le fue nada bien, pero Rousselot aprovechó ese tiempo para tejer alianzas que a largo plazo le serían redituables. El gastronómico Luis Barrionuevo, por ejemplo, le facilitó la estructura de su sindicato para convertirse en el primer menemista bonaerense. Y tuvo su revancha, ya que en 1987 se consagró como intendente de Morón, cargo que ganaría en tres oportunidades. La provincia estaba dominada entonces por el renovador Antonio Cafiero y el locutor, figura solitaria del menemismo en un territorio adverso, comenzó a destacarse.
Sin embargo, muy pronto el nombre de Rousselot comenzaría a ser asociado a la palabra corrupción. Apenas un año después de asumir en la intendencia fue destituido por adjudicar un costoso plan de cloacas al grupo Socma, de la familia Macri, salteándose el paso de la licitación. El contrato fue escandaloso, pese a lo cual Rousselot volvería a intentar, años después, hacer ese negocio.
Menem, a través de la Corte Suprema, que controlaba con su mayoría automática, anuló todo lo investigado por la justicia provincial y le devolvió el cargo de intendente. Rousselot renunció, pero para ser nuevamente candidato, y ganó las elecciones de 1991. Gobernaría el municipio durante los siguientes ocho años. En 1995 volvió a la carga con el costoso Plan Cloacal, del que sólo desistió cuando los vecinos salieron a la calle en protestas masivas.
Otra de las denuncias que recayeron sobre su gestión, como botón de muestra, saltó en 1998 cuando se descubrió, por el resumen de su tarjeta Visa, que tenía gastos 10 veces superiores a su sueldo de intendente. Rousselot cenaba en Clo Cló, de la Costanera, en Lola, en los restaurantes de Puerto Madero; se vestía en Bogani, destinaba una pequeña fortuna a viajar en avión. Sus ingresos en blanco no se acercaban ni por asomo a ese nivel de gastos. Aquel año le iniciaron dos causas por enriquecimiento ilícito.
Al frente de la intendencia acumuló más de 200 denuncias en su contra y 28 causas judiciales. En marzo del ’99 fue nuevamente suspendido. Acusado de malversación de caudales públicos y amenazas, fue procesado y renunció a la intendencia. Estuvo preso, y aunque lo intentó, ya no pudo volver a la política. Sus ambiciones de volver a la intendencia e incluso de ser gobernador no lograron eco.
En septiembre de 2000 el Tribunal Oral Nº 4 de Morón lo condenó a un año de prisión de ejecución condicional y a tres de prohibición para ejercer cargos públicos, al encontrarlo culpable de los delitos de amenazas y malversación de los caudales públicos. Esos delitos se vinculaban al uso indebido de partidas presupuestarias por un total de 400 mil pesos, para trasladar el Hospital Municipal de Morón Ostaciana B. de Lavignolle a terrenos de la ex Séptima Brigada Aérea de Morón.
Rousselot se fue a Miami. En los últimos años repartía su tiempo entre aquella ciudad y el Gran Buenos Aires. Había reaparecido en la televisión como la voz de Carburando y conducía en radio un programa propio los sábados a la tarde.
Su familia informó que murió de cáncer, en la madrugada del jueves. Sus restos fueron velados frente al Cementerio de Morón, y enterrados en el cementerio privado Parque Colonial, en Ituzaingó.
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