EL PAíS › LAS LINEAS DE INVESTIGACION QUE SEGUIRA OYARBIDE EN LA CAUSA POR LAS ESCUCHAS
Andrés Ibarra era el jefe administrativo del Ministerio de Educación cuando entró el espía Ciro James, y es sospechado de haberlo contratado. El rol de Franco Macri y el misterio de por cuál celular hablaban Mauricio y el Fino Palacios.
› Por Irina Hauser y
Raúl Kollmann
La contratación de Ciro James en el Ministerio de Educación porteño va a ser la vertiente que tendrá que seguir el juez Norberto Oyarbide en la causa sobre las escuchas ilegales. El personaje clave que se sentará frente al magistrado será Andrés Ibarra, viceministro de Educación, a quien la Cámara Federal le asigna un papel principal en la ubicación del espía en un puesto en el que no trabajó y que, según la acusación, sirvió para pagar y encubrir su labor de espionaje. Paralelamente, la Cámara sugirió a Oyarbide que profundice la investigación sobre la empresa Consultora Strategic Security SRL, propiedad de Jorge “el Fino” Palacios y su segundo Osvaldo Chamorro, para determinar cuáles fueron sus actividades y “disponer cautelarmente las medidas para evitar que el presunto delito rinda frutos”. Parece seguro que también Franco Macri, el padre de Mauricio, tendrá que comparecer en el juzgado: la cámara le dijo a Oyarbide que precisara su papel en las escuchas a su yerno, Daniel Leonardo, aunque la compañía que Macri padre dice que contrató, Ackerman, tiene sede en Brasil. El juez también tendrá que profundizar en las demás escuchas a empresarios, abogados, esposas y amantes de empresarios. Lo que se busca es saber la magnitud del delito y de la asociación ilícita. Por último, es muy posible que en el próximo período surjan novedades en cuanto a los cruces telefónicos. En el expediente se está trabajando para determinar qué celulares usaron James y Palacios en 2008, y cuáles fueron los que utilizaron Palacios y Macri. Es obvio que el jefe de Gobierno porteño habló muchísimas veces con su policía preferido, pero hasta ahora Oyarbide no pudo detectar ni una sola de esas llamadas, lo que indica que no pudo establecer qué celulares usaron.
El fallo de la Cámara Federal que produjo tanto estupor en el macrismo era en realidad esperado. Es que los integrantes de la Sala I, Eduardo Farah, Eduardo Freiler y Jorge Ballestero, ya le habían dicho a Oyarbide que no investigue el expediente como si se tratara de escuchas ilegales aisladas, casi privadas, sino como una organización paraestatal de espionaje. Es decir, que la cámara orientó la investigación en el sentido que después cuajó en el procesamiento. En su fallo anterior, los camaristas prácticamente le señalaron a Oyarbide que entre Palacios y James está el jefe y el organizador de la asociación ilícita, mientras que el papel de Macri consistía en utilizar el espionaje de un grupo que ya espiaba de antes, dándole un lugar en el Estado. Estas consideraciones de los camaristas hacían muy esperable la confirmación del procesamiento. No se entiende la sorpresa.
Todo indica que poco después que termine la feria judicial, Oyarbide tendrá que convocar a declaración indagatoria a Andrés Ibarra, quien fuera algo así como el jefe administrativo del Ministerio de Educación cuando contrataron a Ciro James. Su relación con Macri es más que estrecha: fue gerente general de Boca durante la presidencia del ahora jefe de Gobierno.
–¿Qué hacía James en Educación? –preguntó este diario a una de las máximas figuras del macrismo.
–La verdad es que todavía hoy no lo sabemos. Pero no lo contrató Ibarra sino el ministro Mariano Narodowski. Así se declaró en la causa.
–La conclusión es la contraria. Tanto al juez como a la Cámara les queda claro que Narodowski no sabía quién era. Y el ex ministro admitió que Ibarra tenía capacidad para contratar.
–No es así. Narodowski dice que lo contrató. Que la Universidad de La Matanza recomendó a James.
–Los funcionarios de La Matanza declararon que no lo recomendaron y que nunca se enteraron de que James trabajaba en Educación porteña.
–Uno de ellos, Echave, contó que le dijo a James que presentara un currículum en el Ministerio de Educación.
–Eso no es lo mismo. La Universidad de La Matanza no lo recomendó. Y, por otra parte, sigue el interrogante de cuál fue su trabajo.
–Le admito que no lo sabemos. Igual, si queríamos meter a alguien en forma clandestina, lo hubiéramos hecho de otra manera. Designábamos a su mamá o a una hermana, sin que figurara su nombre. Acá lo publicamos en el Boletín Oficial.
–Sí, pero en un puesto muy lejano de lo que hacía en realidad, que era espiar. En Educación era insospechado.
–Esas son suposiciones.
