EL PAíS
› MARCELO SAIN Y SU SALIDA DE SEGURIDAD BONAERENSE
“Culpa de un año electoral”
El renunciante subsecretario de Seguridad bonaerense reivindicó al gobernador Felipe Solá y Juampi Cafiero, pero cuestionó la subordinación de las estrategias de gobierno a las electorales e insiste con la necesidad de reforma de la Bonaerense.
› Por Santiago Rodríguez
Marcelo Sain afirma que no quiere hablar de los motivos de su renuncia a la Subsecretaría de Seguridad bonaerense, pero está claro que abandonó ese cargo en desacuerdo con la subordinación del área a las conveniencias de un año electoral. “Cuando las coyunturas electorales se adueñan de las estrategias de gobierno, el gobierno deja de estar al servicio de atender los problemas sociales e institucionales”, señaló a Página/12. También destacó que “la condición para poder empezar a modernizar el sistema policial es una fuerte voluntad política” y consideró que eso será posible a partir de “un cambio generacional de dirigentes”.
–¿Se arrepiente de haber aceptado ser viceministro de Seguridad bonaerense?
–No, muy por el contrario. Me ha servido para ratificar cómo interpretaba que funcionaba el sistema de seguridad en la provincia y ver cuáles son los lineamientos necesarios para poner al sistema policial a tono con las problemáticas que se vienen de aquí en adelante en materia delictiva. Eso es algo que no podría haberlo observado fidedignamente fuera del cargo porque lo que permite la gestión es establecer lineamientos para decir la cosa tiene que ir por este lado.
–¿Y por dónde tiene que ir?
–La absoluta descoordinación entre las diferentes áreas de la policía y la falta de planeamiento es el problema más serio; no hay un conocimiento fehaciente en el sistema policial bonaerense acerca de lo que es el delito y es imposible estructurar un sistema más o menos planificado en materia de seguridad preventiva y de investigación criminal si no se tiene un claro diagnóstico y un claro escenario delictivo sobre el que se actúa.
–Usted elaboró un plan de modernización policial y finalmente renunció. ¿Hasta qué punto entonces ese plan podrá ser aplicado?
–En el mismo comienzo del plan lo expresé muy claramente: la condición para poder empezar a modernizar el sistema policial a tono con estas cosas que señalo es una fuerte voluntad política. Esto no es un invento de Sain: cuando uno lee toda la historia de reformas policiales, tanto en Europa como en Estados Unidos con policías muy bravas, como la de San Diego, New Orleans o Nueva York, todas parten de algo muy importante, que es que el poder político dice “se acabó con este sistema” y establece un plan y un cronograma de dos a cuatro años; sin eso no hay condiciones. Lo que no se puede hacer es esperar que la propia policía, que está muy imbuida y sobre todo sus cúpulas, con el sistema tradicional, sea la protagonista del cambio: lo hace el poder político o no hay posibilidad de cambio.
–El modo en el que terminó su gestión demostraría que esa voluntad política no existe.
–Es que cuando las coyunturas electorales se adueñan de las estrategias de gobierno, el gobierno deja de estar al servicio de atender los problemas sociales e institucionales. Este no es un problema de la provincia, sino del país: la agenda política hoy es la interna peronista. Lo que tiene que haber acá es un cambio generacional de dirigentes.
–¿Se siente defraudado por Juan Pablo Cafiero y Felipe Solá?
–No. He sido respaldado en jugadas muy fuertes. Salí de una posición muy cómoda con un excelente sueldo y puse el lomo a un cargo donde todos los días durante los primeros meses de gestión nos estaban operando políticamente. De verdad me sentí respaldado como ningún funcionario por Solá, a quien no conocía personalmente, y básicamente por Cafiero.
–¿Y por qué cree que se terminó priorizando la cuestión electoral?
–No conozco los pormenores de las estrategias de Solá y tampoco nunca me preocupé en descifrarlas porque tenía muy claro que lo que yo tenía que hacer era establecer un claro diagnóstico del problema de la seguridad en la provincia y diagramar lineamientos reales para ir paulatinamente modificando el tema. Yo no elaboré un plan de shock, sino líneas estratégicas para desarrollar algunas de forma inmediata y otras con el tiempo porque quizás hubieran demandado otra composición en la Legislaturade la provincia. Podrán decir que todo lo que planteé no era viable, pero es absolutamente claro que este sistema está fracasado y aún poniéndole más recursos no sirve para atender la enorme complejidad del fenómeno criminal. Tenemos años por delante en los que este tema va a tener también una enorme gravitación en la opinión pública y en términos electorales.
–¿Supone que la reforma policial quedará en la nada?
–Si definitivamente se impone la lógica del coyunturalismo como estrategia frente a los problemas de la sociedad, llego a la conclusión de que los cambios en esta área de gobierno como en muchas otras ameritan un profundo cambio generacional y de que evidentemente es un problema de conformación histórica de esta clase política.
–¿Hasta qué punto, en el contexto del que usted habla, Cafiero podrá seguir con su gestión?
–Esto tiene un final abierto, pero Juampi es muy prudente, con un gran conocimiento de los tiempos políticos, es profundamente honesto y cumple con su palabra. Que uno pueda haber tenido una diferencia no significa reconocer que ni Juampi ni Solá son (Carlos) Menem o (Eduardo) Duhalde. Parecería que dejo a Cafiero de garpe y lo pongo en el mismo lugar de la inmundicia y no es así: puedo no coincidir en algunas cosas de carácter táctico, pero milito con él desde hace 18 años. Tipos como Juampi y Solá deben encabezar el recambio generacional del que hablo.
–Usted habla de un “final abierto”. Si tuviera que arriesgar un final, ¿cómo diría que va a terminar?
–Vislumbro un escenario a dos o cuatro años y no sólo en la provincia, sino en el país. Hay toda una camada de dirigentes políticos de diferentes extracciones, de 30 a 40 años, que tiene un estilo muy diferente de la clase política tradicional y que toma la gestión como un instrumento de resolución de problemas sociales. La gestión no puede ser utilizada para dirimir posiciones de partidos. Hay que apostar a lo que fue el partido de la socialdemocracia brasileña de Fernando Henrique Cardoso en los ‘80: un partido de cuadros especializados en las áreas más importantes del Estado. Esto se va a poder canalizar en el marco de nuevas composiciones políticas porque no confío más en esta clase política.
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