EL PAíS › OPINIóN
› Por Fátima, Carlos, Blanca y Amy Rice Cabrera
Patricio era nuestro padre y compañero. Ex cura obrero, ex detenido desaparecido. Luchador y militante de la vida y los derechos humanos. Tenía la sonrisa más hermosa, la mirada más transparente, el corazón más bondadoso. Vivió todos sus días con alegría, convencido de que un mundo justo, solidario y sin discriminaciones era posible. Nos enseñó que para transformarlo había que empezar por las propias manos. Supo sumar y sumarse a las luchas y resistencias en todo el mundo. Escribió en el libro que construyó con sus compañeros de la Fraternidad Carlos de Foucauld, En medio de la tempestad, algunas palabras que hoy nos lo recuerdan: “Respecto a mi detención-desaparición, nunca pensé seriamente que algún día me iba a tocar. Hasta hoy me cuesta creer que cómo pudo haber seres tan depravados y perversos que torturan a otros seres humanos en estado de total indefensión. Ahora sé que es así y que el ser humano tiene una capacidad única para la brutalidad y la maldad (...) Si bien fue una experiencia atroz, también tengo que confesar que pude descubrir a Dios en medio de todo ese dolor y esa incertidumbre. Nunca me sentí verdaderamente derrotado y creo que con Fátima, detenida junto a mí en ese momento, compartimos algo muy profundo con nuestros hermanos y amigos que hoy no están. Sobre todo su fortaleza y su alegría a pesar de todo (...) Decía monseñor Romero: ‘Si me matan, resucitaré en la lucha del pueblo salvadoreño’. Y los primeros cristianos afirmaban: ‘Los mártires son las semillas’. Estoy seguro que ninguno de nuestros amigos y compañeros se adjudicaría ese título de mártir. Estuvieron tan llenos de vida y proyectos hasta el final. No se los puede imaginar de otra forma. Como el propio Carlos de Foucauld. Este espíritu y la entrega generosa y creativa de sus jóvenes vidas es la herencia que queremos transmitir a las nuevas generaciones”.
A nuestro irlandés se le detuvo su apasionado corazón cuando se proponía lograr la ratificación de los países a la Convención contra la Desaparición Forzada de Personas, para la triste realidad de que sea un derecho no ser víctima de la desaparición forzada. Con una sensibilidad honorable lloraba la muerte pero sabía que era un paso más que había que dar. Con infinita tristeza sabemos que quería que lo recordáramos con alegría y los invitamos a despedirlo de esta forma. Diciéndole adiós pero asumiendo el compromiso de no bajar los brazos hasta conseguir un mundo más justo. Hoy, lunes 12, desde las 17, vamos a estar despidiendo a nuestro querido viejo y compañero en la Iglesia Santa Cruz, en Estados Unidos y Urquiza, Ciudad de Buenos Aires. Junto a nuestra familia, amigos y compañeros tendremos a las 19 un acto ecuménico, a las 20 un espacio con todos sus compañeros del movimiento de derechos humanos, y terminaremos a las 21 con una celebración a cargo del padre Bernardo y la Fraternidad Carlos de Foucauld. Mañana, a las 15, le daremos nuestro último adiós en el Cementerio Británico de Chacarita, Av. Elcano 4568, para que finalmente pueda descansar en paz.
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