Justamente éste el punto nodal en el que la Cámara insiste ahora: le dice a Oyarbide que investigue la incorporación de James al Estado porteño. Desincriminó a Narodowski y le apuntó a Ibarra. Parece obvio que el juez tendrá que citarlo. Y también parece cantado que estudiará los cruces telefónicos entre Ibarra y los demás protagonistas de esta historia.
En el fallo de la cámara se vuelve a poner el ojo en la empresa que integraban Palacios y Chamorro. Desde la computadora del Fino, allí en SS, se pidieron informes económicos del dirigente Patricio Datarmini, justito el día que había elecciones en el sindicato. Y también se consultó el estado económico de Federico Infante, el yerno del empresario Carlos Avila, al mismo tiempo que Ciro James le empezaba a escuchar los teléfonos, siempre a través de la maniobra con los jueces y policías de Misiones. Es decir que la Cámara percibió un funcionamiento conjunto entre Strategic Security, o sea Palacios, y Ciro James, ya en 2007.
Después de aquel inicio, Palacios –desde su computadora en SS– pidió informes económicos de los miembros de la Comisión de Seguridad de la Legislatura y de Pablo Litardo, un abogado radical, de bajo perfil, que denunció a una empresa del clan Macri, Calcaterra Construcciones, por sobreprecios en obras a realizar en el Hospital Santojanni. Litardo se presentó a la Justicia en agosto de 2009 y diez días después, desde la computadora de Palacios, se pidió el informe de Nosis sobre Litardo.
Lo que dice la Cámara es que debe investigarse si SS “prosigue de alguna manera funcionando para, de ser así, disponer las medidas para evitar que el presunto delito rinda frutos”. En otras palabras, le pide a Oyarbide que mire con atención qué pasó y qué pasa con SS.
Hay un tramo de la pesquisa sobre la cual Oyarbide y su secretario letrado, Gustavo Russo, vienen trabajando desde hace semanas: los celulares. En el juzgado están seguros de que hay parte de la trama que todavía no se pudo develar porque no se sabe con exactitud qué celulares usaban Palacios y James en 2008. En 2009, después de la denuncia del dirigente de Familiares de las Víctimas de la AMIA, Sergio Burstein, se detectaron de inmediato los celulares usados por Palacios y James, con lo cual se pudo hacer un análisis de las 180 llamadas que se cruzaron en ese tiempo. Algunas de esas comunicaciones se produjeron a altas horas de la noche o tempranísimo a la mañana, con lo cual quedó demostrado que no hablaban –como intentaron justificar en sus declaraciones– porque James era un simple aspirante a entrar en la Metropolitana. Con ningún otro aspirante Palacios cruzó semejante cantidad de llamados y a esas horas. Parte de las comunicaciones se produjeron justito cuando James retiraba las cintas de la SIDE.
El espía nunca usó celulares a su nombre, siempre utilizó líneas pertenecientes a una empresa o algunas cuyo titular era el militar retirado Jorge Raúl Zenarruza que, obviamente, revistaba en Inteligencia del Ejército. En ese terreno se está profundizando la pesquisa.
Otro dato que surgió de la investigación es que no hay una sola conversación entre Macri y Palacios. Eso evidencia que los diálogos se establecían a través de celulares o teléfonos que todavía no están en la causa. El jefe de Gobierno aportó en las últimas semanas datos de los celulares y teléfonos fijos que utilizó en estos años. Esa nueva información recién se está trabajando.
En los diálogos con dirigentes allegados a Macri éstos señalan –defendiendo a su jefe– que la estructura de James era tan grande que no consiguió sólo órdenes de escuchas telefónicas en Misiones sino que hubo también en otras provincias. Por ejemplo, citan Río Negro. Es un tema que el juez deberá investigar, pero no cambia el encuadre. Oyarbide y la cámara no dicen que todo el espionaje se hacía para Macri sino que éste utilizó un aparato ya existente y lo insertó en su aparato del Estado.
El juez tiene numerosos canales para seguir investigando, aunque dictaminó que con lo que hay hasta el momento en el expediente, existe semiplena prueba contra Macri. Por eso le dictó el procesamiento, confirmado por la cámara. Pretender ir ahora al juicio oral es una buena –aunque imposible– táctica de Macri. Falta profundizar en los detalles de cómo llegó James al Ministerio de Educación, qué hacía Strategic Security, el papel de Andrés Ibarra y, sobre todo, las llamadas todavía no descubiertas entre Palacios y Ciro James, así como la secuencia de comunicaciones entre Palacios y el propio Macri.
La causa judicial se inició con una llamada, pero la denuncia al principio no era por escuchas ilegales, ya que Sergio Burstein creyó que lo estaban amenazando y pidió custodia para su casa, donde su hija estaba sola por unos días. El resto fue apareciendo en forma sorpresiva: las causas por homicidio en Misiones, las llamadas entre Palacios y James, el espionaje a Leonardo, a Carlos Avila y otras personas, el nombramiento en Educación, el vínculo con la Metropolitana. El expediente judicial ha sido una caja de sorpresas y promete seguir siéndolo.
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